Se estima que Los Miserables de Victor Hugo contiene más de 530 mil palabras y que algunas de ellas se insertan en una de las oraciones más largas jamás escritas en una novela. Apenas dos detalles numéricos de una obra que suele destacarse por su enormidad. La flamante miniserie a estrenarse este jueves por StarzPlay cuenta con un mérito que está en las antípodas de ese carácter. Su protagonista mantiene la boca cerrada en la mayoría de las escenas del primer episodio. Nada de canciones ni banderas flameando. La intención de esta versión es la de profundizar en la intimidad de ese crisol de desposeídos bajo la Restauración borbónica entre los que se despunta Jean Valjean. Sus ocho episodios estarán dispuestos desde el próximo jueves en la plataforma de contenidos premium para los usuarios de Apple TV.
Se trata, una vez más, de la historia coral que conjuga épica, melodrama, romance y los dilemas morales de sus criaturas en un contexto movido. Los relatos acerca de este grupo de desgraciados se entrecruzan en un período que va de la caída de Napoléon, sigue con la reinstauración conservadora hasta la revuelta popular de 1832. No hay una historia sino la Historia entreverándose con los destinos de Jean Valjean (Dominic West), la grisette Fantine (Lily Collins), el Coronel Pontmercy (Henry Lloyd-Hughes) y los horribles posaderos Thénardier (Olivia Colman y Adeel Akhtar), entre muchos otros. El inicio es en el mismo campo de batalla de Waterloo donde un grupo de ladrones esquilma a los vencidos. Ésta es la clase de suplicios con las que conviven los personajes. Y ninguno más desdichado que el prisionero 24601, el eterno perseguido por el inspector Javert (David Oyelowo). Más allá de su sentido coral, la relación entre ambos es el pivot dramático de toda la miniserie. “Yo nací en la cárcel. Los hombres como vos y yo solo tenemos dos opciones, rezarle a la sociedad o corromperla, vos elegiste lo segundo, y si yo hubiera sido un criminal habría sido uno mejor que vos: 19 años preso por robar un pan”, le clava el sujeto que no le dará respiro a Valjean.
Dominic West compone a su personaje como un volcán de sufrimiento y rencor, dispuesto a entrar en erupción en los momentos adecuados y que encontrará algo de dignidad en su relación paternal con Cosette (Ellie Bamber). “Ningún superhéroe duraría 19 años de trabajo forzoso. Es un tipo duro pero psicológicamente lo es aún más. Es muy difícil comprender el porqué se siente tan poca cosa y culpable de todo lo que le pasó en la vida, el porqué no cree que sea capaz de sentir paz o amor”, planteó el actor recordado por sus papeles en The Wire y The Affair. Un acierto del guionista y productor Andrew Dawies (responsable de otras adaptaciones para tevé de clásicos como Orgullo y Prejuicio y La Guerra y La Paz) es darle su tiempo al caldo de cultivo de barricadas y movilizaciones. Antes de que París vuelva a estallar se van hilvanando los pesares y algún que otro respiro para los huérfanos de la revolución. Los Miserables conjuga otros aciertos como sus actuaciones y puesta en escena que hacen gala de su sobriedad. Por eso es que desentonan los diálogos expositivos, especialmente en las escenas románticas.
Es posible, además, que un francófilo se espante por el talante brit de esta producción de la BBC y PBS. El director Tom Shankland señaló que lo verdaderamente ridículo habría sido impostar su french touch. Así es como los actores británicos se aprovechan de sus acentos como si fueran de distintas regiones de Francia. West campea un Valjean con tonada de obrero de Yorkshire porque, según él, no es un citadino sino un tipo del interior. Los involucrados, por otra parte, dijeron que hacer esta miniserie significaba un desafío por la reticencia a una nueva versión de Los Miserables. ¿Cómo se inscribe esta adaptación en el presente? Con una infinidad de adaptaciones en su haber, ¿qué singularidad puede aportar esta versión? “En definitiva la obra trata sobre los desposeídos y la pobreza es algo universal”, sintetizó West.