Encendido, enérgico y con la intención de demostrar dónde está parado ahora que pasó la campaña en la que apoyó a Mauricio Macri con su “prescindencia”, Juan Schiaretti reasumió anoche su tercera gobernación en Córdoba. Llegado al atardecer desde Buenos Aires, donde le puso el cuerpo a la asunción de Alberto y Cristina Fernández, pospuso su propia jura hasta pasadas las ocho de la noche.
Con un discurso en el que usó un tono cuasi marcial y hasta sus brazos para recalcar cada frase, intentó rebatir las dos particularidades que la provincia ha cultivado (y hasta se ha ufanado) durante más de dos décadas: la insularidad y el cordobesismo.
“Córdoba nunca se creyó que era una isla”, dijo con el ceño fruncido ante la Asamblea Unicameral en pleno. “Tampoco los cordobeses nos creímos que habíamos generado el cordobesismo”, negó. “Como siempre digo, fue la expresión de dos gobernadores (él y su amigo y jefe político José Manuel De la Sota) que querían reafirmar nada más que la tarea… Córdoba sí es parte de la Argentina profunda. Del interior profundo de nuestra Patria. Eso somos los cordobeses. Y tal, tal vez sí somos la capital del interior de la Patria. Pero no porque lo digamos nosotros, sino porque lo dicen todos los comprovincianos que vienen a estudiar a Córdoba, se quedan en Córdoba y nos dan esa impronta del interior”.
Vivado y ovacionado por una platea que lo se escuchó asintiendo cada concepto, el “Gringo” se esmeró en remarcar su adhesión a la nueva etapa: “Queremos que a nuestra amada Patria argentina le vaya bien, porque sabemos que si no le va bien a nuestra Patria, no le va ir bien a Córdoba, ni al interior de la Patria que nosotros expresamos. Por eso reitero mi decisión, que es la decisión de todos ustedes, de que trabajemos junto al nuevo gobierno nacional para que pueda superar esta crisis, pueda reducir la pobreza y pueda reducir esa grieta y eliminar esa grieta que tanto daño nos hace”, dijo. Y arengó “¡Vamos Argentina!”.
Enumeró la obra pública que realizó (“se puede ver por todos lados”), las autovías, puentes y conexiones troncales de gas que son un sello de sus gestiones. Algo que, entre otras cosas, le dio “casi el 60 por ciento” de los votos el 12 de mayo pasado.
Y si bien repitió que apoyará a Les Fernández, también advirtió que “cuidará a Córdoba y a los cordobeses en todos los ámbitos” como lo ha hecho siempre, ya que dijo sentirse “cordobés hasta el caracú, más cordobés que el cuarteto y la peperina”, redundó. Emocionado hasta las lágrimas dijo que nunca se olvida de sus orígenes y siempre será “un humilde hijo de barrio Talleres Oeste”, lo que fue leído como una especie de "despedida" ya que éste sería su última asunción como gobernador.
Anunció que en los cuatro años que vienen reforzará todas las áreas, pero le dará impulso a lo que tiene que ver con la protección de las mujeres “porque el Siglo XXI es el siglo de las mujeres y que lo vayan sabiendo esos cobardes que les pegan”. Y reiteró su “homenaje a los 30 mil compañeros desaparecidos, y al respeto irrestricto por los Derechos Humanos” en la provincia.
Luego de la jura de Alberto Fernández, Schiaretti había sido más parco y hasta un tanto hosco cuando los periodistas lo pidieron su opinión sobre el discurso presidencial: “No debo hacer consideraciones ni análisis de nada. Ya hay demasiados analistas en la Argentina”.