Envuelto en la bandera blanca de tregua, el autoproclamado “prescindente” Juan Schiaretti dará el martes su primera señal de alineamiento al nuevo gobierno: pospuso para después de las siete de la tarde su propia reasunción, para estar presente a la mañana en la de Alberto y Cristina Kirchner, en el Congreso Nacional.
A diferencia de lo que hizo el 10 de diciembre de 2015, cuando asumió en territorio cordobés casi en simultáneo con Mauricio Macri, esta vez consideró necesario poner el cuerpo en la ceremonia de regreso del peronismo al poder. Tras años de pasitos de baile junto a su ex jefe de la Fiat, el “Gringo” corre el telón ante el nuevo escenario. Si eso ocurre, será puro mérito de Les Fernández, ya que Schiaretti hizo poco o nada para facilitar las relaciones: en las elecciones del 27 de octubre apoyó a Macri distribuyendo cientos de miles de votos con su “boleta corta” de diputados. El gobernador cordobés no sólo fue funcional, sino que, además de su prescindencia, ordenó un intenso trabajo territorial que tensó la cuerda al punto del estallido en el PJ cordobés. Tanto, que el senador nacional Carlos Caserio terminó renunciando a la presidencia del partido.
Hace unos días, Fernández resaltó que Córdoba tiene “históricamente una posición muy reactiva al peronismo” y que “fue punto de origen de la Revolución Libertadora". “Durante muchos años gobernó el radicalismo, y el radicalismo menos progresista que ha habido. Y el mismo peronismo que gobierna es un peronismo que se identifica con algo que llaman cordobesismo. Pero que oculta mucho su condición peronista”, sostuvo.
“Schiaretti se siente fuerte en su 57 por ciento. Nadie ha ganado por tanto acá. Lo sabe y cree que eso le da para hacer pata ancha, también defendiendo ante todo al campo”, dijo a este diario un funcionario del Panal, la sede del gobierno cordobés. “Córdoba progresa por su campo, que es su motor central”, se encargó de proclamar Schiaretti.
Además de la amenza de conflicto con "el campo", la provincia de Córdoba se enfrenta actualmente a un fuerte endeudamiento en dólares; a la necesidad de acudir a las arcas nacionales para pagar, por ejemplo, las jubilaciones. Schiaretti dio vuelta la página y sumó en su gabinete a Eduardo Accastello, un hombre de muy buena relación con Cristina Kirchner que lo enfrentó en 2015 (con el humorista Cacho Buenaventura como candidato a vice) y ahora cumplirá funciones como ministro de Industria y Comercio. Con fuerte territorialidad en la llamada Pampa Gringa y la cuenca lechera del sur cordobés, Accastello aparece como una pieza ineludible para capear la nueva etapa. A Schiaretti no se le olvidan los palcos que el hombre de Villa María compartió con Cristina presidenta en los momentos más cruentos del paro y bloqueo presentado como “conflicto del campo”.
De la Sota, prenda de paz
Recién asumida como legisladora en la Unicameral cordobesa, Natalia de la Sota será otra prenda y razón de amistad con la Casa Rosada. Fiel al compromiso que su padre José Manuel de la Sota había sellado con Máximo Kirchner y Cristina poco antes de morir en un accidente de tránsito el 15 de septiembre de 2018, tanto Natalia como Carlos Caserio fueron el soporte y andamiaje de las visitas de Alberto Fernández a la Córdoba “gato-friendly”.
Caserio había heredado la jefatura en el Senado luego del “cangurazo” de Miguel Angel Pichetto, pero no logró conservarla -era el lugar que imaginaba para sí, según le dijo a PáginaI12
-. Resta ver qué lugar pasará a ocupar en el nuevo escenario, en una provincia refractaria, cuasi hostil para el kirchnerismo. Tanto, que en las últimas elecciones le dio el 61 por ciento de los votos a Macri. No fue el mayor pronunciamiento al respecto: en 2015 le había dado un 71 por ciento.