Con el avance del movimiento feminista durante los últimos años, el cambio de paradigma en las universidades es ineludible. La visibilización de los mecanismos de la violencia de género y los abusos sexuales, y los efectos que tienen sobre las víctimas, hacen que desde el campo de formación en psicología se vuelva fundamental una enseñanza con perspectiva de género, para poder tratar estas problemáticas tanto desde el consultorio como en el trabajo territorial. Sin embargo, recién ahora está tomando envión.

En la Universidad de Buenos Aires, la facultad de Psicología cuenta con una cátedra especializada que ya tiene 33 años: antes, Estudios de la Mujer; hoy, Introducción a los Estudios de Género. Hace sólo 10 años la cursaban un puñado de estudiantes, pero hoy desborda y fue necesario agregar más comisiones para cubrir la demanda. Pero se trata de una materia optativa, por lo que “no es algo que esté transversalizado en toda la carrera”.

“Se sigue pensando como un tema aparte, como algo que tiene que ver con una especialización, cuando en realidad lo importante y lo que venimos a plantear desde la cátedra es que justamente la modalidad en que padecemos, en que nos enfermamos, en que hacemos síntoma, y sobre todo síntoma subjetivo, tiene que ver con el modo en que nos posicionamos en el mundo”, explicó al Suplemento Universidad María Luján Costa, integrante de la Red de Psicologxs Feministas y de la cátedra de Introducción a los Estudios de Género. Costa, quien colabora en las consejerías de violencia de género La Hoguera, planteó que estos síntomas pueden originarse “desde cuestiones de clase, geográficas, y cuestiones de género”. “No hacemos síntoma de igual forma existenciarios cis que trans, existenciarios masculinos que femeninos; los existenciarios intersexuales están totalmente invisibilizados”, sostuvo.

Si bien destacó que hay un proyecto para incluir la materia en la currícula obligatoria, la psicoanalista puntualizó que también deberían revisarse los contenidos y teorías que se estudian en la carrera, que suelen basarse en un modelo de sujeto universal que ya se quedó atrás. “Las teorías hay que contextualizarlas sociohistóricamente. Estamos estudiando a varones blancos, cis, heterosexuales europeos. Quedan invisibilizadas un montón de otras voces desde Latinoamérica: existenciarios femeninos, la comunidad travesti trans”, indicó.

“Este tema se resuelve con una formación de género que sea transversal a todo el desarrollo curricular. Ese eje que venimos discutiendo en Córdoba ya se logró: recientemente se han aprobado en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba los contenidos de género transversales a la carrera”, destacó la psicóloga egresada de la UBA Daniela Gasparini, trabajadora del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Gasparini, quien fue candidata a vicejefa del gobierno porteño por Consenso Federal, desde su militancia en Libres del Sur, añadió que en el trabajo interdisciplinario en casos de violencia o abuso se nota la “falta sensibilización y capacitación, y eso tiene que ser transversal a toda la formación”, como parte de un compromiso de todas las universidades a nivel nacional que “deberían incluir en su currícula cuestiones de género”, así como de la “voluntad del Estado”.

Avances

Tanto Costa como Gasparini estudiaron hace alrededor de diez años, cuando la materia dedicada a los estudios de género aún no había despegado. Desde entonces, notan una serie de avances en algunos contenidos, pero, sobre todo, en el alumnado: “Cuando yo estudié éramos muy pocos en la materia, no entendíamos mucho de nada de eso. Hoy me pasa que les alumnes vienen con un conocimiento previo, ya sea de la militancia o desde lo académico. Vienen con mucho conocimiento, y la materia explotó”, relató Costa.

Gasparini tiene recuerdos similares sobre su propia cursada, magra en términos de asientos ocupados, pero sobre la actualidad destaca: “Hoy son les estudiantes quienes cuestionan a les docentes. No pasa inadvertido si se aprovechan de la situación de poder en el aula, y más si es varón; no pasa inadvertido si en los contenidos se deja entrever algún contenido misógino o machista. También se cuestiona la teoría freudiana basada en el falocentrismo y las mujeres como únicas histéricas; el lugar donde se pone a la paciente mujer o disidente, donde hay algo de la culpa o la fantasía que siempre ronda los síntomas que atraviesa por haber vivido situaciones traumáticas. Esto ya cambió: todos los psicólogos deberíamos desresponsabilizar, creer en su relato, no culpabilizar”.