Hermann Neuberger hubiese cumplido 100 años este jueves. Como uno de los dirigentes más exitosos e influyentes de la historia del fútbol alemán, hubiera sido merecedor de un gran homenaje. Sin embargo, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) apenas envió un ramo de flores a su tumba que colocará un empleado del cementerio de Saarbrücken, ya que considera que Neuberger fue un socio colaboracionista con la última dictadura militar argentina y, por lo tanto, protagonista de una de las páginas más vergonzosas del organismo desde la Segunda Guerra Mundial.

"Neuberger es responsable del capítulo más oscuro en la historia de la posguerra de la Federación Alemana", dice la bajada del artículo publicado por "Sportschau", de la cadena estatal ARD, y titulado "La alianza de Neuberger con la muerte" . En términos similares se refiere el diario "Frankfurter Allgemeine" , que publica una página entera contando los motivos por los que la DFB no homenajea a uno de sus hombres más importantes, ilustrada con una fotografía del dirigente alemán en una cena junto a los dictadores argentinos Jorge Rafael Videl y Emilio Eduardo Massera durante el Mundial de 1978.

En su artículo, el diario alemán contrasta con lo sucedido hace cuatro años, cuando se cumplieron 100 años del nacimiento del técnico Helmut Schön, campeón del mundo en 1974. Para esa ocasión, la DFB envió al cementerio de Wiesbaden una delegación con varios ex futbolistas y el tesorero Horst Schmidt, que brindó un emotivo discurso y dejó una ofrenda floral en la tumba del famoso entrenador de la gorra azul.  

Soldado nazi durante la guerra, Neuberger está considerado uno de los personajes más influyentes de la historia del fútbol alemán. "Hermann Neuberger fue sin duda uno de los más grandes políticos deportivos en la historia del fútbol", asegura Franz Beckenbauer. Fue el principal organizador del Mundial de 1974 y, gracias a ese éxito, luego resultó electo presidente de la DFB desde 1975 hasta su muerte por cáncer en 1992. Durante su gestión, Alemania ganó la Eurocopa de 1980 y el Mundial de 1990, mientras que fue finalista en España 1982 y México 1986. Y desde ese puesto llegó a la vicepresidencia de la FIFA, desde donde tuvo un rol clave en la organización de todos los Mundiales posteriores hasta su muerte, en especial del de 1978.

Dos días después del golpe militar del 24 de marzo de 1976 que derrocó al Gobierno de María Estela Martínez de Perón, Neuberger encabezó una misión de la FIFA que llegó al país para dejar en claro que para el organismo nada había cambiado con el nuevo régimen. "Somos gente de fútbol y no políticos", explicó el ex oficial nazi. 

Un año después, Neuberger fue protagonista de otro hecho que conmocionó a la sociedad alemana. Tres días antes de un amistoso entre Argentina y Alemania en la Bombonera, el Ministerio de Asuntos Exteriores germano le comunicó a Neuberger el asesinato de la estudiante alemana Elisabeth Käsemann a manos de un grupo de tareas de la dictadura, ocurrido el 24 de mayo de 1977. Lejos de cancelar el partido, la noticia se ocultó en Alemania y el encuentro se jugó igual. El 5 de junio, con dos goles de Klaus Fischer y uno de Bernd Hölzenbein, los visitantes se impusieron 3-1. Daniel Passarella, sobre el final, descontó para los locales.


Durante el Mundial en Argentina, Neuberger tuvo una participación muy activa como organizador del torneo por parte de la FIFA y como máximo responsable de la federación alemana. La visita del jerarca nazi Hans-Ulrich Rudel, destacado oficial de la Wehrmacht, a la concentración germana en Ascochinga despertó fuertes críticas de la sociedad alemana, pero Neuberger la defendió con fuerza: "No recibirlo hubiese sido un insulto a la memoria de todos los soldados alemanes".

También se le atribuye haber retado a los jugadores holandeses por no haber saludado a Videla durante la premiación. En Alemania aseguran que les había prohibido a sus jugadores tener un comportamiento similar ante las autoridades argentinas. "Todo esto eclipsa el trabajo de Neuberger para el fútbol alemán", dice el artículo de Sportschau, que tiene un cierre lapidario: "Hoy todos están de acuerdo en que la DFB debería haber intervenido".