Sin haber concluido el ciclo lectivo, diez docentes fueron despedidos el viernes pasado sin causa ni preaviso de la sede que tienen la escuela ORT en el barrio de Almagro. La mayoría de los cesanteados de la institución de la colectividad judía venían participando, en mayor o menor medida, de la construcción de la organización gremial en la escuela, que este año por primera vez en su historia eligió delegados sindicales. "Desde que nos organizamos y realizamos planteos colectivos para reclamar cuestiones salariales, mejoras en la implementación de la ESI (Educación Sexual Integral) y capacitación docente, hubo actitudes de amedrentamiento, que ahora se traducen en despidos para aleccionar al resto de los docentes", dijo a este diario uno de los ocho delegados y exalumno Sacha Unamuno, quien agregó que este miércoles a las 17 harán un abrazo a la escuela, ubicada en Yatay 240, para exigir la reincorporación de los despedidos.
En el ámbito de la educación privada la precarización laboral y los despidos sin causa suelen ser moneda corriente, tan corriente como la resistencia que muestran estas instituciones, que en su mayoría reciben subisdios estatales para el pago de salarios, a la organización sindical de su personal que les permite mantener un esquema de negocios donde los paros docentes para reclamar mejores condiciones laborales están prácticamente excluidos.
La elección de los delegados tuvo como objetivo mejorar las condiciones laborales y hacer cumplir las normativas de cursos de capacitación. Sin embargo, según contaron los despedidos, tras la elección "se generó un ambiente de persecución en el que los docentes tenía que cuidarse de compartir flayer, volantes y hasta con quién se juntaban".
"De los diez despedidos, nueve estamos afiliados al sindicato (UTE)", dijo a Página/12 Lucía Wainstein, docente con nueve años en la escuela, donde dicta las materias Filosofía, Historia y Formación Ética y Ciudadana. "Este años tenía siete cursos, de tercero, cuarto y quinto año. Y el viernes me enteré que me despidieron porque me bloquearon el acceso al mail y al campo virtual de la escuela. Desde entonces nadie se comunicó conmigo".
Otros despedidos tuvieron "menos suerte". Cuando llegaron a la escuela fueron escoltados por personal de la escuela y guardias de seguridad a una salita donde fueron informados de que no podían ingresar al establecimiento. Algunos de ellos, o ellas para ser más exactos, porque siete de los diez despedidos son mujeres, no pudieron cerrar las notas del año ni despedirse de sus alumnos, ni estarán en las mesas de exámenes para evaluar a los alumnos a los que acompañaron durante todo el año y que se llevaron materias.
Los telegramas no incluyen motivo ni justificación, solo cuestiones legales y de liquidación de salario, explicó Wainstein, quien contó que "hace nueve años que trabajo, siempre de la misma manera. Casualmente el año que nos sindicalizamos y llevamos adelante la elección, hacen un despido masivo. Si bien todos los años hay uno o dos despidos, no se daba con tantas personas a la vez. Es gente con distintas trayectorias en la escuela y con distinto grado de involucramiento, pero lo que queda claro que es un intento de amedrentar a la comunidad docente y de frenar la organización sindical".
La docentes advirtió que "desde que ocurrieron los despidos hubo una reacción muy rápida. La organización no fue en vano. Se hizo una asamblea de emergencia el mismo viernes en la que se decidió seguir de forma colectiva visibilizando los despidos para que no se siga naturalizando esta actitud, ni en esta escuela ni en ninguna otra. Y al mismo tiempo tuvimos la solidaridad de madres, padres, alumnos y graduados de la escuela, que nos preguntaban por las redes cómo podían ayudar, qué podían hacer".
Según sostuvieron los despedidos, las autoridades rechazaron explicar las razones de los despidos, aunque dejaron en claro que las motivaciones no eran pedagógicas ni profesionales sino un proceso de reestructuración de personal.
Este diario se comunicó varias veces con la institución, pero sólo obtuvo el compromiso de una vocera de prensa de la escuela de que el director Ejecutivo de ORT Argentina, Adrián Moscovich, se comunicaría, hecho que finalmente no ocurrió.
Para los delegados, la comunicación con las autoridades también fue un problema. En este sentido, Unamuno, que es docente del área de sociales, dijo que "fuimos a preguntar a las autoridades quiénes eran los despedidos, y no nos dieron información. Sólo nos dijeron que no había posibilidad de revertirlo ni de revisarlo. Y hablaron de motivos individuales y de reestructuración de personal. Entendemos que es un destrato más de los que sufrimos a lo largo del año, en el que las autoridades nos recibieron dos veces para después dejar de recibirnos".
Según recordó el docente, "en 2001 hubo un proceso similar, más asambleario, para organizarse gremialmente que terminó también con despidos masivos. La diferencia tiene que ver con la visibilización, en ese momento no había Whatsapp, Twitter, Facebook, Instagram, todas las redes sociales que ahora permiten hacerlo público, concentrar la solidaridad y los repudios a los despidos".