Rosarina, radicada hace más de quince años en Nueva York, seguimos la carrera de Analia Segal desde hace tiempo. La conocimos templando metales, luego haciendo guiños varios en la cerámica en formato azulejos que hablaban desde las paredes. Y ahora a través de sus bellas alfombras y otras experimentaciones con las que coquetea en las fronteras con el arte donde da rienda suelta a interesantes iniciativas que demuestran cómo nuestra relación con los objetos cotidianos nos revelan. Dan cuenta de nosotros, de nuestras ausencias, hábitos, presencias.
Graduada de diseñadora gráfica en la FADU, UBA, con maestría en arte de la Universidad de Nueva York, desde el comienzo de su carrera su obra ha sido exhibida internacionalmente en museos y galerías (dpm, Animal, Kobo Chika, Bronx Museum, Weatherspoon Art Museum, Whi- te Columns y PS1) con mucha aceptación a raíz de su lenguaje tan personal. En el año 2.004 su reconocida colección de azulejos Blobb obtuvo el primer premio en la feria inglesa 100% Design y actualmente su alfombra Aleph integra el patrimonio de diseño del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
La colección de autor Design Carpets es uno de sus últimos emprendimiento que hace foco en la creación de alfombras premium y que surge de la mano de Alex Kalpakian con la intención de integrar el arte y el diseño aplicados al mundo de los textiles .Una serie limitada de alfombras tejida en pura lana virgen y terminada a mano. El sello distintivo de esta colección es la variación de relieves y alturas, así como también el juego de texturas, recortes y audaces combinaciones de color.
Aunque esto no es lo único que tiene entretenida a Analía en la Gran Manzana. Desde hace unos años se obsesionó por dar cuenta de la huella que dejamos los seres humanos en los espacios contemporáneos que habitamos –empapelados que se caen, paredes pellizcadas, pisos gastados–. Esta investigación dio vida a muestras como Vicisitudes Domésticas que ahondan en la domesticidad y en breve estará condensada junto a todo su trabajo en un libro que lanzará en nuestro país en abril de este año.
–¿Por qué o cómo es que decidís radicarte en Nueva York?
–Me invitaron a exponer en el Consulado Argentino en 1996 y me fascinó la energía de la ciudad. Volví en 1999 y comencé una maestría en Arte. Ya sentía que la formación académica en arte era para mí una asignatura pendiente y desde entonces ya pasaron casi 17 años.
–¿Empezaste con los metales, luego la cerámica y ahora los textiles... cómo fue ese proceso y qué podes decirnos de tu experiencia con cada uno de estos materiales?
–Cada unos de esos materiales me permitió cuestionar y desafiar la producción industrial, así como la noción de grilla o patrón. El desafiar el orden, la lógica cartesiana, mecánica, me permite generar una geometría blanda y desobediente.
Todos estos materiales, existen dentro de la casa y son tan familiares en nuestra vida que pasan a ser invisibles. El hogar, un escenario en el que se desencadena el teatro doméstico y en el cual tienen lugar el intercambio entre el cuerpo, los objetos y la arquitectura que los contiene. El proceso de “habitar” es un fenómeno trasformador. Por eso manipulo materiales industriales (alfombra, yeso, azulejos) transformándolos en pieles vivientes. Pasan a ser los lugares en lo cuales se encarnar conductas que son simultáneamente sensuales, juguetonas, violentas y perturbadoras. Mi trabajo existe entre los pliegues, rugosidades, ondulaciones, superficies irregularidades, debajo y entre espacios. Como artista intento enfatizar la capacidad de los objetos de convertirse en testigos de las conductas sociales. Lo familiar tiene más potencial de ser más inquietante que lo inusual.
–Contame de las alfombras...
–En 2009 tuve la suerte de conocer a Alex Kalpakian, generador del proyecto de Alfombras de autor en Design Carpets y me propuso diseñar una edición limitada que esta compuesta por diez alfombras tejidas en pura lana virgen y terminada a mano. Para la colección utilice la idea del ícono nacional de la alfombra de cuero de vaca como matriz. Los múltiples registros y lenguajes dentro del cruce estético cuerpo/objeto me permiten desarrollar una trama compleja de patrones donde la sensualidad táctil transforma, manda y marca inscribiendo en la física y/o psicología. Las deformaciones de las formas geométricas tradicionalmente utilizadas en alfombra como el cuadrado, el rectángulo o el círculo, aparecen como huellas producto del intercambio entre cuerpo y objeto. La variación de texturas que caracteriza la colección no sólo agrega una sensación de tridimensionalidad a las alfombras, sino que es un elemento mas que me permite pensarlas como paisaje o territorios. La intención es mirar mas allá de la superficies y entender al diseño como una constelación de situaciones y actitudes nos permite afinar nuestros sentidos hacia una gama completa de posibilidades en los objetos que construyen nuestro entorno doméstico. La alfombra es un paisaje, escenario mullido y blando, un espacio para el encuentro y/o el desencuentro.
–Trabajas en las fronteras del arte... ¿por qué?
–El arte me da espacio, sin restricciones, para cuestionar certezas y hacer preguntas sin necesidad de encontrar las respuestas. Pasamos la mayor parte de nuestras vidas en espacios interiores, por eso me interesa examinar el límite poroso que existe entre el arte, el diseño y la arquitectura. En la obra voy mas allá de la condición estética y funcional de los objetos que nos rodean para enfatizar su capacidad de testigos de conductas sociales.
–Hablando de tu proyecto que analiza el cotidiano ¿cuáles con las huellas más grandes que deja un ser humano en una casa/ hogar?
–Es una gran pregunta muy interesante. Yo que creo que las más grandes son en realidad aquellas casi imperceptibles a simple vista. Por eso me fascinan las deformaciones o texturas que surgen a partir del uso cotidiano como en los pasamanos de bronces desgastados o los escalones de mármol, que sólo pasan a ser visibles a lo largo del tiempo. Creo en la potencia que existe en los de los pequeños gestos y como escribió Adolph Loos: “Cada objeto puede contar la historia de una familia.”
Desde hace años uso la imagen del hornero, pájaro nacional de la Argentina, para hablar de mi obra. El pájaro es un explorador que construye el nido amalgamando los materiales de encuentra en su entorno ( como el artista contemporáneo) , y después es habitado por otros pájaros, (para mí esa es la imagen de la relación con el observador).