Si Evita viviera, habría festejado sus cien años el 7 de mayo de 2019. Ese día, La Colectiva Mixta de Culturas de Rosario inundó las calles con la performance colectiva Cien Evitas, dirigida por Carla Saccani, Lala Brillos, Sol Fernández y Juli Morán. Participaron Cristian Molina y muches otres. Una vibrante crónica de esa jornada única, en que desde el arte se convocó una memoria política que fue decisiva en el año electoral, puede leerse acá: https://www.pagina12.com.ar/192306-esa-mujer-multiplicada-por-el-amor-del-pueblo .
El nombre de un país. Así se titulaba la monumental instalación que la artista plástica santafesina Mariana Telleria presentó el 11 de mayo de 2019 en el pabellón argentino de la quincuagésimo octava edición de la prestigiosa Bienal de Venecia. Cuando llegó desde su Rufino natal a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario, seguramente no imaginó que un 22 de marzo estaría subiendo a un avión para representar a su país, como lo hicieron antes otres dos artistas formades en la misma institución: Adrián Villar Rojas y Nicola Costantino.
"Me gusta respetar el secreto de las cosas. Me encanta no saber. Me hace hacer", dijo con modestia en una entrevista a este medio la escultora cuya obra es poesía en el espacio. Un cuerpo de obra singular que conllevó diez años de producción sostenida pero que sólo había saltado antes a las primeras planas por una intervención surreal: pintar el Museo Castagnino de negro.
Otres artistas formados en Rosario que se destacaron este año más allá de la escena local fueron Carla Beretta, Hernán Camoletto y Julieta Hanono. Beretta fue una de las 18 participantes de la instalación colectiva que con curaduría de Mirta Kupferminc integró el envío argentino a la Bienal de Jerusalén. Titulada Confrontación-Conversación, la obra dialoga en su planteo formal con la escritura del Talmud y requirió para su proceso creativo de reuniones con todo el grupo en el taller de la curadora en Buenos Aires.
Hernán Camoletto es docente en el taller de escritura de Colonia Oliveros y un curador de importante trayectoria en Rosario, donde vive. Sin embargo, como artista plástico es más conocido en Córdoba capital, donde curó y expuso en noviembre de este año, en la galería El Gran Vidrio, su muestra individual titulada Silencio. La obra principal era una instalación que con sensible calidad literaria y plástica desplegó en la materia la relación imposible, pero humanamente ineludible y constante, entre la muerte y la palabra.
Los entramados espaciales entre arte y literatura también dijeron presente en Traducir la impenetrable, la exposición de Julieta Hanono con curaduría de Andrea Giunta que todavía puede visitarse este verano (fuera del receso estival) en el Museo de calcos y escultura comparada de la Escuela Superior de Bellas Artes "Ernesto de la Cárcova" (Av. España 1701, Costanera Sur, CABA). Éste funciona actualmente como sitio de extensión de la UNA (Universidad Nacional de Arte). Participan con sus obras en terracota Arsenio Borges y su compañera Clorinda, de la comunidad qom de Rosario. Con ellas Julieta compuso una instalación que se vio también en el Museo de la Memoria de Rosario.
La Escuela de Bellas Artes de la UNR no habría sido el semillero de creatividad que es si con el retorno de la democracia su entonces nuevo director, Rubén Naranjo, no hubiera convocado como docentes titulares, en un gesto reparador que aún trasciende, a lo mejor de la vanguardia local del arte minimalista y luego político de los años '60. Entre ellxs estaba Noemí Escandell (Cañada de Gómez, 1942 - Estocolmo, 10 de julio de 2019), quien a fines de 2018 obtuvo el Gran Premio a la Trayectoria del Salón Nacional de Artes Visuales. Este mismo año en que con enorme tristeza le dijimos adiós, participó como artista invitada en una de las mejores exposiciones del año en Rosario: Revolucionistas, organizada en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa por el Centro de Estudios del Che (CelChe) de la Municipalidad de Rosario. Suya es la estructura primaria Curvilíneos, que puede transitarse en la explanada del Centro de Expresiones Contemporáneas.
Con dolor profundo perdimos en 2019 a la poeta bermudense Gilda Di Crosta, quien todavía hubiera tenido un largo camino por delante; y poco después, al joven arquitecto Pablo Borsato, víctima de un crimen de odio en su ciudad natal de Colón, Provincia de Buenos Aires. El odio no tiene por qué ser personal, es político. Pablo era un referente visible y muy querido de la comunidad LGTB+ en Colón, donde estaba proyectando un Museo a cielo abierto que lo tenía muy entusiasmado. Con igual entusiasmo integró en Rosario el puñado de gestores culturales al frente de Casona Yiro, tarea que dio por cumplida un año antes de su cruel asesinato el 1º de diciembre de 2019. Su muerte, de la cual él fue por completo inocente, no fue una fatalidad sino una espantosa injusticia que reclama memoria, juicio, castigo penal y sanción social al verdadero culpable.