Fue –y lo seguirá siendo, qué duda cabe— uno de los rostros icónicos, esenciales de la historia del cine, de esos que es imposible olvidar. Fallecida en París la noche del sábado a los 79 años, a causa de un cáncer, Anna Karina se hizo famosa como la actriz emblemática de la nouvelle vague en general y de Jean-Luc Godard en particular, con quien realizó siete de los films más famosos del primer período del gran autor francés.
Filmó también con Agnès Varda, Jacques Rivette, Chris Marker, Roger Vadim, Luchino Visconti, Volker Schlöndorff, George Cukor y Rainer Werner Fassbinder, entre muchos otros. Pero siempre se la recordará como la musa de Godard: en la oscuridad de un cine de barrio, con su rostro transido, en blanco y negro, iluminado por la luz de la pantalla en Vivir su vida (1962); corriendo feliz junto a Sami Frey y Claude Brasseur por los pasillos del Louvre en Bande à part (1964); o en Pierrot el loco (1965), con sus tristes ojos celestes al borde de las lágrimas, mirando a los de Jean-Paul Belmondo mientras le dice: “Vos me hablás con palabras, yo te miro con los sentimientos…”
Nacida el 22 de septiembre de 1940 en Dinamarca como Hanne Karin Bayer, la futura actriz llegó a París a los 17 años e inició una carrera como modelo para la revista Elle y para Coco Chanel, quien la rebautizó Anna Karina, jugando con su nombre original y con el de la heroína de la novela de León Tolstoi. Después de verla en un comercial de Palmolive, Godard repara en ella y le propone un pequeño papel secundario en su opera prima Sin aliento (1959), que ella rechaza porque debía salir desnuda. Con la negativa de Karina, el personaje desaparece del film, pero Godard no se rinde y le propone el co-protagónico de su segundo largometraje, El soldadito (1960), que por problemas de censura –la guerra de Argelia, que era el tema del film, todavía dolía en Francia-- se estrenaría recién tres años más tarde.
Para entonces, Karina y Godard ya estaban casados desde 1961 y habían filmado juntos la película que ese mismo año le valió a ella el premio a la mejor actriz del Festival de Berlín, Una mujer es una mujer. Suerte de comedia musical brechtiana, Une femme est une femme le permitió a Karina no solamente su primer protagónico absoluto sino también iniciarse en la canción, con “La chanson d'Angela”, con letra del propio Godard y música de Michel Legrand. Años después, Karina alternaría su carrera de actriz con la de cantante, llegando incluso a protagonizar la única comedia musical escrita por Serge Gainsbourg, titulada Anna en su homenaje y registrada como telefilm en 1967 por Pierre Koralnik.
Después de aparecer juntos en una célebre secuencia de Cléo de 5 a 7, de Agnès Varda, Godard vuelve a dirigir a Karina en Vivir su vida (1962), la historia en doce cuadros de Nana, una joven empujada hacia la prostitución y la muerte. El momento más famoso de esa película sigue siendo cuando Godard crea una puesta en abismo, con Nana en el cine conmovida por el martirio de la Juana de Arco de Carl Dreyer, donde a su vez –epifanía del montaje-- pareciera que es Juana quien sufre por el destino de Nana. “Es el misterio de la actriz antes que el misterio del personaje lo que Godard está sondeando”, escribió Kaja Silverman en sus conversaciones con Harun Farocki en el libro A propósito de Godard.
Entre 1963 y 1964, Karina filma Le joli mai para Chris Marker y La Ronde para Roger Vadim. Y ese mismo año Godard vuelve a convocar a su musa para Bande à part, “el encuentro entre Alicia y Franz Kafka”, según el director, donde además de la legendaria escena en el Museo del Louvre Karina también protagoniza una escena que luego se volvería de culto, elogiada hasta el delirio por Quentin Tarantino. Un café after hours, dos hombres, una mujer y un jukebox: eso es todo lo que hace falta para la felicidad, parece decir esa escena, un improvisado baile en el que Karina –con un sombrero de hombre que le da aún más gracia al momento—chasquea los dedos y se mueve grácil al compás de “Shake It Baby”, de John Lee Hooker.
El film siguiente de la pareja no sería menos famoso e influyente: Pierrot le fou (1965), una explosión de belleza, energía, vitalidad y color para la cual Anna Karina –como la partenaire de Jean-Paul Belmondo— aporta su personalidad melancólica a ese happening. En una paleta mucho más oscura, Alphaville, Oso de Oro de la Berlinale 1965, vuelve a reunir a Godard con Karina, que ese mismo año filma para Jacques Rivette Suzanne Simonin, la Religieuse de Diderot, demorada por la censura francesa dos años hasta conseguir su estreno. En el interín, el matrimonio Godard-Karina filma su última película juntos antes de su separación: Made in Usa (1966), donde la actriz-personaje dice sentirse “navegar en una película de Walt Disney, pero interpretada por Humphrey Bogart”.
“Yo era la esposa de Jean-Luc; probablemente eso asustó un poco a otros directores…”, confesó después de su separación Anna Karina, quien sin embargo no tardó en ser convocada por Luchino Visconti para El extranjero (1967), Volker Schlöndorff para Michael Kohlhaas (1969) y George Cukor para Justine (1969). En años posteriores, mientras el cine cedía ante su carrera de chanteuse, trabajó para Rainer Werner Fassbinder en Ruleta rusa (1976), para Raúl Ruiz en La isla del tesoro (1985) y para su viejo amigo Jacques Rivette en Alto, bajo, frágil (1994). En 2008, la actriz hizo su única experiencia como guionista y directora, una road movie titulada Victoria, que casi no tuvo circulación fuera de Francia y Canadá, el país coproductor. También publicó cuatro novelas y editó media docena de discos, pero para la memoria colectiva siempre será la actriz de Jean-Luc Godard.