Leo en mi Facebook a una marica que tiene como perfil una foto en blanco y negro donde luce pequeños shorts que dejan ver su cuerpo trabajado o dado, en muy buenas proporciones, por la naturaleza. Y en la parte superior una musculoca babita, muy recortada en las mangas. Es lo que diríamos, la imagen del gay urbano post Megatlon. En contraste con esta imagen, el susodicho escribe como una Rosa Luxemburgo a destiempo, contra quienes festejan y leen como reivindicación que Dyhzy, hijo de Alberto Ángel Fernández, usara un pañuelo del orgullo en su asfixiante traje modelo formal que volvió tras años de decontracté CEO.

POBRES LES POBRES

El argumento píldora digital, de la que se pretende roja, se basa en una falacia que apela a la clase social como lugar puro y transparente de enunciación: él, el post Megatlon, se autodenomina CONURBANA, y agrega que el gesto de Dyhzy no es más que una performance de un niño acomodado de la Recoleta. Sinceramente no sé dónde vive uno y otro. Lo que si se, es que desde que se conoció que Dyhzy es crossplayer, toda la derecha lo puso como blanco no solo para atacar la candidatura del Frente de Todes, sino también para dar rienda suelta a la construcción narrativa de la derecha fascista de nuestro país tan adicta al celeste. Solo para recordar: Dyhzy se bancó que uno de los capitanes de la primera economía de América Latina (que también tiene conurbanos votantes de Bolsonaro) lo hiciera objeto de sus burlas. Dyhzy fue un inteligente productor de contrapuntos contra Amalia Granata, esa facha meona de jardines de Gran Hermano que hoy se erige en defensora de “2 vidas” y de las clínicas clandestinas para ricas. Esta apelación geopolítica no es nueva. Fue y es usada con justicia contra el centralismo unitario ONGneril de los grupos LGBTI+.

Pero es también un argumento muy débil cuando las comunidades de las que formamos parte son transterritoriales en códigos, circuitos, circulaciones, mediaciones y estilos. De hecho el look de la loca acusadora es más parlemitano que el traje artesanal cross que Dhyzy y que alguna chica trans puede coser en algún hotel en Capital, el propio conurba local o el de otras provincias. Como dijo mi amiga Keraná Castro en su Facebook: “Miles de pibes/as estaban mirando TV. Gracias Dyhzy”. Les militantes con barro recorrido comprenden mucho mejor el funcionamiento de los medios y las mediaciones, como cuando Carlos Jauregui e Ilse Fuskova se vistieron de militares famosos de la historia mundial y desfilaron frente al Comando en Jefe de la FFAA en los años 90 ¡No quiero ni pensar que dirían hoy las que hacen del conurbano una plataforma de ataque como mera distinción, si, como abstracta disidencia!

ABRAZAREMOS A LOS DISCRIMINADOS

El pañuelo/bandera no puede leerse fuera de una circulación de debates regionales como los que tuvo y acá se citan. A esto hay que sumar una superficie mucho más amplia formada por discursos geopolíticos, pro distributivos y, específicamente en el campo de los DDSSRR, la defensa de Alberto Fernández a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Todo esto en el marco de la narrativa de igualdad que vuelve a disputar la de la libertad tan cara al neoliberalismo. Para aclarar: estoy hablando de disputas narrativas, es decir, ese lugar donde la hegemonía se debate para luego materializarse o no en políticas públicas, instituciones, conductas, porque esa tarea la puede proponer un gobierno, une funcionarie o une dirigente, pero la batalla real del poder se da en una capilaridad donde el Estado tiene que abrir las puertas para salir a jugar al barro.

 

Y eso se reflejó en el Discurso Presidencial, algo nada común en un lugar de tanta importancia en la estructura de gobierno (que repito no se condice necesariamente con la del poder). Dijo el Presidente luego de recordarnos que casi el 42% de la población de nuestro país fue empobrecida y parece que para muches es una situación invisible. Fernández dijo que necesitamos un Estado constructor de justicia social porque: “También en nuestra Argentina hay mucho sufrimiento por los estereotipos y estigmas, por la forma de vestirse, por el color de piel, por el origen étnico, el género o la orientación sexual. Abrazaremos a todos quienes sean discriminados. Porque cualquier ser humano, cualquiera de nosotros puede ser discriminado por lo que es, por lo que hace, por lo que piensa. Y esa discriminación debe volverse imperdonable.” Para luego llamar a los/s que más tienen a asumir su deber de dar su parte de la torta (literal) porque no hay política ni inclusión sin redistribución. Como dijo Evita “Menos ricos, menos pobres”. Y este “menos” no es el del aniquilamiento al que tanto le gusta a las sucesivas dictaduras cívicos militares apoyadas por los EEUU, los agroexportadores y una clase media del “capitalismo zombie” (García Linera: 2019), sino el de la fraternidad y la necesaria colaboración que exige una sociedad democrática y no caer en la barbarie del pez mayor que cree que todes somos su banquete, incluyendo a Dyhzy, e inclusive al post Megatlon que tipeó demasiado rápido, quizás, con el temblor muscular de repetidas flexiones que te calientan las masas fibrosas en manera desproporcional a la de la capocha.