Juan José Chiesa es investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI) desde hace más de diez años. En 2002, obligado por la explosión del neoliberalismo, emigró a España y cuatro años después fue uno de los más de 1.000 científicos que volvieron al país. Hoy se dedica a la cronobiología y al estudio del reloj Circadiano, que regula los procesos biológicos y cómo influye en ellos los procesos de luz y oscuridad naturales. Chiesa cuenta cómo fue sobrevivir al delarruismo y al macrismo para seguir buscando respuestas a través de la ciencia.

Nació en Rio Negro, hace 49 años; vino a Buenos Aires a estudiar medicina para seguir con el mandato paterno, pero en el segundo año decidió que su camino iría por otro lado.

Comenzó la carrera en Exactas de Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuando una charla de Diego Golombek, lo introdujo en el mundo de los “Ritmos Biológicos”.

A principios de 2000, trabajó de docente, hizo encuestas y hasta fue fumigador. En 2001 subsistió gracias a una beca en la Academia Nacional de Medicina, en el área de Inmunología, que si bien no era su campo, le permitió una formación más allá de lo científico. “Fueron años de despertar en lo político. Eran tiempos en los que había que darle pelea al gobierno de Fernando de la Rúa que obviamente no tenía un plan para la ciencia sino todo lo contrario. Eso nos transformó a muchos de nosotros en militantes del sistema científico nacional”. Y agrega: "Algo parecido a lo que se dio en los últimos tres años, en los que cortaron todo tipo de financiamiento o es marginal”.

Ya en 2002, con una beca de la Universidad de Barcelona, pudo desarrollar su profesión y hacer su doctorado en Cronobiología Experimental. "Más allá de lo económico, tenía la necesidad de desarrollarme como profesional. Sentía que me urgía dedicarme a lo que me había preparado”, revela.

En 2006 la mirada que la política tenía para el sector era mucho más favorable. Con más financiamiento y una fuerte inversión se buscó reactivar el sistema. En ese contexto, Chiesa fue uno de los investigadores repatriados por el programa Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior (RAICES), que “básicamente buscaba recuperar a muchos de los que habíamos tenido que emigrar al exterior, financiando la movilidad y la mudanza, además del puesto laboral", recuerda.

Un año después, ingresa a la carrera de investigador científico del CONICET, con lugar de trabajo como docente en la UNQUI, donde trabaja actualmente. “El ámbito de la Universidad es hermoso. La UNQUI tiene una inserción territorial muy interesante que creció con su contexto”, explica el profesor adjunto.

Paralelamente con su tarea docente, sigue “trabajando en entender los mecanismos por cómo el Reloj Circadiano se pone en hora con los ciclos de luz y oscuridad y estudiar la trasmisión de señales que dispara la luz como estímulo sincronizador principal”.

“En mi tesis estudié cómo distintos pilotos de líneas aéreas que volaban hacia México y Tokio sufrían alteraciones en la fisiología circadiana en los vuelos tras meridianos, a través de recolectar datos como presión, temperatura o actividad física”, cuenta.