Sabemos, como se dice, que no fue magia. Fue el empuje de millones, fue la militancia desde abajo en cada sindicato, en cada puesto de trabajo, en cada organización política, en cada escuela, en cada universidad, en cada barrio y en cada casa. Así construimos nuestros consensos, que son muchos y transformadores. Ese programa colectivo es el que quisiéramos que recoja el próximo gobierno. Y es también el que deseamos seguir construyendo en esos espacios, de abajo hacia arriba hasta que no exista más esa distancia.
Un horizonte feminista
En estos años de encuentros multitudinarios, asambleas y amistades políticas construimos reivindicaciones que son urgentes para que NiUnaMenos sea “una bandera de toda la sociedad”, como sugirió Alberto Fernández en su asunción.
No caben en un solo ministerio, son medidas transversales, que interpelan a todos los ámbitos de Gobierno. La medida cero sería entonces que el nuevo Ministerio de la mujer, género y diversidad que dirigirá la abogada y militante de derechos humanos Elizabeth Gómez Alcorta se comprometa a transversalizar el enfoque feminista al resto de los ámbitos de Gobierno y a ensayar un ministerio de puertas abiertas. Sería el punto de partida para superar las experiencias de lo que fueron el Consejo de Mujeres, luego Instituto Nacional de Mujeres, que gobernaron apegados a las agendas y recomendaciones de organismos internacionales y ONG’s (ajustes y convenios con empresas privadas incluidos), muy lejos de las demandas del feminismo local.
La militancia popular de la nueva ministra y su lucha por los derechos humanos y contra el racismo que sufrieron líderes como Milagro Sala y Moira Millán son un buen augurio. En Argentina construimos un feminismo anticolonial y plurinacional, que hace tiempo dejó de ser un nicho de las clases medias universitarias, como había sido hasta no hace tanto tiempo.
Es también un feminismo hijx del Nunca Más, herederx de las madres y las abuelas, muchas de las cuales hoy llevan ambos pañuelos, el blanco y el verde. Ese pañuelo que se convirtió en símbolo mundial y en contraseña entre nosotras debería ser lo primero: #1 aborto legal, seguro y gratuito en el hospital y en cualquier lugar, como dice la consigna. El nuevo, aunque ya experimentando Ministro de Salud, Ginés González García, avisó que el suyo será un ministerio verde, por si quedaba alguna duda de que se trata de un asunto de salud pública.
Un país difícil: primeras contra el conservadurismo
Ese pañuelo que decimos que fue contraseña, nos ubicó en la primera fila del combate contra los conservadurismos y la derechización social que el macrismo impulsó desde el Estado.
La consigna que exige no sólo aborto legal sino también la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos amplió el abanico de luchas hermanadas. El derecho a abortar plantea una ruptura con la maternidad como destino obligado de los cuerpos con capacidad de gestar y con toda forma de control sobre nuestros deseos. Por eso el poder eclesiástico puso el grito en el cielo. Las feministas herejes, esas brujas que no pudieron quemar, militamos contra todo vínculo opresivo, ya sea familiar, político o religioso.
Sabemos que la presión que ejercieron la mayor parte de las iglesias para que el proyecto de la Campaña no se apruebe en el Congreso tiene mucho que ver con la no laicidad del Estado argentino. El respeto por la libertad de culto debería ser también (aunque suene medieval el pedido) la separación de la Iglesia y el Estado. Y hete aquí nuestra medida #2.
No tiene que ver únicamente con el pago de ¿sueldos? a obispos y arzobispos, que representa un presupuesto mínimo en comparación con otras partidas que el Estado regala a las iglesias. Son sobre todo con las millonarias transferencias a las escuelas católicas y las exenciones impositivas, fondos que dejan de destinarse a la educación y a la salud públicas, laicas y gratuitas. Las escuelas religiosas, las primeras en no respetar la aplicación de la Educación Sexual Integral, deberían ser una opción privada, no subsidiada por los gobiernos provinciales, que hoy se hacen cargo de la mayor parte de los sueldos que pagan esas instituciones.
Doce años de macrismo en la Ciudad confirman el vínculo entre educación religiosa, privatización y desfinanciamiento de la educación pública: durante su gestión, lograron que la matrícula en escuelas privadas supere el 50 por ciento.
Como medida #3, necesitamos que la Educación Sexual Integral llegue a todas las escuelas, y a todo el país. No puede ser un privilegio de algunxs ni quedar librado a la voluntad de lxs docentes de cada institución.
Así como el pañuelo verde se tejió con el blanco, vimos al celeste pro-aborto clandestino ser agitado por quienes celebraron la doctrina Chocobar y las políticas de (in)seguridad que pusieron a las fuerzas a perseguir a lxs más golpeadxs por un sistema excluyente.
