El miércoles pasado Anahí de la Fuente volvió a su puesto de trabajo. La habían echado hace 9 meses, junto a otra compañera que prefiere no revelar su identidad, después de que las dos denunciaran por acoso sexual y laboral al entonces director del Centro Cultural San Martín y jefe de ambas, Diego Pimentel. El mismo que se aseguró de poner su firma en el acta que les rescindía el contrato, precario desde el vamos. “Lo hizo para decir mirá que larga que la tengo, te echo yo”, dice Anahí mientras celebra un logro sin precedentes.
“Fue a principios de este año cuando pude percibir que Pimentel también estaba violentando a una compañera de trabajo, ahí yo sentí el ruido de cuando rompen a alguien, sentí como ella había cambiado la postura cada vez que iba a trabajar y mi instinto fue de no, hasta acá”. La primera acción fue enviar una serie de telegramas pidiendo que se las alejara de Pimentel argumentando que no podían trabajar en esas condiciones. Como respuesta llegó la amenaza cumplida y firmada por el mismo que la perpetraba: se quedaban sin trabajo. En el acta que ponía fin al contrato –que Anahí acababa de renovar- se abría la posibilidad de apelar frente al Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires en un lapso de 10 días. Pero antes de que pasara la mitad del tiempo sus puestos de trabajo estaban ocupados por otras personas.