Devenir mujer. Llegar a serlo, decía, escribía, Simone de Beauvoir.

Lo femenino como potencia, hemos dicho tantas veces.

Mujer como la capacidad más fulgurante, pasada y actual de luchar contra las opresiones.

No se nace mujer, se llega a serlo. Del mismo modo en que no se nace libre. Lo libertario, democrático e inclusivo, es un proyecto, que a lo largo de la Historia generó revoluciones y revueltas.

El martes se respiró alegría profunda y festejo. ¿Cómo festejamos nosotres? Con lucha, en la Plaza y en la calle. Siempre. Lucha que amplíe no solo derechos sino conquistas. Los derechos no vienen dados, no se autoengendran ni se donan. Se conquistan.

Que un proyecto político encuentre en esa historia y en ese acontecimiento del presente la posibilidad de reabrir o relanzar su historia es lo que conomovió a tantes, y lo que permite sostener una vital esperanza. Porque --si bien el martes hubo determinados gestos, intencionales y pensados, cuidadosos, provocadores y amorosos, como desenrejar la plaza por nombrar solo uno-- esa frase revela en su forma de aparecer, o de existir, algo tan genuino y verdadero como lo es la realidad del inconsciente, la realidad del deseo, de los deseos inconscientes, inconsciente que además es histórico-social. Todo eso sintetizado en una sola oración. No la que ora, no la que promete, sino la que revela, se revela, en una verdad. 

Ya no es simplemente "vamos a volver". 

Recapitulación del pasado que retorna igual en el presente, sino ese pasado que galopa sobre el tiempo del hoy, con sus ayeres a cuestas, y la búsqueda de un futuro en el que sea mejor ser mujer, y en el que todas esas luchas sostengan, motoricen e inspiren las que vendrán. El inconsciente es histórico social, es político y es productor de acontecimiento. Más que nunca este martes: singular y colectivo.

Una pregunta que me he hecho en otros lugares es cómo articular las luchas feministas con otras luchas. El martes nomás, vía lengua revuelta, el inconsciente de Alberto Fernández, reveló su inteligencia. Devenganmos mujeres, seremos mejores. Volver es ahora, más que nunca, profundizar, complejizar y expandir ese rumbo. No fue magia ni lo será, en todo caso es sueño. Y política.

Ah, ¡y será ley!

Lila M. Feldman es psicoanalista y escritora.