Durante estos años acumulamos videos, anécdotas, imágenes a veces tan ridículas como dolorosas, de la policía secuestrando mercadería de vendedorxs ambulantes, tirando a la basura la comida de parrillas callejeras, mientras al mismo tiempo se destruían puestos de trabajo y se volvía a poner al hambre sobre la mesa de tantos hogares. Vimos también escenas alevosas de despilfarro de recursos: cinco patrulleros para detener a dos limpiavidrios, diez policías para llevarse a un menor de edad acusado sin pruebas de robar una bicicleta, y así en cada provincia, en cada barriada. Por primera vez reprimieron un 8 de marzo y después lo tomaron como costumbre. Nos detuvieron por un beso lesbiano. Sacaron a la calle a cientos de miles de policías con armas y sólo unos meses de formación. Y uno de cada cuatro femicidios, fue con arma reglamentaria.
En todos esos registros sensibles se repite algo: mujeres, lesbianas, travas, maricas que se plantaron, cara a cara contra lxs uniformadxs. Pusimos el cuerpo para detener los impulsos más fachos de quienes se acercaban al lugar de los hechos a pedir mano dura, a golpear en el piso a alguien que había robado para comer.
Por eso nos alegra Sabina Frederic a cargo del Ministerio de Seguridad. Porque con ella coincidimos en que más policía, no es más seguridad. Nuestra cuarta medida urgente es #4 terminar con el gatillo fácil, con la represión y con la portación de armas fuera de horario de servicio.
Travajadoras somos todas
Hemos logrado en muchos lugares superar el carácter biologicista que asocia feminismo únicamente a las mujeres y a la violencia física sobre nuestrxs cuerpos. Sin embargo, cuesta mucho que las políticas cobren otra orientación. Para eso queremos romper con el sesgo familiarista y heteronormado de las políticas públicas, que no atacan la división sexual del trabajo.
Es urgente contar con un Sistema Nacional de Cuidados que contribuya a distribuir de manera más equitativa los trabajos reproductivos, que impulse la provisión de servicios públicos para disminuir su peso y que remunere a quienes hoy se hacen cargo de esos trabajos, más allá de las relaciones de parentesco (#5).
Las licencias paritarias tampoco pueden esperar (#6). Y deben ir de la mano de un fuerte compromiso por reducir la informalidad laboral, que deja completamente desprotegidas a quienes no tienen un trabajo registrado. El CupoLaboralTrans (#7) es una deuda del Estado Nacional, que comienza a aplicarse en algunas provincias.
Para empujar estas reivindicaciones del mundo del trabajo necesitamos (#8) paridad en todos los ámbitos de representación: en los gabinetes, en los sindicatos, en los medios. Esperamos que la reciente asunción de diputadas sindicalistas y de la nueva ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, sea otro buen augurio para estas demandas.
La deuda es con nosotrxs
El feminismo ha dado cátedra sobre la politización de la vida cotidiana, sobre el borramiento de los límites entre lo público y lo privado. Y eso sin duda aplica para la deuda pública, que no es jamás un asunto ajeno a nuestras realidades cotidianas.
El gobierno saliente se dedicó a recortar derechos para cubrir la meta de déficit fiscal impuesta por el Fondo Monetario Internacional. Las personas que durante estos años se endeudaron para cubrir lo básico (como es el caso de la gran mayoría de las más de 3 millones de personas que solicitaron créditos a ANSES) como así también quienes tomaron préstamos personales a tasas usurarias fueron empujadas por un modelo que fracasó en todos lados.
Si bien en Argentina no tenemos la situación de endeudamiento privado que tienen países que hoy estallan como Chile o Colombia, hacia allá íbamos.
Junto con la revisión del endeudamiento público que no sirvió para ningún objetivo de desarrollo, de mejora de la infraestructura pública ni de ampliación de derechos para lxs habitantes de nuestro país, necesitamos exigir (#9) la condonación de las deudas de todxs aquellxs que se vieron forzadxs a endeudarse, principalmente lxs jubiladxs, beneficiarias de asignaciones universales y pensionadxs que hoy le deben a la ANSES. Un literal mundo del revés, considerando la pérdida de poder adquisitivo de todas estas prestaciones.
No pueden quedar fuera del listado las políticas de vivienda que prioricen a mujeres, lesbianas, travestis, trans en situaciones de violencia (#10), el desarrollo de una salud inclusiva que no recorte en la entrega de hormonas, reactivos y retrovirales (#11). Para ponerle cuerpo a todos esos números, debemos exigir la producción de estadísticas con perspectiva de género que ayuden a respaldar lo que para nosotras ya es diagnóstico (#12).