El secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, aseguró que él no construiría las centrales nucleares que su propio gobierno estuvo negociando con China durante cuatro años. La declaración, publicada el lunes pasado por PáginaI12
, expuso las internas del oficialismo y generó un fuerte malestar del gobierno asiático. A raíz de esa situación, este diario conversó con el ingeniero José Luis Antúnez, ex presidente de Nucleoeléctrica, responsable de la finalización de Atucha II y uno de los hombres que negoció con China hasta 2015, para conocer su opinión sobre los dichos de Lopetegui y preguntarle qué se debería hacer de ahora en más con los dos reactores que el Congreso ordenó construir.
-¿Lo sorprendió la declaración de Lopetegui?
-Me sorprendió. Es cierto que en la actualidad hay capacidad instalada de generación suficiente y la demanda lamentablemente ha disminuido por primera vez en lo que yo recuerdo de la historia eléctrica del país, excepto 2001-2002 cuando bajó un pequeño porcentaje, pero rápidamente se recuperó. Más allá de eso, la planificación energética uno no la hace por lo que está ocurriendo hoy. Lo hace por lo que piensa que va a ocurrir dentro de 10 o 20 años. Estamos hablando de centrales cuyo período de maduración es largo. Solo la hipótesis de que la recesión va a continuar apoyaría la idea de que no hacen falta estas centrales. Naturalmente, muchos pensamos que la recesión lentamente va a ir aflojando y recuperaremos la senda del crecimiento, pues si la recesión continúa durante diez años más vamos a tener problemas más serios que la falta de este tipo de proyectos.
-Más allá de lo presupuestario, hay quienes creen que la energía nuclear no debe ser prioridad.
-Hay que aprovechar todas las fuentes de energía porque el hambre de la humanidad por la energía eléctrica es enorme y cuando el transporte se vuelva más eléctrico va a ser muchísimo más. Hay que tratar de no crear antinomias y ser realistas.
-¿La declaración de Lopetegui puede afectar la relación entre China y Argentina?
-No es de muy buen gusto haber continuado negociando cuando pensaban no hacer la obra, pero lo cierto es que la relación con China fue establecida por un histórico acuerdo país-país ratificado por el Congreso y la decisión de construir las centrales nucleares obedece a una ley nacional. Es algo que se meditó mucho. Fue ampliamente debatido y aprobado por abrumadora mayoría. Por lo tanto, mientras esté en vigencia la ley 26.566 hay que obedecerla. Esa ley dice muchas cosas. Por ejemplo, también fomenta el desarrollo del Carem, actualmente paralizado.
-La decisión oficial, cuando usted todavía estaba al frente de Nucleoeléctrica, había sido avanzar con un reactor Candu de uranio natural y y otro chino de uranio enriquecido.
-La ley ordena hacer dos módulos. No menciona la tecnología. Después de mucho meditar, decidimos que había muchas razones para continuar con la línea de uranio natural y agua pesada. Uno de los motivos es que es la única línea que nos permite construir centrales nucleares sin depender de insumos críticos provistos desde el exterior, léase el combustible. Todavía nos falta mucho para contar con combustible enriquecido. En cambio, dominamos el ciclo completo del combustible de uranio natural y hemos trabajado cincuenta años con esa tecnología. La mejor prueba de este conocimiento es que Argentina acaba de completar la extensión de vida de Embalse, con Nucleoeléctrica como arquitecto-ingeniero del proyecto, para que funcione otros 30 años.
-Pero el plan de ustedes también contemplaba una central de uranio enriquecido. ¿Por qué iban a avanzar en esa dirección si existe ese riesgo?
-Si creyéramos que es algo que va a pasar, no hubiéramos incluido la construcción de esa central en el programa, pero si alguien me pregunta si es imposible que pase, la verdad es que no lo sé. Nadie puede predecir con precisión cómo va a ser el mundo dentro de 20 años.
-Pero si existe ese riesgo, ¿por qué avanzar?
-Si uno solo construye reactores de uranio enriquecido y agua liviana y se corta el suministro de uranio enriquecido no le va a andar ninguna de las centrales. Pero nosotros ya tenemos tres de uranio natural y el plan era construir otra más para continuar con el desarrollo de esa tecnología. Esa era nuestra línea de defensa. De ese modo, si alguien nos interrumpe el suministro de uranio enriquecido le haré un juicio, pero mientras tanto sigo avanzando con los reactores de mí línea.
-El gobierno de Macri no solo no avanzó con la construcción de las centrales sino que el año pasado canceló el proyecto de la central de uranio natural.
-Cancelar un proyecto que tiene un fundamento científico y tecnológico acumulado a lo largo de 50 años es una decisión muy grave. En la actualidad hay dificultades financieras muy grandes que no existían en 2014, cuando Argentina era una nación desendeudada, pero la decisión no debe tomarse sobre la base de una coyuntura difícil. El reactor de uranio enriquecido tiene financiamiento de China, mientras que el proyecto nacional no es seguro que ahora tenga financiamiento chino y el Tesoro no está en condiciones de hacerse cargo, pero la situación puede cambiar en el futuro. Lo que se puede hacer es tomar una decisión al mismo nivel que se tomó la de cancelarlo que diga que este proyecto se suspende por dificultades financieras. Es muy distinto ponerlo en el freezer que mandarlo a la morgue. Lo que sí habría que procurar es conservar las capacidades. Algo sabemos de eso gracias a la experiencia de Atucha II. Si uno va a avanzar con el otro proyecto, con las capacidades humanas no habrá ningún problema. Habría que pensar qué hacer con la fábrica de agua pesada y algunos proveedores clave. En principio, yo tengo una reflexión: es preferible invertir en conservar capacidades que pagarle subsidios a los desempleados.
-¿Una posibilidad podría ser encargar algunos componentes aunque todavía no se esté avanzando con la obra?
-Podría pensarse algún esquema en ese sentido.
-¿Qué margen hay para elevar el componente nacional en el reactor de tecnología china?
-Estamos ante un caso similar al de Atucha I. El primer reactor de una nueva tecnología naturalmente va a tener un componente nacional menor que algo que venimos haciendo desde 1974. Además, hasta donde yo entiendo, el contrato que se estaba negociando originalmente con China, que tenía a Nucleoeléctrica como arquitecto e ingeniero del proyecto, se lo intentó modificar a un contrato de tipo llave en mano y en ese tipo de contratos hay poco lugar para la industria nacional.
-¿Qué firmaron ustedes en 2015?
-Un memorando de entendimiento. Los lineamientos para el contrato. Tenía ya bastante detalle, pero, por ejemplo, no tenía precio.
-Pero el gobierno en 2016 dijo que estaba tratando de bajar el precio.
-En lo firmado por nosotros no figuraba ningún precio. Entiendo que lo que quisieron hacer es avanzar con un contrato llave en mano con precio fijo porque pensaban que de ese modo iban a ahorrar plata, aunque las experiencias en el mundo no lo demuestran exactamente. Igual terminaron ahorrando mucha plata porque no hicieron nada.