“En estos próximos cuatro años haré todos los esfuerzos necesarios para que estén en un primer plano los derechos de las mujeres. Buscaremos reducir, a través de diversos instrumentos, las desigualdades de género, económicas, políticas y culturales”, adelantó Alberto Fernández ya en el tramo final de su primer discurso como presidente . Además, anunció que se pondrá “especial énfasis en todas las cuestiones vinculadas al cuidado, fuente de muchas desigualdades, ya que la mayor parte del trabajo doméstico recae sobre las mujeres en Argentina al igual que otros países”. Y se refirió también a las violencias machistas y consideró que “Ni Una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la República” y que “el Estado debe reducir drásticamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación”.
Fue un claro guiño al movimiento feminista, que salió a las calles durante los últimos cuatro años, no solo para reclamar políticas públicas efectivas contra las violencias machistas, sino también para expresar su oposición al gobierno de Mauricio Macri.
La agenda de género tuvo su lugar en el discurso presidencial, en sintonía con la jerarquización de la temática que le dio, al crear el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, en el organigrama del Gabinete nacional. Será la primera vez que haya una cartera específica.
La lucha contra la violencia machista, la implementación de políticas de cuidado y contra las discriminaciones de todo tipo, incluido el género y la orientación sexual, fueron algunas de las definiciones que dejó en el Congreso. Sorprendió que no hiciera ninguna mención al tema del aborto, sobre todo después de anunciar tras el triunfo electoral, que enviará un proyecto al Congreso para despenalizar y legalizar la interrupción voluntaria de embarazo.
El flamante mandatario fue cuidadoso con el lenguaje inclusivo aunque no usó la “e”. Habló de “todas y todos”, de “hombres y mujeres”, de “pueblo” y “ciudadanía”, entre otros sustantivos colectivos. Y también mencionó a “niños y niñas”, visibilizándolas a ellas --que no suelen ser nombradas en discursos políticos-- al referirse al impacto de la pobreza y la necesidad de universalizar la educación de la primera infancia. Además, nombró al “feminismo” como uno de los movimientos sociales del momento junto a la “juventud” y al “ambientalismo” para convocarlos a sumarse al Nuevo Contrato de Ciudadanía Social que impulsará desde el Gobierno. Pero sobre todo, Alberto Fernández dejó entender que habrá transversalización de la perspectiva de género en sus políticas.
Cuatro de las cinco veces que mencionó la palabra “mujeres” lo hizo para remarcar alguna problemática particular que las (nos) afecta.
“Hoy el desempleo afecta a casi un 30 por ciento de los jóvenes y aun en tasas más altas a las mujeres jóvenes”, señaló cuando se refirió al grave problema del desempleo que provocó el modelo económico neoliberal que promovió el macrismo.
El ministerio que encabezará la abogada Elizabeth Gómez Alcorta tendrá un rol fundamental para llevar adelante la transversalización de la perspectiva de género en las políticas públicas promovidas desde otros ministerios. El hecho de que Alberto Fernández haya dado cuenta del mayor impacto que tiene la desocupación entre las jóvenes da cuenta de esa intención. Ese diagnóstico debe cruzarse con el porcentaje de jóvenes llamados (o mal llamados) Ni Ni, que en su mayoría son mujeres: las estadísticas revelan que casi 7 de cada 10 son chicas y que esa realidad responde a que, en general, abandonan la escuela porque enfrentan embarazos no planificados en la adolescencia y no es que no trabajan sino que se están haciendo cargo del cuidado de sus hijes, es decir, se ocupan del trabajo reproductivo, doméstico, no remunerado.
Justamente, en dos tramos de su discurso el Presidente se refirió a la necesidad de implementar políticas de cuidado. Por un lado, cuando dijo que pondrá “todos los esfuerzos necesarios para universalizar la educación de la primera infancia, para que todas nuestras niñas y niños, desde los 45 días hasta los 5 años aprendan, jueguen y convivan en ese espacio fundamental para su futuro como personas y para nuestro futuro como nación que es la escuela”. También adelantó que otra de las “prioridades” de la gestión será “avanzar en la extensión de la jornada escolar, una iniciativa fundamental para romper las desigualdades de origen. Empezaremos por las escuelas a las que asisten niñas, niños y jóvenes de sectores que más necesitan del Estado, que ya no pueden esperar más”. Garantizar vacantes universales en jardines de primera infancia y doble jornada escolar son componentes de las políticas de cuidado, que se reclaman desde el movimiento de mujeres y disidencias.
Y más adelante, el presidente fue bien claro sobre este punto: “Pondremos especial énfasis en todas las cuestiones vinculadas al cuidado, fuente de muchas desigualdades, ya que la mayor parte del trabajo doméstico recae sobre las mujeres en Argentina al igual que otros países”. En el Congreso desde hace varios años hay más de cuarenta proyectos que se refieren de una u otra forma al tema, promovidos desde distintas bancadas.
Los párrafos que le dedicó específicamente a las luchas por los derechos de las mujeres llegaron hacia el final de su exposición:
* “No quiero finalizar sin mencionar enfáticamente que en estos próximos cuatro años haré todos los esfuerzos necesarios para que estén en un primer plano los derechos de las mujeres. Buscaremos reducir, a través de diversos instrumentos, las desigualdades de género, económicas, políticas y culturales”.
* “Ni una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la república. El Estado debe reducir drásticamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación”.
* “También en nuestra Argentina hay mucho sufrimiento por los estereotipos, los estigmas, por la forma de vestirse, por el color de piel, por el origen étnico, el género o la orientación sexual. Abrazaremos a todos quienes sean discriminados. Porque cualquier ser humano, cualquiera de nosotros, puede ser discriminado por lo que es, por lo que hace, por lo que piensa. Y esa discriminación debe volverse imperdonable”.
El pañuelo multicolor que representa al colectivo LGBTTI y que lució Estanislao, hijo del presidente, en el bolsillo del saco, fue otro gesto de sintonía con las minorías discriminadas por orientación sexual o identidad de género.
La que tal vez quedó fuera de sintonía con los nuevos tiempos, fue la locutora oficial de la cadena nacional, que al anunciar el arribo del presidente al Congreso junto a Fabiana Yáñez, su pareja, la nombró a ella como su “señora esposa”, lejos del modelo de familia no tradicional, sin hipocresías ni prejuicios que pretendió mostrar desde un primer momento Alberto Fernández ya al inicio de la campaña electoral.