Quiso el fútbol argentino –y sus azares- que el primer torneo femenino semiprofesional de Primera División cerrara su temporada con tres goles de Maca Sánchez, la futbolista que fue protagonista y símbolo de la lucha de las jugadoras por hacer valer sus derechos. San Lorenzo derrotó este martes como visitante a Rosario Central 4-1, cerró la primera parte del certamen que inauguró los contratos profesionales en los planteles de mujeres y, aunque todavía falta mucho por mejorar en pos de un fútbol más igualitario, seguramente muchas –dentro y fuera de la cancha- celebren a fin de año estos nuevos tiempos de la pelota bajo su suela.
“Sin dudar, el balance de este torneo ha sido positivo. Comparado con años atrás es la gloria, pero hay que seguir trabajando. También hay que creer un poco”, le explica a Página/12 Fanny Rodríguez, goleadora de Boca que lidera la tabla del torneo en este cierre previo al receso. La futbolista de 34 años se dio el lujo de ser la gran protagonista del primer superclásico femenino de la era semiprofesional: en aquella primera fecha del certamen, Boca goleó a River 5 a 0 y la delantera entró desde el banco y se despachó con tres goles.
Aquella tarde, Boca demostró el potencial y la calidad futbolística que lo ha convertido en líder, con 31 puntos, seguido por sus escoltas UAI Urquiza (con un partido menos) y San Lorenzo, segundo y tercero con 28 y 26 unidades, respectivamente. El puntero ha sido la única institución que le realizó contratos profesionales a todo su plantel de Primera División.
“El fútbol ha ido mejorando: cuando llegué a Argentina el nivel era uno y ahora es otro. Este torneo, sin dudas, ha sido mucho más competitivo”, reflexiona Carolina Birizamberri, la goleadora uruguaya que tiene River, a donde llegó hace tres años. Clarisa Huber, volante xeneize de exquisita calidad, coincide con su rival y además profundiza en las razones de esas diferencias futbolísticas que se ven en las canchas: “Esta temporada tuvo buen nivel, más allá de que hay equipos que no pueden entrenar los suficientes días para estar a la altura de los que son candidatos. Nosotras notamos, a veces, que hay equipos físicamente un poquito por debajo de otros más fuertes como River, San Lorenzo o la UAI”.
La mediocampista recuerda que ella misma, después de disputar la Libertadores con Boca en 2010, había decidido retirarse porque las diferencias eran muy grandes entre los equipos y porque muchas conquistas -como los viáticos- se habían perdido. Este año, su vuelta también tomó fuerza gracias a la nueva era semiprofesional que acaba de concluir sus primeras 11 fechas.
“Somos rivales en la cancha, pero más vale que esta lucha es de todas. Acá estamos todas peleando para que todas las jugadoras tengan su contrato, siempre a favor y apoyando a las chicas que no cobran o tienen problemas en sus clubes”, aclara Birizamberri, consciente de las distintas realidades de cada uno de los 17 planteles que integran el certamen. Las jugadoras de El Porvenir, por mencionar un caso, realizaron un contundente reclamo esta última fecha. “El club no nos brinda nada. No tenemos las pelotas que nos da AFA, no sabemos dónde están. La remera que usamos la hicimos nosotras y se las regalamos a nuestros DT's, que son los únicos que nos apoyan acá”, había dicho Solange Tarsia, defensora del conjunto de Gerli, luego de la derrota 4-0 frente a Independiente.
“La diferencia se refleja ahí, en el momento de los contratos –señala Huber-. Tener la posibilidad de que te paguen por jugar al fútbol es un sueño hecho realidad. Ojalá que los clubes que hoy tienen ocho contratos, el año que viene tengan 16, y los que tienen 16, ojalá que tengan más de 20. Es genial lo que se ganó y lo que está viviendo el fútbol femenino, pero el objetivo de todas las jugadoras es que siga creciendo”.
Fanny Rodríguez sueña con que Tiziana, su hija de 13 años que juega en la liga platense, pueda disfrutar de un fútbol con más derechos que aquel en el que ella se inició. Según lo pautado, el torneo volverá al ruedo el 9 de febrero y allí se volcarán nuevamente muchas niñas y adolescentes, a identificarse con las ídolas de sus clubes, que juegan y luchan adentro y afuera de la cancha. "Me cuesta dimensionar esas cosas, pero yo también las viví de chiquita -se acuerda Birizamberri-. Incluso de grande jugué contra mi ídola, la brasileña Marta, y el recuerdo es eterno. Siempre le digo a las niñas que no dejen de soñar y que, como nosotras, ahora también pueden cumplir su sueño: ser profesionales del fútbol".