Existe una corriente política que considera que a la mayoría de la población no le interesa que le cuenten la herencia macrista y que sólo quiere saber qué se hará para atender sus urgencias inmediatas. Resulta comprensible ese comportamiento en grupos sociales devastados en estos cuatro años de otro ciclo neoliberal, puesto que necesitan respuestas rápidas para aliviar sus penurias. Diferente es la especulación que hace el oficialismo de esconder el desastre provocado difundiendo ciencia ficción, desde las mentiras planificadas de Marcos Peña con los "ocho puntos de la economía" , pasando por la realidad paralela del informe de gestión del ministro Hernán Lacunza, hasta los desvaríos por cadena nacional de Mauricio Macri. La prensa y analistas conservadores que acompañan al macrismo eluden hablar del legado de este gobierno y se dedican a adelantar lo mala que será la administración Fernández. Para la fuerza política que pasará a ser oficialismo a partir del 10 de diciembre, detallar la herencia macrista debería ser un insumo básico para realizar un acertado diagnóstico y, a partir de esa base, tener más y mejores herramientas para empezar a implementar un programa de reconstrucción económica, social y laboral.

Economía política

Para liderar ese programa de recuperación económica Alberto Fernández constituyó un equipo de economistas comprometidos con el desarrollo: Matías Kulfas, Martín Guzmán, Miguel Pesce, Cecilia Todesca, Mercedes Marcó del Pont y Alejandro Vanoli. Constituyen un grupo de economistas que está convencido de que debe estar al servicio de los lineamientos definidos por Fernández .

Se trata de una definición que no reniega del aporte técnico de profesionales del saber económico. Sólo enfatiza la necesidad de la supremacía de la conducción del poder político sobre la labor de los economistas.

Esta concepción incomoda hasta la exasperación a los conservadores, que consideran que la economía tiene una única forma de ser entendida, y que no es otra que la ortodoxa. Por ese motivo no se permiten reconocer que una economía pueda crecer en forma sostenida sin seguir sus recetas.

En el espacio de la economía se expresa una relación de poder entre diferentes sujetos sociales en un momento histórico determinado. La economía no es la asignación de recursos escasos para satisfacer deseos ilimitados. La economía es el estudio de cómo la sociedad moviliza la totalidad de sus recursos para mejorar el nivel de vida de toda la población. Cuando se introduce el tema del bienestar social aparece la controversia acerca de cómo se distribuye la riqueza. Al abordarlo se interpela al poder, que no es otro que el económico.

El vínculo del saber técnico con el ejercicio político no implica desconocer lo primero, sino colocarlo en un lugar adecuado, sin menospreciarlo, pero sin que sobrepase el necesario espacio de los aportes específicos. Las soluciones técnicas a problemas económicos deben estar subordinadas a un programa global dominado por la orientación política de un gobierno.

Dilema

Estos conceptos son necesarios para abordar con un marco analítico, alejado de la histeria mediática, cuál es la concepción económica de quien será el ministro de Desarrollo Productivo. Leer el posfacio "Pensar la economía después de Cambiemos", capítulo que se sumó en octubre de 2019 a la segunda edición del libro "Los tres kirchnerismos (Siglo XXI), lanzado en 2016, resulta revelador de cuál es la hoja de ruta de Matías Kulfas.

Ese texto ofrece definiciones económicas muy precisas. Observa que la economía argentina afronta severas dificultades para encontrar un sendero sostenido hacia el desarrollo. Ante esa restricción, Kulfas plantea que hace muchas décadas el país dejó de ser uno agroexportador, lo que no le impide destacar la relevancia indiscutible del sector agropecuario debido a que es el principal generador de exportaciones y de actividad económica en numerosos pueblos del interior. Para respaldar esa descripción, Kulfas apunta que el país se destaca como uno de los principales exportadores mundiales de soja, trigo y maíz, pero el peso de este sector en el PIB es relativamente bajo (en torno al 10 por ciento) y su contribución al empleo, muy baja y tiende a reducirse.

Destaca que el agro hace su aporte al desarrollo argentino, pero con eso solo no alcanza, a la vez que apunta que el país es uno de industrialización intermedia. Aclara de todos modos que no se trata de un sector industrial avanzado, pero rescata que producir manufacturas es un fenómeno que se verifica en pocos países, y que la Argentina está presente en ese mapa aunque ocupe allí un lugar subalterno y de baja significatividad. Propone entonces la industria del siglo XXI que es cada vez más intensiva en conocimiento y en servicios.

Este sería el camino para atender uno de los grandes dilemas de la economía argentina. Menciona que existe la contradicción de que los sectores que aseguran más divisas por exportaciones generan poco empleo y, al mismo tiempo, los sectores que generan empleo son más demandantes que fuente de divisas.

Se involucra también en la polémica acerca de "la grieta", diciendo que el conflicto entre visiones o intereses extremos y sin puntos de encuentro es el principal obstáculo para encontrar el sendero del crecimiento sostenido. Para sentenciar que agitar esa contradicción puede ser políticamente rentable en el corto plazo para ciertos sectores, pero en nada contribuirá a resolver la crisis vigente y afrontar los desafíos que vienen.

Dólares genuinos

Kulfas afirma que el principal problema de la economía es la restricción externa, que es la escasez relativa de divisas, o sea que no hay dólares para todos quienes lo demanden en la cantidad que quieran en todo momento. Esa restricción se puede relajar por muy buenos precios internacionales de materias primas de exportaciones, por disponer de abultadas reservas o por un acceso fluido al financiamiento externo. Ninguna de esas tres condiciones están presentes en el comienzo del gobierno de Alberto Fernández.

