Los amores de Charlotte 7 puntos
Canadá, 2018.
Dirección: Sophie Loren.
Guion: Catherine Léger.
Duración: 89 minutos.
Intérpretes: Marguerite Bouchard, Romane Denis, Rose Adam.
“¿Por qué será en blanco y negro?”, es lo primero que uno se pregunta ante Los amores de Charlotte, título local del film canadiense Charlotte a du fun (“Charlotte se divierte”). Comedia sexual sobre tres adolescentes francoparlantes llenas de hormonas, la película parecería reclamar colores a la altura de esas hormonas: fuertes, brillantes, chispeantes. Y no, es en blanco y negro. ¿Tal vez como saludo a la distancia a las primeras de la nouvelle vague? Tal vez, teniendo en cuenta que el espíritu lúdico, el protagonismo juvenil y la veleidad amorosa son asimilables. Lo que no hay aquí, ni por asomo, es ninguna clase de referencia cinéfila. Hablada en ese idioma bilingüe que es el francocanadiense --donde además el francés se pronuncia raro, medio como en inglés--, Charlotte a du fun (título que cruza los dos idiomas) empieza siendo medio irritante, cobra interés más tarde, se va oscureciendo un toque después y termina como una comedia debe terminar: con todo el elenco bailando.
Slut in a Good Way (tal el título inglés, que repite la frase más graciosa que usan las amigas, algo así como “trola bien”) es la segunda película dirigida por Sophie Loren, veterana actriz canadiense, dueña de una carrera que nace a mediados de los 70. Las chicas tienen 17, están desempleadas y sin nada para hacer, por lo cual sus paseos suelen estar matizados con improvisadas pipas de crack. Un día entran a hacer un poco de bardo a una gigantesca juguetería llamada “Toy Depot”, y se les cruzan un montón de empleados, uno más churro que el otro. Al día siguiente Charlotte (Marguerite Bouchard), Mégane (Romaine Denis) y Aube (Rose Adam) son las tres nuevas empleadas de Toy Depot, que deberán ser instruidas por los “veteranos” (les llevan dos o tres años). Peligro de gol. Y goles habrá, aunque no repartidos en forma pareja.
¿Es Los amores de Charlotte una estudiantina? Lo es en los primeros tramos. Hasta que las chicas entran a trabajar, precisamente. Hasta ese momento es todo joda, celu, botellitas, irresponsabilidad. Desde ese momento Charlotte, Mégane y Aube asumen otras responsabilidades además de las laborales: la integración al grupo de compañeros, la protesta por los bajos sueldos (encabezada por Mégane, que es la más anarca), la recolección de dinero para causas justas, la competencia amorosa (por parte de Charlotte, que tras haber sufrido una desilusión amorosa no deja títere con cabeza), el enamoramiento (por parte de Aube, que según sus amigas es virgen). Los amores de Charlottte se contagia de energía adolescente, Loren aprovecha los interminables pasillos del depot para darle movilidad a la cosa y hay dos o tres escenas muy graciosas. Es adictiva la coreografía final, hecha a partir de un juego musical, donde todos bailan una canción de Bollywood con unos pasitos irresistibles.