El último día de la gestión de Guido Sandleris al frente del Banco Central hubo una emisión récord. En 24 horas la base monetaria aumentó 75 mil millones de pesos. La cifra es casi idéntica a lo que demandará durante todo un año el nuevo programa de tarjetas alimentarias para casi 2 millones de personas de sectores vulnerables. Se trata de una paradoja de la política. El mismo equipo que anunció un plan sin precedentes de emisión cero terminó con un esquema ultra expansivo de la base monetaria.
Estos números ponen muchas presión sobre el hacedor de la política económica. El nuevo ministro de Economía, Martín Guzmán, así lo entendió. Uno de los puntos centrales de su agenda fue plantearle al mercado que crecer en forma consistente implica no tener niveles de emisión imprudentes. Pensar que el mensaje contradice algunos criterios usuales de los esquemas heterodoxos es un error. Se está aplicando el pragmatismo como un instrumento para enfrentar las tensiones estructurales de la economía argentina.
La prioridad del nuevo equipo económico es mejorar los niveles de bienestar social, pero para evitar que sea algo efímero se requiere además recuperar la consistencia macro. El problema de una emisión monetaria excesiva no es su impacto directo sobre el proceso inflacionario. Esto se debe a que los controles cambiarios impiden que los pesos se destinen a la compra de divisas y a partir de ese mecanismo terminen impactando en la inflación. El problema pasa por entender la sustentabilidad de la estrategia económica.
La idea de financiar los desequilibrios del sector público con pesos del Central es tentadora pero no parece efectiva si el objetivo es resolver los problemas de la macro en forma persistente. En los próximos meses los controles cambiarios continuarán siendo estrictos. Pero en algún momento será necesario comenzar a flexibilizar el esquema cambiario para recuperar cierta normalidad en el plano financiero.
El abuso de la política monetaria expansiva resulta un problema para más adelante. Los mismos pesos que ahora tienen efecto para estimular el consumo generarían un stock monetario complicado de manejar cuando empiecen a distenderse los controles a la compra de dólares. Por eso en un esquema que prioriza la sustentabilidad no se puede abusar de la emisión.
El lector atento se estará preguntando para qué se necesita abandonar ese sistema de restricción a la compra de divisas si funciona bien para evitar nuevas devaluaciones y acumular reservas internacionales. La respuesta tiene que ver con la necesidad de sostener el crecimiento de la economía en el tiempo. La recesión permite exportar más de lo que se importa. Pero en la medida que el mercado interno se recupere, el superávit comercial se irá reduciendo y será necesario tener nuevas fuentes de divisas para seguir creciendo.
El control de capitales y cambiario estricto reduce la posibilidad de conseguir estas fuentes alternativas de divisas para sostener la expansión del mercado interno en el mediano y largo plazo. Por eso para garantizar cierta continuidad en el crecimiento de la economía se necesitará organizar de una forma más sofisticada cómo ingresan y salen dólares del país.