El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, atacó al líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, una de las voces más fuertes que piden la renuncia del secretario de Justicia, Jeff Sessions, por mentir en su audiencia de confirmación al negar contactos con el embajador ruso.
En su red social predilecta, Twitter, el mandatario colocó una foto del senador por Nueva York tomando café y comiendo donuts con el presidente ruso, Vladimir Putin, en 2003, con la leyenda: “Deberíamos iniciar una investigación inmediata sobre los lazos del senador con Rusia y Putin. Un total hipócrita”.
A lo que Schumer señaló que “con gusto hablaría” sobre su encuentro con Putin, añadiendo: “¿Lo harían tú y tu equipo?”.
Trump ha negado cualquier vínculo con el Kremlin, desde que las agencias de inteligencia estadounidenses acusaron públicamente a Moscú de tratar de interferir en las elecciones de noviembre para impulsar al magnate a la Casa Blanca. Pero a cuentagotas han surgido nuevos reportes de encuentros de figuras de su entorno con el embajador ruso.
Durante la convención de investidura del Partido Republicano, en julio en Cleveland (Ohio, norte), dos exconsejeros del entonces candidato, J.D. Gordon y Carter Page, se reunieron con Kisliak, reportó el diario USA Today. Justamente, el ocultamiento de conversaciones telefónicas con el embajador ruso le costaron el cargo al exasesor de Seguridad Nacional de Trump, Michael Flynn, quien renunció el 13 de febrero.
El hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr., recibió al menos 50.000 dólares por pronunciar un discurso en una conferencia en París, organizada por un centro de análisis cercano a Moscú, el Center of Political and Foreign Affairs.
Jared Kushner, el asesor y yerno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también se reunió con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, aunque en su caso lo hizo durante el periodo de transición, una vez el empresario neoyorquino ya había ganado las elecciones.
La Casa Blanca confirmó ayer el encuentro entre Kushner y Kyslyak, que ocurrió durante el mes de diciembre en la Torre Trump de Manhattan en el marco de una procesión de empresarios, embajadores, políticos, celebridades e incluso mandatarios por las oficinas del entonces presidente electo. Y Paul Manafort, exjefe de campaña de Trump, tiene extensos contactos en los círculos prorrusos por su labor como lobista internacional, por lo cual no pudo asumir como asesor de la Casa Blanca.
Nada en esos contactos permite concluir una colusión con Moscú, se defiende la Casa Blanca. “La gente está escogiendo hacer juegos políticos, deberían estar avergonzados”, dijo Sean Spicer, portavoz del gobierno, a la cadena FoxNews. “Toda esta historia es una forma de los demócratas de salvar la cara por haber perdido una elección que todos pensaban que ellos debían ganar”, dijo Trump.
Pero los múltiples contactos molestan también a los republicanos que controlan el Congreso, donde Rusia tiene pocos amigos: varios parlamentarios han denunciado la anexión de Crimea por Moscú y el apoyo ruso al régimen sirio. Cuatro comisiones legislativas han abierto investigaciones sobre el tema, y los llamados de los demócratas, y algunos republicanos, a designar un investigador independiente se multiplicaron el jueves.
El último escándalo gira alrededor de Sessions, un fiel aliado del presidente, que como secretario de Justicia tiene al FBI (policía federal) bajo su mando, y que el jueves se apartó de cualquier investigación sobre el rol de Rusia en los comicios.
Luego de que Sessions dijera bajo juramento en el Senado que “no tuvo comunicaciones con los rusos”, periodistas reportaron que de hecho se reunió con el embajador de Moscú en Washington, Serguei Kisliak, en dos oportunidades en los meses previos a las elecciones. Sessions afirmó que era parte de su rol como senador encontrarse con diplomáticos, y que con el embajador ruso hablaron de “cosas normales”. Pero la oposición demócrata no perdió la oportunidad, y pide que el exsenador renuncie y sea investigado por perjurio. “Jeff Sessions es un hombre honesto”, manifestó Trump.
Antes de abandonar Washington por su residencia de Mar-a-Lago en la soleada Florida, por cuarta vez en cinco semanas, Trump acusó a sus adversarios políticos de emprender una “caza de brujas” sobre sus supuestos lazos con Moscú durante la campaña electoral, que el millonario niega.
Trump denunció también fuga de información confidencial, apuntando el dedo a sus propios servicios de inteligencia, encargados desde el año pasado de investigar la campaña de desinformación y piratería atribuida a Moscú para desestabilizar el proceso electoral estadounidense e impulsar al magnate a la Casa Blanca.
Sin señales de desaparecer, el último ímpetu del caso ruso arruina una de las mejores semanas de Trump desde que llegó a la Casa Blanca el 20 de enero. Su discurso el martes ante el Congreso fue medianamente celebrado por su moderación y tono optimista, aun si la falta de detalles sobre su ambiciosa agenda no termina de apaciguar las filas republicanas.