Actriz o cantante, o ambas cosas, o una más que otra, son dilemas que no combinan con el tango: un género musical que tuvo a la lírica como escuela y, muchos de ellos, a los grandes dramas operísticos y literarios como fuente de inspiración. Por ello, muchas de nuestras cantantes fueron grandes actrices a la vez (desde Tita Merello a Virginia Luque, desde Sabina Olmos a Susana Rinaldi). Del canto la armonía, de la actuación la interpretación y ese tono exacto que necesitan las obras para que además de ser agradables a los oídos, sean entendibles sus mensajes, sus historias, que, juntamente con climas musicales apropiados, conforman la puesta ideal del tango “para escuchar”.
Libertad Lamarque ya actuaba y cantaba en su Rosario natal. Llegó a Buenos Aires para actuar en la compañía de Pascual Carcavallo, empresario del Teatro Nacional: tenía apenas 14 años. Pidió por carta al empresario viajar con su mamá a Buenos Aires y un sueldo de 500 pesos. Le ofrecieron un contrato por un año de 300 pesos, que no desperdició. Su primera obra fue El dueño del pueblo, haciendo un papel de paisanita. Finalmente su contrato duró 3 años, y durante un tiempo tuvo que conformarse con cantar en los camarines.
En 1926, en ocasión de presentarse la obra La Porota, integró un trio vocal junto a Olinda Bozán y Antonia Volpe, acompañadas en la guitarra por Rafael “Ratita” Iriarte. Poco tiempo después, en Los hombres de la Ribera cantó el tema “Tanita de popa”. Una tarde Gerardo Matos Rodríguez le acercó un tema suyo para que lo interpretara: “Mocosita”. El éxito fue tan grande que los concurrentes al bar que quedaba frente al teatro cruzaban la Corrientes angosta para verla cantar. Ese mismo año fue contratada para su primera película Adiós Argentina, solo como actriz, porque era una película muda. En 1933 Luis Moglia Barth la convocó para la que sería una de las primeras películas sonoras argentinas: Tango. Desde 1935 hasta su ida a México no paró de filmar, con los mejores directores y los más grandes actores de la época. Cada película suya era un éxito de taquilla; en 1947 partió a la meca del cine hispano-parlante, iniciando su carrera junto al gran Luis Buñuel, para la película Gran Casino.
Teatros, salas de grabación, radio, cine y televisión fueron los lugares naturales para la vida y el lucimiento de Libertad. Llegó a filmar más de 100 películas. Grabó más de 200 temas. Para su última grabación tenía 89 años. Cuando murió, en 2000, estaba trabajando: en México realizaba la telenovela Carita de ángel, haciendo el papel de la madre superiora en un colegio internado para chicos. Un largo camino para una actriz y cantante que se ganó, a fuerza de trabajo y talento, el corazón del público que siempre la aplaudió de pie.