"Decile a Felipe que lo quiero trabajando muy cerca mío", dijo Alberto Fernández en su departamento la ya histórica mañana del 18 de mayo en la que, a través de un video, Cristina Kirchner lo designó el candidato presidencial del frente de unidad. Fernández hablaba con el dirigente del Evita Fernando "Chino" Navarro y con el rector de la UMET, Nicolás Trotta, quienes estaban en la campaña de Felipe Solá y ahora se encontraban con un escenario cambiado en un cien por cien. Cuando unos días después se encontraron, Fernández le dijo que se empezara a meter en los temas de política exterior. "¿Estás pensado que sea tu canciller?". Así se enteró Solá de su designación dentro del gabinete , algunos meses antes de que trascendiera. Lo que entonces no podía prever era el contexto en el que le tocaría asumir, rodeado de gobiernos de derecha y con la región en un estado de convulsión inédita.
Solá no necesitó demasiado para responder que aceptaba. Lo único que opinó si no era mejor opción Jorge Taiana, pero Fernández le dijo que el ex canciller reemplazaría a Cristina Kirchner en el Senado y que no quería repetir ministros. La otra objeción fue su inglés, que no habla con fluidez. "No tiene ninguna importancia", le aseguró Fernández. Obviamente, igual Solá se puso desde entonces a retomar el contacto con el idioma, que tenía abandonado. La reunión de lanzamiento del Grupo de Puebla, en julio pasado, adonde viajó junto a Taiana y Carlos Tomada, fue la primera misión de Solá en su condición de futuro ministro.
La Cancillería significará un giro en la carrera de Felipe Solá, tal vez el integrante del nuevo gabinete de trayectoria política más aquilatada y, con 69 años, uno de los de mayor edad, luego de Ginés González García. Ingeniero agrónomo egresado de la UBA, Solá llegó a la función pública de la mano de Antonio Cafiero, que en 1987 lo designó ministro de Asuntos Agrarios. Pero se empezaría a hacer conocido dos años después, cuando Carlos Menem lo puso a cargo de la secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. Su vínculo con el peronismo bonaerense y con el campo le permitió mantener cierto nivel de autonomía en un gobierno de políticas neoliberales.
En 1999 acompañó a Carlos Ruckauf en la fórmula para la gobernación bonaerense que derrotó a la fórmula de la Alianza que encabezó Graciela Fernández Meijide. Luego de la crisis de 2001, Ruckauf renunció a la gobernación para asumir como canciller de Eduardo Duhalde, dejando a la Provincia en estado crítico y el país empapelado de patacones. Solá tomó el desafío y llevó adelante una gestión que se recuerda como muy buena dada el contexto. A poco de asumir ocurrieron los asesinatos de los militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en manos de la Bonaerense. Con ese antecedente, en 2004 puso a cargo de la Seguridad al ex camarista Leon Arslanian, que puso en marcha una reforma para sanear la fuerza.
En 2007 encabezó la lista de diputados del Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires pero pocos meses después entró en colisión con el gobierno de Cristina Kirchner durante el conflicto con el campo. Se distanció del kirchnerismo con unas pocas semanas de diferencia con respecto a Alberto Fernández. Al otro año buscó seguir en el Congreso encabezando la lista de Unión-PRO la alianza que conformaría con Mauricio Macri y Francisco de Narváez, con la que derrotaron a Néstor Kirchner. Solá luego reconocería como "un grave error político" esa decisión. En octubre de 2010, se mostró conmovido por la demostración popular que acompañó los funerales de Kirchner. "Esto cambia todo", comentó.
En 2013 se unió al armado de Sergio Massa y en 2015 buscó un nuevo mandato como gobernador por el Frente Renovador, pero quedó tercero. En 2018 dio un paso decisivo al anunciar la ruptura del bloque del diputados del massismo para lanzar Red por Argentina, un espacio que se proponía trabajar por la unidad de la oposición, incluído el kirchnerismo. Poco después presentó el muy buen libro autobiográfico "Peronismo, pampa y peligro" como lanzamiento de su precandidatura presidencial, proyecto frustrado con el anuncio de CFK.
Cultor de un humor socarrón que muchas veces desconcierta a sus interlocutores, Solá será un ministro que, obviamente, se alineará con las directivas de Alberto Fernández pero también se manejará con criterio propio. Ya ocurrió esta semana, cuando fue el único representante del Frente de Todos que participó del Consejo de las Américas y comentó allí que el país no se retirará del Grupo de Lima. "Hay que ser realista, nuestra prioridad ahora pasa a ser la negociación con el Fondo", explicó cuando volvió a las oficinas de Puerto Madero, donde tiene asignado su despacho.