El represor Omar Rubens Graffigna falleció a los 93 años el lunes. Fue comandante de la Fuerza Aérea durante la última dictadura cívico militar, pero la absolución que logró en el juicio a los comandantes, en 1985, le dio casi de 30 años de impunidad: recién en 2016 fue condenado por el secuestro y las torturas a José Pérez Rojo y Patricia Roisinblit, padres de Mariana Pérez Rojo y Guillermo Pérez Rojo quien, tras nacer en la ex Esma y ser apropiado por genocidas, recuperó su identidad durante los 2000.
Graffigna era jefe del Estado mayor general de la Aérea cuando integró la segunda junta militar de la dictadura que asoló al país entre 1976 y 1983 y era, hasta el lunes, el único comandante genocida vivo. Estuvo a cargo del gobierno junto a Roberto Viola y Armando Lambruschini entre 1979 y 1981.
Sin embargo, quienes estuvieron al frente del juicio histórico a los altos mandos del terrorismo de Estado no lograron comprobar su responsabilidad en los delitos de lesa humanidad ventilados en aquel debate y, en 1985, resultó absuelto. A excepción de un pedido de extradición de España, que solicitó juzgarlo en esa tierra por violaciones a los derechos humanos de ciudadanos españoles en Argentina, Graffigna gozó durante casi 30 años de la impunidad que le otorgó aquella absolución.
Recién en 2013 fue procesado por el secuestro y las torturas aplicadas a la pareja Pérez Rojo-Roisinblit, que fueron encerrados en la Regional de Inteligencia de Buenos Aires en 1978 y permanecen desaparecidos. El juez de primera instancia Daniel Rafecas también ordenó su detención.
Tres años más tarde, aquellos delitos le valieron su primera condena: 25 años de prisión, pena que resultó confirmada por la cámara de Casación hace dos meses. En 2018 fue nuevamente condenado por los delitos que tuvieron lugar en el centro clandestino de detención que la Aérea mantuvo en funcionamiento en la Ciudad de Buenos Aires a 15 años de encierro. Falleció cumpliendos esos castigos en su casa.