En noviembre de 1991, Gato Barbieri regresó a Buenos Aires para ofrecer dos conciertos en el Teatro Gran Rex. Habían pasado 18 años desde su última actuación en Argentina, en aquel palpitante 1973, cuando vino a actuar en la Sala Martín Coronado Del Teatro San Martín y grabar el disco Chapter One con músicos argentinos. Mucho tiempo para un músico que para la crítica estadounidense y europea ya había dado lo mejor de sí. Mucho tiempo también para un país que acaso ya no escuchaba con la irreverencia de las décadas anteriores. Sin embargo, más allá de la figura extravagante, en aquellos conciertos del Gran Rex de inicios de los ’90 hubo mucho de aquel saxofonista legendario. El Barbieri que había dado otro espesor lírico y político a la idea de latino en el jazz. De eso da cuenta una grabación que Carlos Melero, técnico encargado del sonido, guardó celosamente en su inagotable archivo y que ahora se edita a instancias del sello BlueArt. Gato Barbieri en vivo en Argentina se llama el disco que ya está disponible en las plataformas digitales y en formato físico. Así, la casa discográfica creada por Horacio Vargas, tan rosarina como el mismo Gato, celebra el título número cien de su frondoso catálogo.
Entrada la década de los ’90 Barbieri era, no exento de discusiones, una de las personalidades del jazz internacional. Figura en general más tendiente a las trasformaciones que a las acumulaciones, por entonces el saxofonista estancó su pasado cargado de productivas tensiones en una música complaciente, más previsible y menos sediciosa. Aquel sonido personal y beligerante con el que había atravesado la década de los ’70, ese que la industria se empecinaba en rotular como “latino” y Barbieri ni siquiera consideraba jazz, parecía haberse distraído en los arrumacos del pop y la balada. De estremecedores ensayos de un jazz aborigen como Third World (1969) y El pampero (1971), pasando luego por los cuatro álbumes que grabó para el selllo Impulse!, ordenados desde Chapter One (1973) a Chapter Four (1975), se pasó a Passion & Fire, un disco de mediados de los ’80 que daba cuenta de un músico integrado a las seguridades industriales y a la abstracción sonora de lo internacional. Si la escasa discografía de esa época es la de un artista con poca iniciativa creativa, sobre el escenario no dejaba de apelar a lo más consistente de su memoria musical. Gato Barbieri en vivo en Argentina es el reflejo de lo mejor de las múltiples vidas del saxofonista.
El disco comienza con una versión de “Canción del llamero”, de Anastasio Quiroga, el tema que también abría el emblemático Third World, y continúa con “Viva Emiliano Zapata” de Chapter Three (1974). Son los primeros de seis tracks suculentos de un Barbieri entregado, torrencial por momentos. Se hace cargo prácticamente de todos los solos, casi nunca abandona el primer plano, y apela con frecuencia al recurso del collage, construyendo sus fraseos con citas propias y ajenas. Vibrante y omnipresente, el Barbieri de 1991 es un solista portentoso, que impone su sonido por sobre lo que propone un grupo que, por las características y la historia de los músicos que lo integran, se orienta hacia una idea más tradicional de lo latino en términos de jazz. Al frente del quinteto está el pianista colombiano Edy Martínez, colaborador en su momento de Ray Barreto, Tito Puente, Mongo Santamaría y Dizzy Gillespie. Están también los brasileños, por entonces muy jóvenes, Guillermo Franco y Nilson Matta en percusión y contrabajo, y el baterista Robbie González.
“La china Leoncia arrastró la correntinada, trajo entre la muchachada la flor de la juventud”, que está en Chapter One, y un popurrí que conjuga los humores diversos de la balada con “She is Michelle”, “Latinoamérica” en clave latina y “El arriero”, de Atahualpa Yupanqui, marcan la continuidad de un concierto siempre intenso, antes del final con una versión de “El último tango en País”. Con la música que escribió en 1972 para la homónima película de Bernardo Bertolucci, que fue además motivo de un éxito planetario poco común para un músico de jazz, Barbieri desata un caudal expresivo que de alguna manera resume la energía del disco: un saxofonista post Coltrane, pero que consagra su música a la materia más que al espíritu.
La publicación de Gato Barbieri en vivo en Argentina es particularmente feliz y oportuna. Es el rescate del gran saxofonista en el momento que, ya de vuelta de muchas cosas, enlaza su pasado. Un documento interesante a la hora trazar el retrato en movimiento de un músico de jazz para el que, definitivamente, los discos y sus circunstancias eran una cosa y la música, sobre el escenario, otra.