Escribir en el aire. Así se llama la nueva película de Paula de Luque, título que evoca a “aquella estela que dejan los cuerpos cuando se mueven”. No es casual: el sexto largometraje de la directora está inspirado en el universo del célebre coreógrafo Oscar Araiz, uno de los grandes maestros de la danza contemporánea, reconocido por su trabajo en todo el mundo. Es la primera película sobre él y también la primera en la que la cineasta explora su otra faceta, menos conocida, la de bailarina y coreógrafa, algo que hace mucho tenía ganas de hacer. Concebida como “refugio del vaciamiento cultural”, el film tendrá una premiere este viernes en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, el mismo en el que Araiz desarrolló gran parte de su carrera artística. Desde mañana iniciará un recorrido por salas alternativas y espacios culturales de todo el país, que se irán anunciando por redes sociales. Más adelante tendrá su estreno comercial.
Concebida por la directora y guionista como un tándem con su film anterior, la reciente La forma de las horas (“las pienso como parte de una misma etapa”, dice sobre ambas películas a Página/12), este nuevo trabajo cuenta con la participación del cuerpo de baile de Araiz, además de con testimonios de su entrañable colaboradora, la diseñadora de vestuario Renata Schussheim, la escenógrafa María Julia Bertotto y la bailarina y coreógrafa Ana María Stekelman. Fue producida por Barakacine con la colaboración de Avellaneda Filma y, según la directora, “con un fomento del Incaa bastante deficiente respecto al que le hubiera correspondido por ley”.
“No hay otra película sobre ni con Araiz, no hay otro coreógrafo como él y hasta donde sé no hay otra directora de cine tan vinculada a la danza como yo. Esta es definitivamente una película que tenía que hacer”, cuenta De Luque, que es directora general del festival Ficsur y de la plataforma de contenidos audiovisuales Octubre TV . “Es una película de una enorme libertad creativa. Yo no creo en la división entre documental y ficción y mucho menos en el docuficción u otros géneros que se nombran de otro modo. Para mí las películas son películas y todas son ficción en el sentido de que son un recorte subjetivo de la cabeza de la directora, por más de que esa inspiración esté tomada de la vida real”, sostiene ante este diario.
-¿Escribir en el aire fue pensada como homenaje?
-No, no me lo planteé de ese modo. Es más bien un viaje al universo creativo de Oscar. La subjetividad es algo que me interesa, mi estilo tiene que ver con eso, con indagar ahí. Tampoco es una biografía, porque para eso está Google. Es una película construida a imagen y semejanza de su obra, es decir, la historia de un proceso creativo. Está armada en capas, porque es el universo de un artista, en este caso un coreógrafo, que está siendo mirado por otra artista, en este caso una cineasta, yo. Nunca termina de cerrarse. Es como dice Araiz: la obra no existe, es un constante devenir.
-En esta película vuelve a hacer lo que hizo con Néstor Kirchner: abordar en cine a un personaje real. Sin embargo dice que es ficción…
-Porque una película siempre es sobre un personaje, el tema es cómo lo construís. Hasta que se estrenó, más allá de ser un personaje que tenía vida por fuera de mi película, Néstor era mi personaje en la isla de edición. Lo mismo con Araiz. Podrían haber sido personajes inventados y era igual, porque se trata de mi mirada sobre Néstor y mi mirada sobre Oscar. En este último caso se dio algo novedoso, porque yo trabajé con él hace 25 años. Hay una diferencia generacional y de trayectoria muy grande y, como solamente hacen los muy grandes, él permitió que hiciéramos una inversión de roles y ser dirigido por mí, que había sido su discípula.
-¿Y qué Araiz mostró?
-Uno muy distinto al de aquella época, porque ya no es el mismo. Uno profundo, muy humano, muy dinámico, con mucha humildad. También uno de mucho misterio, relacionado con la magia, con la fábula, por su forma de trabajar. Araiz no es un personaje universal, como sí podía ser Kirchner, pero contra su proceso creativo sí lo vuelve universal.
-Dice que la película fue hecha en los “escombros del vaciamiento cultural”. Casualmente o no, su película nace en la misma semana que el nuevo gobierno. ¿Qué expectativas tiene para adelante? ¿Cómo ve la designación de Tristán Bauer y la vuelta al rango ministerial de la cartera de Cultura?
-Tengo mucha expectativa. A Tristán lo quiero y lo respeto y además es cineasta, lo que me hace pensar en una reactivación del cine nacional, en que vuelva a funcionar y en que se vuelva a cumplir con la ejemplar Ley de Cine que tenemos y que cuando se aplica funciona muy bien. El cine no es solamente la expresión de un grupo de artistas sino la identidad de pueblos enteros, por eso es necesario que se ponga de pie junto con el país. Los contenidos son generadores de pertenencia, de identidad, y eso levanta la autoestima de un pueblo. No es casualidad que haya habido un dispositivo burocrático que impidiera su generación y que nos haya mantenido ocupados pensando en cómo pagar la luz. Es necesaria la reflexión sobre quienes somos y entiendo que ese camino vamos a retomar, porque esa es la línea política de Alberto y Cristina.
* Escribir en el aire tendrá su premier este viernes 13 a las 19 en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530. Las próximas funciones se irán anunciando en el Facebook de Barakacine Producciones.