Jugado a todo o nada, porque la situación no da margen, el Gobierno está usando la única carta que puede generar una mejora inmediata: que el hambre y la pobreza dejen de ser un problema y formen parte de la solución.
Suena cínico. No lo es. Como Lula con su plan Hambre Cero del 2003, la única chance rápida de parar la caída es que el combate contra el hambre, la indigencia y la pobreza genere herramientas reactivadoras. El Presidente anunció un adicional para jubilados que ganen la mínima y el comienzo del Plan Alimentar, para embarazadas o madres con hijos de hasta seis años. La cadena alimenticia se pondrá en movimiento con más consumo. El anuncio sobre el congelamiento de tarifas hasta el 30 de junio supondrá, de modo indirecto, un ingreso relativo mayor. Y deja tiempo para que el Gobierno defina y discuta con petroleras y empresas de energía como desdolariza un sistema que Mauricio Macri pensó para una crema de amigos.
“Es una gran movilización para una economía como la de Concordia”, dijo Alberto Fernández sobre la ciudad más castigada del país donde comenzará el plan. Es que, bajadas a tierra, las cosas se entienden mejor. Concordia no es el único ejemplo. En Moreno asumió una nueva intendenta, Mariel Fernández. Pertenece al Movimiento Evita y está ligada a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular hasta en la cama. Su compañero es Esteban “El Gringo” Castro, el secretario de la CTEP. Mariel le ganó la intendencia a otro peronista, Walter Festa, el único jefe comunal de quien sus compañeros y colegas hablaban mal. Hay que aclarar que es una rareza. Quizás para no estimular a que otros hagan lo mismo, los intendentes nunca hablan mal de otros intendentes.
En Moreno fue donde murieron Sandra Calamano y Rubén Rodríguez porque María Eugenia Vidal y su encargado de educación, Gabriel Sánchez Zinny, no arreglaron a tiempo el gas de la escuela 49. Una mañana fueron a preparar el desayuno y la explosión los mató. No fue un martirio. Fue una injusticia. Ningún trabajador tiene por que ser un mártir.
El consejo escolar de Moreno estaba intervenido por Sánchez Zinny. La intendenta se puso de acuerdo con el gobernador Axel Kicillof y el consejo quedó normalizado con Sonia Beltrán a la cabeza. Sonia fue directora de la escuela 57, que se quemó. Gracias a la normalización Mariel pudo tomar dos decisiones. Una, que sobre la pared verde (“verde Vidal”, la llamó) pintaría en un mural los rostros de los docentes muertos. La otra decisión fue que el municipio y el gobierno provincial trabajarán todo el verano para arreglar las escuelas. “La situación económica del municipio está muy mal pero iniciamos un camino de organización popular y compromiso”, dijo. “Invitamos a todos a que reconstruyamos las escuelas. En el verano los papás, las mamás, las organizaciones solidarias y las empresas, junto al municipio y el consejo escolar, podemos reparar las escuelas. Axel Kicillof me dijo que la provincia está en una situación crítica pero lo vamos a lograr una vez más.”
Es difícil cuantificar qué cantidad de circuitos como el de Moreno se activarán. Es más sencillo pensar, con bastante probabilidad de certeza, que el movimiento producirá autoestima, bajará el miedo (incluyendo el miedo a consumir de quienes podían y elegían no hacerlo) y producirá formas creativas de economía popular.
Las nuevas medidas del Gobierno nacional apuntan en el mismo sentido. La ayuda a las pequeñas y medianas empresas mediante una moratoria fiscal, que podría ir completándose con un nuevo paquete crediticio, podría sacudir el polvo de las telas que tapan máquinas y devolver a los torneros a su función. Hoy engrasan máquinas o las limpian. No diseñan ni desarrollan nuevas líneas productivas.
La baja en el precio de los medicamentos responde a lo que Aldo Ferrer llamaba “teléfono del Estado”. Decía Ferrer, siempre práctico, que el Estado puede usar el teléfono para el bien o para el mal. “Con el teléfono del Estado usted puede robar o puede regular”, explicaba. “Pero el teléfono siempre existe y es poderoso.” Ginés González García, uno de los grandes conocedores del Estado en el nuevo Gobierno, logró una baja del 8 por ciento mediante un recurso que puede asimilarse al teléfono. Negoció con los laboratorios porque los empresarios saben tanto como el Estado que el gran regulador del precio es el PAMI: compra el 40 o el 45 por ciento de los remedios que circulan. Si a esto se le sumaran, en los próximos días, medidas crediticias para aliviar la situación de los pequeños y medianos productores, el año terminará mejor de lo que empezó.