El fundador de Facebook Mark Zuckerberg volvió a estar en el ojo de la tormenta. En las últimas horas fue convocado a comparecer ante el Parlamento de Australia para explicar por qué la red social no pudo detectar y evitar que distintas páginas propagaran el odio y la desinformación en distintas partes del mundo. A las noticias falsas que se reproducen en su plataforma, Zuckerberg les responde aliándose con compañías que se dedican a chequear información (fact-checkers). También promueve herramientas de control para los usuarios. Pero no avanza sobre los mensajes que provienen directamente de partidos o figuras de la política.
Por su parte, la red social Twitter busca desmarcarse de la postura de Facebook a través de la prohibición de anuncios políticos pagos en su plataforma, que rige a partir del pasado 27 de noviembre. El fundador y director ejecutivo de la compañía, Jack Dorsey, fundamentó su decisión destacando que "el alcance de un mensaje político debería ser algo que se gana, no algo que se compra". El debate por la información política en redes atraviesa un momento de gran efervescencia, y se instaló de lleno en la carrera presidencial de Estados Unidos.
El escándalo de la empresa Cambridge Analytica , que utilizó datos obtenidos de Facebook para focalizar con precisión sobre los votantes que podían darle a Donald Trump la victoria en las presidenciales de 2016, reveló explícitamente la forma en que se pueden utilizar (y manipular) las redes sociales con fines políticos.
Natalia Zuazo es periodista y consultora en comunicación política digital. En diálogo con Página/12, destaca la importancia y las particularidades del proceso electoral que derivó en el triunfo de Trump. "Fue elegido presidente cuando quien había recaudado más plata para la campaña había sido el equipo demócrata de Hillary Clinton", advierte. El rasgo distintivo de la campaña de Trump fue, según Zuazo, una "microsegmentación muy distinta de la llevada a cabo hasta ese momento".
Desde la investigación que destapó la olla de Cambridge Analytica, Facebook introdujo algunos cambios en su plataforma respecto a anuncios políticos. "Hoy, si los usuarios van a la sección Transparencia de Página pueden ver cuánto gastan las páginas políticas, y en los países en que se celebran elecciones hay una obligación de registrar a los administradores y empezar a tener un registro del gasto de publicidad electoral", destaca Zuazo.
Desde hace algunos años, Facebook trabaja además con fact-checkers para reducir la propagación de noticias falsas. La compañía volcó importantes recursos económicos a nivel mundial y alcanzó buenos resultados al unirse a otras empresas privadas. Aunque esa solución también exhibe sus grietas: la justicia australiana investiga a Facebook luego de que una investigación del diarioThe Guardian revelara que un grupo con sede en Israel estaba propagando el odio y la desinformación en las redes para promover a políticos de extrema derecha en distintas partes del mundo.
Cuando la información se cruza con la política, las fronteras se vuelven más difusas. La red social aclaró en más de una ocasión que los contenidos que publican los políticos en las redes no son verificados porque no es algo que les corresponda hacer a ellos. "Creo que en una democracia es realmente importante que la gente pueda ver por sí misma lo que dicen los políticos, para que puedan emitir sus propios juicios", afirmó Mark Zuckerberg entrevistado por la cadena de televisión CBS días atrás.
Uno de los casos más resonantes de ese dejar-hacer se dio a principios de octubre. La campaña por la reelección de Trump subió a Facebook un anuncio con afirmaciones falsas sobre Joe Biden, uno de los principales precandidatos demócratas a la presidencia: su familia está envuelta en el escándalo del Ucraniagate que derivó en el proceso de impeachment
contra el actual mandatario.
CNN rechazó emitir ese anuncio y Fox News lo retiró, pero Facebook no reaccionó. Días después, la campaña de la senadora Elizabeth Warren publicó intencionalmente un anuncio con datos falsos (que Zuckerberg apoyaría la campaña de Trump) para demostrar la falta de responsabilidad de la empresa. La publicación, como era de esperar, sorteó cualquier tipo de control.
Frente a ese panorama, y como una mojada de oreja a Zuckerberg, emergió el anuncio de Twitter. Sin embargo, la especialista cree que el cambio de Twitter no limitará la producción de fake news: "Si la solución al problema de la democracia es limitar los anuncios políticos en las redes sociales, no. Porque, ¿los únicos anuncios políticos que hay en redes sociales son los de los candidatos, los que provienen de la política partidaria?", se pregunta.
En definitiva, para Zuazo esta "decisión unilateral de una plataforma de decidir quién sí y quién no (puede publicar) es muy discutible y muy peligrosa en términos de libertad de expresión. Los cambios que proponen tanto Twitter como Facebook son curitas frente a un problema más grande que es la concentración de la información". La solución debería ir más allá de prohibir propaganda política, o promover cambios cosméticos: "Lo que necesitamos para que las noticias falsas circulen menos es que se haga más y mejor periodismo".
Informe: Guido Vassallo.