El festival destinado a musicalizar la asunción de Alberto y Cristina Fernández
abrió temprano. No más de las 14, mientras la plaza de la Victoria -así se llamaba en tiempos de Rosas- ardía en calores y colores humanos. En gritos animosos. Musiqueros y musiqueras iban subiendo mientras pasaba la tarde y, más que una cuestión estética, imperaba en ellos el factor emocional. Imposible abstraerse al marco. Las consignas se hacían oír con fuerza. Con garra. Al “Somos de la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y de Evita”, que entonaba festiva la pibada del Peronismo Militante, le sucedía un “Macri se fue, Macri se fue”, de los muchachos de la Juventud Sindical. Del “Fuera ingleses de Malvinas, fuera yanquis de América Latina”, proveniente de la tenaz y perseguida Tupac Amarú, a un “Abran paso, llegó la Jotapé, del pingüino, de Chávez, de Fidel. Te llevamos, Eva en el corazón, acá estamos los soldados de Perón”. Y así. Imposible que los artistas se abstraigan ¿Cómo, para qué y por qué, al cabo?
Uno de los primeros en subir, con una enorme wiphala electrónica extendida a lo largo de la pantalla gigante a sus espaldas y una bandera boliviana enrollada en el antebrazo, fue Bruno Arias. El norteño sintonizó con el clímax popular a través de un “Vamos a volver” a ritmo NOA. Y con la intro de “Cinco siglos resistiendo”, como para tirarle un guiño al pueblo boliviano, atrapado una vez más en el entramado oligárquico-cívico-militar. Olor a descarga tuvo además el toque de Arias, a quien Morales, gobernador de Jujuy, en 2017 le prohibió actuar en escuelas rurales, por apoyar a Milagro Sala. El sol calcinaba nucas y la muchedumbre sudaba al calor de diciembre cuando, primero Sudor Marika –hacedores del “Si vos querés”-- y luego los Súper Ratones, siguieron bancando el “nuevo” proyecto. “Nunca más neoliberalismo en Latinoamérica”, bregaron los primeros, cuarteto va, cumbia viene. Con rock y pop, matizaron los segundos.
“¿Cómo estamos hoy, eh?”… Biennnnn, se clamaba. “Alberto presidente, Alberto presidente”, se cantaba tipo 3, hora pico para el pico de sudor. Las banderas de la agrupación "26 de Julio" de la UOM, y de “Barrios de Pie” flameaban alto, mientras Ella es tan Cargosa y los Arbolito, presentes en buenas y en malas, en calles y plazas. La emoción colectiva subía el voltaje ante una de las canciones emblema de la resistencia en estos años: “Este abrazo”, el tema que Agustín Ronconi compuso en homenaje a Néstor. “Un surco se abrió en el continente, para sembrar nuestro sueño de siempre, qué lindo mostrarle al mundo qué bien se siente este abrazo… latinoamericano”, se cantaba casi al momento en que, en el Salón Blanco, Alberto se abrazaba con Rafael Correa y el Pepe Mujica.
Cuatro y pico de la tarde y el termómetro se acercaba peligrosamente a los cuarenta grados. Tremendo. Agua por doquier. Vendedores en busca de hacerse el aguinaldo. Gorros y sombrillas para guarecerse del viejo y gordo sol, y El Kuelgue, al grito de “El que no baila es Luis Majul”. Tras ellos, Carolina Peleritti, Eruca Sativa. Iván Noble ¡con los Caballeros de la Quema! haciendo “Patri”, (“Macri se va…”) y, claro, “Avanti Morocha”. Coti, Bersuit y las cumbias de Mala Fama, Lito Vitale, Litto Nebbia, un final con todos y todas cantando el Himno, besando el crepúsculo.