Mauricio Macri pasó sus últimas 24 horas de despedida en despedida. Tuvo su última reunión de gabinete, donde les aceptó la renuncia a todos sus ministros, pasó a saludar a los empleados de la Casa Rosada y a los periodistas acreditados. Allí contó qué hará después de entregar los atributos de mando: "Cuando le ponga la banda al presidente electo voy a irme a mi casa en Malvinas Argentinas (en referencia a la quinta Los Abrojos), donde paso todos los fines de semana. Porque me pareció que siempre tenía que tener contacto con mi vida real".
Tras un fin de semana en el que alternó todas las formas de despedida posibles (un documental, una movilización, una cadena nacional), Macri dio sus últimos pasos por la Rosada.
Juntó por última vez a su gabinete y recibió sus renuncias --una formalidad-- con fecha del 10 de diciembre. El clima fue distendido; había varios que internamente sentían alivio. Hubo chanzas y comentarios sobre los lugares lejanos a los que se irán de vacaciones. Casi como en el egreso de una etapa educativa, la vicepresidenta Gabriela Michetti hizo circular un cuaderno y le pidió a cada uno que escribieran allí un recuerdo. Se trata de un cuaderno donde la vicepresidenta anota poemas, anécdotas o pensamientos propios.
Algunos ministros, en un plan más de trabajo, contaron qué tareas hicieron en la transición para dejarles ordenado el traspaso a los que llegan. Todos comentaron la misa de Luján, que lo mostró a Macri en una situación cordial con su sucesor.
"Hoy es un lunes muy especial", fue la frase que se le ocurrió al presidente saliente ante los periodistas que esperaban novedades de la reunión. Al cierre del encuentro, los ministros lo aplaudieron. Una de las más fervorosas fue Patricia Bullrich, que en pocos meses asumirá como presidenta del PRO.
Al salir del encuentro, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, se tomó el tiempo para saludar a cada periodista con un beso y al final les dijo: "Gracias por todo". La siguieron en el ritual el vicejefe de Gabinete, Andrés Ibarra, y el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. Macri pasó sin saludar, pero más tarde se arrimó a la sala de prensa de la Casa Rosada, donde contestó algunas preguntas. Por un lado, insistió en que se comportará distinto que en los años del kirchnerismo, cuando ejercía la oposición más dura. "Es algo que compartimos todos los que integramos Juntos por el Cambio. Hay una vocación de ser constructivos, defendiendo las libertades, la República, el respeto a la ley. Son las cosas en las que creemos, pero queremos ayudar a que este proceso de cambio y de mejora continúe", aseguró el presidente saliente.
"Con el mismo respeto que hemos hecho la transición que ha sido histórica, porque nunca hubo una transición como esta", se vanaglorió y puso como ejemplo el encuentro con Alberto Fernández en la Basílica de Luján. Dijo que fue "un momento simbólicamente importante". Macri dio señales de que piensa tomarse unas largas vacaciones porque "hace muchos años que el vértigo no para y hay que darle tiempo al cuerpo a que se restablezca". "Si no me mató el estrés que me generó este trabajo, especialmente desde abril del año pasado, tampoco hay que abusar", bromeó, siempre hablando de sí mismo.
Cuando le preguntaron qué fue lo más importante que hizo en estos cuatro años, no pudo evocar ninguna medida concreta, ni económica ni de otro tipo. Prefirió irse hacia lo espiritual: "Haber transmitido paz y libertad a todos los argentinos". Sobre su rol en el futuro, aseguró que será "ayudar a coordinar Juntos por el Cambio". "Especialmente después de esas marchas que viví, que son imposibles todavía de procesar porque fue tanta carga afectiva, emotiva, tanta esperanza", ensoñó. La realidad le devolvió que estaba dejando la Rosada con cifras de inflación, pobreza e indigencia más altas de las que encontró.
Por la tarde, Macri se despidió de los empleados de la Casa Rosada y partió para participar de la ceremonia de la asunción en el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta. El hombre que está dispuesto a reemplazarlo.