La “jodita” al alumno Tomás Vidal le costó algo más que el repudio en las redes sociales por celebrar su graduación burlándose de víctimas de femicidio y de violación. La foto envuelto en bolsas de plástico, con el cartel “la culpa no era mía”, una de las frases más repetidas y potentes de la canción devenida en himno feminista, creada por el colectivo de activistas chilenas “Las Tesis", se hizo viral.
La Universidad Siglo XXI, donde se formó este joven, salió prontamente a informar que lo citaron para notificarle “que se ha iniciado de manera inmediata un sumario que establecerá las responsabilidades y sanciones que correspondan, en función de su conducta, contraria a los valores que esta institución promueve y representa”. Esta mañana la rectora María Belén Mendé anunció en entrevista televisiva que además tendrá que volver a hacer su tesis y cursar una materia de género.
Pero Tomás no está solo en esa foto. ¿Quiénes más participaron del festejo y se rieron con ellos? ¿Qué mensaje quisieron dar con esa performance que fue entendida como bien machirula pero también expresión de gente con poco don de ser humano, cuando en Argentina casi cada día una mujer es asesinada por ser mujer y se producen decenas de violaciones que suelen quedar impunes?
Una sanción aislada no cambia, como señaló en Twitter Lucho Fabri, “el entramado de complicidades de un grupo de amigos y familia que idea o permite esa intervención misógina, ni de las instituciones educativas y deportivas privadas en que se gesta esa sociabilidad masculina machista”.
No fue un festejo en soledad. Hubo otres que se rieron y celebraron la performance machista. Y que consideraron que merecía quedar registrada en fotografías para ser recordado como un gran momento.
Una sanción aislada acota el problema. La gran respuesta que debería dar la Universidad Siglo 21 es la transversalización del enfoque de género y derechos en todas sus carreras y la imposición de un curso sobre la problemática compleja de las violencias machistas para todo su alumnado. Y debería seguir ese camino todas las universidades, públicas y privadas. La deconstrucción social de conductas machistas es un trabajo complejo y de largo aliento, donde la educación sexual integral es la herramienta fundamental. No sigamos perdiendo tiempo.