Frente a esta situación crítica, el futuro ministro de Desarrollo Productivo señala que resulta necesaria la implementación de un programa macroeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda. Para ello, dice que se requiere alinear las diferentes facetas de la política económica: fiscal, monetaria, cambiaria, productiva y financiera. En esta instancia ofrece una definición central, como adelanto de la orientación que tendrá su gestión:

"Las políticas de desarrollo productivo tendrán que priorizar la inversión en aquellos proyectos que incrementen las exportaciones y sustituyan importaciones de manera genuina".

La forma de llevar a cabo esta estrategia será con diferentes instrumentos financieros, promoviendo la financiación a tasas de fomento y a largo plazo de ese tipo de proyectos. En definitiva, la regla de Kulfas será la siguiente: a quien genere dólares genuinos se le debería asistir con financiamiento barato en moneda nacional y con plazos favorables.

¿Cómo crecer?

Retomar un ciclo de crecimiento, luego de que el gobierno de Macri culminará en recesión en tres de cuatro años, será prioridad en la administración Fernández. Kulfas propone una recuperación que tendrá que seguir un proceso "mucho más calibrado" que en el pasado, sin depender exclusivamente ni del consumo ni del gasto público. Afirma que "no es posible apostar" a un repunte económico a partir de "un shock de consumo" estimulado sólo con aumentos de gasto público o de recomposición del salario real.

Señala que es necesario montar un "aparato de relojería" que direccione de manera efectiva escasos recursos hacia inversiones que recuperen el tejido manufacturero y, al mismo tiempo, contribuya positivamente a generar un excedente de divisas que permita desplazar la restricción externa y obtener los recursos para financiar el crecimiento y los pagos de la deuda.

Respecto a la evolución del salario real, afirma que se debe estimular su recuperación pero que ese proceso habrá que implementarlo con "sumo cuidado" para evitar que la puja distributiva retroalimente los niveles de inflación. En el estado actual de deterioro de la industria, dice que es probable que los incrementos del salario real no encuentren oferta productiva adecuada y eso genere una mayor demanda de importaciones, lo que empeoraría la delicada situación externa.

Con respecto a la situación fiscal, menciona que no es holgada y, por lo tanto, no existe mucho margen por el lado de una expansión excesiva del gasto público.

Concluye entonces que se debe priorizar objetivos para asignar recursos escasos, siendo entonces tareas estratégicas el aumento de las exportaciones con la sustitución de importaciones de manera genuina.

¿Qué significa de manera genuina? La respuesta de Kulfas brinda una pieza central de lo que será su gestión: 

"Entendemos como genuina una sustitución de importaciones cuando el resultado neto del proceso implica un ahorro efectivo de divisas y la implementación de nuevas prácticas productivas y tecnológicas". 

En la práctica significaría que si una empresa prevé producir en el país un bien determinado que actualmente se importa, y para eso necesita incorporar componentes importados que suman aproximadamente el mismo valor que el bien final, se trataría para Kulfas de una sustitución no genuina. Se puede deducir que en esa categoría ingresa algunos productos fabricadas en Tierra del Fuego.

¿Dónde se conseguiría la sustitución deseable de importaciones? Kulfas apunta a los "clusters" en torno a los recursos naturales. Avanza sobre la premisa de "agregar valor a los recursos naturales", para señalar que es aún más importante desarrollar las tecnologías vinculadas a la explotación y/o extracción. Pone como ejemplo a Australia, que no es rica solamente por tener alimentos y minería, sino por ser un gran proveedor (60 por ciento del total) de las exportaciones mundiales de software para minería.

Kulfas propone hacer clusters tecnológicos y de ingeniería ligados al agro, el petróleo y la minería, con la expectativa de romper de esa manera la tradicional dicotomía entre recursos naturales versus industria.

Inflación

Uno de los grandes desafíos que se propuso el próximo gobierno será bajar la tasa de inflación, que la economía macrista más que duplicó desde los niveles recibidos en 2015. Pero ni Fernández ni Kulfas prometieron que bajarla será una tarea fácil, como en su momento dijo Macri.

El estrepitoso fracaso del macrismo le permite a Kulfas afirmar, sin que la ortodoxia tenga margen para salirle al cruce, que "la idea de que se trata de un problema exclusivamente monetario y de fácil resolución chocó contra una realidad mucho más compleja".

Considera que las fuentes de las tensiones inflacionarias se encuentran, en mayor o en menor medida, según la coyuntura, en la inercia, la puja distributiva, los saltos del tipo de cambio y los desajustes monetarios. Afirma que no habrá "soluciones mágicas", pero propone que una mesa de concertación de precios y salarios servirá para generar un proceso de desinflación. Dice es una condición necesaria pero no suficiente. Por eso plantea que hay que diseñar además una política monetaria y fiscal consistente con ese proceso, donde se evite la apreciación del tipo de cambio y se busque el equilibrio fiscal sustentado en el crecimiento en buenas reglas de gestión intertemporal.

Esto significa que Kulfas piensa que no hay que atrasar el tipo de cambio, como ancla inflacionaria, y que la política fiscal debe ser contracíclica: ahorrar en épocas de crecimiento y gastar más en períodos de desaceleración y crisis.

La propuesta de Kulfas para el acuerdo social es que debe articular los objetivos de crecimiento, baja de la inflación, mejora del salario –en estrecha correlación con el aumento de la producción y la productividad- y recuperación del valor de la moneda.

Reconoce que no son tareas sencillas dada la historia reciente, pero está seguro de algo: "La experiencia muestra que la receta ortodoxa no funciona".

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