Trabajando en el Salon de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, los periodistas acreditados escuchábamos atentamente el primer discurso del Presidente, Alberto Fernández. En la agenda anotaba sus lineamientos sobre del estado que viene. Esta vez no pude quedar al margen de la historia, sus palabras me conmovieron y llenaron de una profunda emoción, en particular cuando se refirió tan claramente a la causa Malvinas: "Reafirmamos nuestro más firme compromiso con el cumplimiento de la Cláusula Transitoria 1ra de la Constitución Nacional y trabajaremos incansablemente para potencia el legítimo e imprescriptible reclamo por la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes…”.
"Sabemos que para esta tarea no alcanza el mandato de un Presidente, o de un Gobierno. Exige una política de Estado de mediano y largo plazo. Por ello convocaré en la órbita presidencial a un Consejo donde tengan participación todas las fuerzas políticas, la Provincia de Tierra del Fuego, representantes del mundo académico y de los excombatientes. Su objetivo será forjar un consenso nacional para diseñar y llevar adelante las estrategias que permitan conducir con éxito el reclamo más allá de los calendarios electorales".
Defender la soberanía de las islas Malvinas es una cuestión de Estado, que supera el tiempo y gobiernos. Hablar de nuestras islas, no solamente es entender que defendemos la soberanía territorial o marítima, sino también la cultural, educativa, laboral, ambiental y económica.
Es cierto, que hay tantos puntos de vista sobre Malvinas como protagonistas de esa guerra. Esas miradas nos deben ayudan a ir reconstruyendo, a pensar y reflexionar sobre cómo las Malvinas nos conforman como argentinos. Hay que reiterar el permanente y justo reclamo de soberanía que tiene nuestro país desde 1833, y que el gobierno de Mauricio Macri manipuló para fomentar la desmalvinización. El acuerdo firmado entre las cancillerías argentina y británica en septiembre del año 2016, concedió todo lo pedido por la corona inglesa, autorizando nuevos vuelos a nuestras islas, respondiendo solo al interés exclusivo de los isleños para maximizar y beneficiar su actividad comercial y el recambio del personal que trabaja en la busqueda de nuetra fauna iticola e hidrocarburos. Dejando de lado la discusión sobre soberanía de las Islas Malvinas, tal como lo establece la resolución 2065 de Naciones Unidas desde hace mas de 50 años. Toda defensa por los derechos soberanos en Malvinas había desaparecido de la agenda, a pesar de ser un principio constitucional y un objetivo irrenunciable del pueblo argentino.
Los británicos tratan de imponer su versión de la historia, avanzando de forma alarmante y bajo la inacción de una Cancillería, que no reclamó y dejó avanzar los intereses británicos que trabajaron con las manos libres para FALKLANIZAR Argentina y la región.
No podemos dejar de hablar y evocar lo pasado, recordar a nuestros compañeros caídos durante el conflicto bélico de 1982, que están siempre, pero pensando en este nuevo presente y en los tiempos venideros, recorriendo todos los caminos posibles en el reclamo de nuestra soberanía, bajo el único signo de la paz.
Este primer discurso del presidente Alberto Fernández nos ayuda a pensar y nos abre un nuevo camino en defensa de la Cuestión Malvinas. No solo para quienes vivimos aquellos años sino, también para las generaciones venideras a quienes debemos transmitir este legado y nuestro profundo amor por las islas. Junto a ellxs generaremos la fuerza necesaria para construir una renovada política de Estado sobre la Causa Malvinas, que por historia y derecho nos corresponde.
Una sociedad jamás será justa si no tiene memoria y esa es una lucha que exige una tarea cotidiana. Por suerte todo pasa, y hoy vuelven a soplar vientos de esperanza para que Malvinas vuelva a ser una causa nacional, popular y latinoamericana.
* Periodista y ex combatiente de Malvinas, presidente de Grupo por Soberanía (GPS).