Página/12 en Uruguay
Desde Montevideo
A mediados de agosto, el director de la Policía Nacional uruguaya, comisario Mario Layera, sacudió el avispero en plena campaña electoral cuando aseguró que la solución global al narcotráfico debía ir de la mano de la legalización y regulación del consumo y ya no en en su tradicional faceta prohibicionista. Las frases, fuertes en general y sobre todo en particular por tratarse del jefe de la fuerza de seguridad encargada de combatir el narcotráfico, se produjeron en medio de duros cuestionamientos de la oposición a la política de seguridad del Frente Amplio. Aunque Layera, a cargo de la Policía desde 2016, dijo en diálogo con Página 12 que se trató de “un mero relato para sembrar la idea”, lo cierto es que el tema seguridad fue clave en el resultado electoral que sacó del poder tras 16 años al Frente Amplio y depositó a la alianza que conformó Luis Lacalle Pou junto a sectores de ultraderecha en el Gobierno.
Layera reitera sus ideas ante la consulta de este diario, en el marco de una conferencia que dio junto al ex ministro de Relaciones Exteriores y ex director de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani; el especialista en políticas públicas sobre manejo de drogas de Monitor Cannabis, Marcos Baudean, y la doctora Raquel Peyraube --experta en tratamiento de adicciones, entre otras cosas--. En esa charla, además, el comisario, que se hizo famoso por su labor en la Brigada Antidrogas en más de una centena de operativos entre 1995 y 2013, cuando llegó a comandar el organismo, dijo que fue --entre otras cosas-- una pregunta de su hija de entonces 12 años la que sirvió como punto de quiebre en su visión sobre la política de drogas.
--¿Usted dice que hay que legalizar todas las drogas?
--Sí, digo que hay que regularlas desde el Estado, y aclaro que dependiendo de la peligrosidad de cada una se debe dar una política específica en tal sentido, porque no se pueden manejar todas por igual. Cada una según sus formas, pero sí. Si uno se fija, el cannabis ni siquiera genera violencia, no tiene riesgo y no ha ocurrido todo lo que se decía que podía pasar si se legalizaba. Aún combatimos el narcotráfico, claro, pero porque no alcanza la industria
--¿Es un problema de abastecimiento?
--Sí, porque si hay más gente que quiere acceder legalmente y no puede, va a caer en otros modos. Creo que deberían habilitar el autocultivo, e incluso que los que cultivan puedan vender, que se arme una competencia y un mercado legal.
--¿Cómo llegó a la conclusión de que la política adecuada era regular estatalmente y no prohibir?
--La mitad de mi carrera fue dirección y combate a las drogas. Me formé con expertos internacionales en todo el mundo y siempre la palabra guerra me sonó muy fuerte. En uno de los seminarios en Europa, una psiquiatra nos dijo: "¿De qué guerra hablan? Es una guerra de los políticos, de alguien que da la orden, pero no de ustedes". Y ahí me di cuenta de que nosotros poníamos el cuerpo y sufríamos pérdidas por algo que es ajeno, que no es lo que debe hacer la policía. Entonces empecé a dudar de eso porque no podía compatibilizar la tarea con el sentido de lo que significa guerra en un estado democrático republicano y donde defender y proteger los derechos humanos debe ser la principal tarea de la fuerza policial.
--En general se asocia la policía con el combate del delito y otros focos represivos, pero no se la suele ver como garante de derechos…
--Es difícil y raro para desarrollarlo a nivel policial. Lleva tiempo, hay que educar al policía, que entienda que es un servidor, y que no es impotente si no atrapa a alguien que está robando. Y, sobre todo, que entienda que no puede dispararle a cualquiera y en cualquier circunstancia.
--Si no pasa lo que pasó con el caso de Luis Chocobar en Buenos Aires…
--Claro. Pero hay que educar y trabajar con los oficiales, el policía no puede estar al servicio de matones que lo utilizan para su provecho. Si no siempre quedan atrapados en esa lógica de trabajar para provecho de otros que, a la vez, si por una vez fuesen ellos los que sufren atropellos de la Policía, de seguro ya no estarían más de acuerdo con esa idea.
--También sé que su hija influyó en su mirada…
--Mi hija a los 12 me preguntó si debía consumir o no y yo, oficial antidrogas, fue ahí donde reconsideré todas mis convicciones. Vivía inmerso en el problema de los padres con sus hijos y venían a la dirección antidrogas a buscar una respuesta; a pedir que los detuviéramos. Y ahí vi el problema, ¿qué respuesta le doy? ¿Qué conozco yo sobre la sustancia y sus daños? Yo sólo sé hacer una guerra y un procedimiento policial. A los conservadores les digo: ¿qué hacen con su hijo? Hay que plantar la semilla para el futuro.
--¿Y a su hija qué le dijo?
--Le dije: "s dificilísimo que yo te diga que es bueno. Todo lo que leí es que hace mal, pero también el alcohol y el cigarrillo, y yo tomo y fumo, así que qué decirte. Esperá un tiempo, estudiá mejor la situación, no hay apuro". Y le expliqué cómo empecé a fumar tabaco, que lo hice para sentirme mejor con los otros. Otra cosa que me pegó fue la idea de que si mi hija quería consumir iba a caer en el narco, no en la vía legal, por su edad, y pensé: "¿La voy a dejar en las manos del narco? ¿Y si saben que es mi hija no van a tomar represalias?".
--¿Esta postura en relación con el narcotráfico no le valió presiones?
--Las disputas siempre están y uno sabe que no todos piensan igual, pero creo que había que hacer algo diferente y la mayoría de la policía me apoyó. Tras años de establecer los controles según lo establece la ONU sobre control de oferta y demanda y el lavado de activos, seguimos todas las medidas y legislaciones (agente encubierto, informante, arrepentidos) y sin embargo se produjo un incremento del narcotráfico. Nuestro país está siendo nuevamente vulnerado por las organizaciones de narcotráfico. El prohibicionismo nació en los 60, bajo una ideología global determinada. Los procesos de avance hacia otro camino y que defiendan los derechos humanos van a estar en la respuesta de cada individuo de esta sociedad. Los cambios nacen del ciudadano y no de la política.
--¿Y desde el Estado qué política se debe aplicar?
--Debemos adoptar el paradigma de la prevención y no la represión: se trata de generar una respuesta interdisciplinaria, con investigación y estudio para una vida plena y de calidad.
--¿Va a seguir al frente de la Policía?
--No no, ya me estoy yendo.
--¿Por eso dice lo que dice?
--No (risas), me habría ido aunque hubiera ganado Daniel Martínez. Es un ciclo cumplido.