Las editoriales independientes y estatales rosarinas se pusieron al hombro la difusión de buena literatura local en el año 2019: proeza no menor si se tiene en cuenta que la inflación récord y el doloroso dolarazo volvieron impredecibles los costos de impresión.
A la cabeza de la lista de próceres hay que poner a Baltasara editora. El sello que dirige Liliana Ruiz en la tradición familiar del librero editor Laudelino Ruiz viene acrecentando su colección de poesía con un panorama de lo más representativo de poetas nacidos a mediados de los años '70 y que hicieron surgir su voz a comienzos de este siglo. Desde Alicia Salinas con su "Teoría de la niebla" hasta las "Pequeñas casas" de Federico Tinivella, pasando por "Los aplausos del viento", el tercer poemario de Clarisa Vitantonio, esa franja etaria que salió a expresarse en lecturas y antologías sostiene así la visibilidad de cada obra individual. Baltasara luce en su catálogo a escritoras de trayectoria como Liliana Díaz Mindurry, y en su colección ilustrada Andrómeda publicó este año una obra poética reunida muy esperada: "Transgénica", de Gabby de Cicco.
Es una editorial seria, que para organizar el caos resultante del acoso ansioso por todos los medios virtuales de lxs amateurs de la literatura, desesperades por publicar, lanza regularmente convocatorias en diversos géneros y temas para poder contenerlxs. Hasta el 27 de este mes está vigente la de novela. Cualquiera con una novela inédita de entre 16 mil y 65 mil palabras, puede enviarla a [email protected]. Y si les parece publicable, se editará en su colección de narrativa. "Después de la fecha de cierre, no se aceptará ningún texto", se avisa como con un suspiro en baltasaraeditora.com.
La Editorial Municipal de Rosario no cesa de cartografiar la literatura viva de la región. Este año presentó a tres finalistas de su concurso de novela corta, de tres localidades distintas de la provincia de Santa Fe, cuyas obras despliegan la memoria y la fantasía: "Mandarinas", del rafaelino Franco Rosso, "Las Lagunas", de Juanjo Conti (oriundo de Carlos Pellegrini) y "La mujer camello", del rosarino Manuel López de Tejada.
Nicolás Manzi sostiene desde Rosario la difícil tarea de manejar dos catálogos editoriales de calidad. En el sello Casagrande, que codirige con María Virginia Martini, ha publicado este año uno de los mejores libros que se escribieron sobre el genocidio perpetrado por la dictadura de 1976 a 1983 en Argentina. "La chica", del autor rosarino Eugenio Previgliano, es un testimonio literario que elude todos los lugares comunes y que narra el hecho de haber estado detenido (primero en el centro clandestino de detención conocido como El Pozo y luego en una cárcel) desde un trabajo con la memoria que rescata textos juveniles y que da a leer las heridas de la historia como pliegues de olvido, silencios persistentes donde lo inenarrable no cesa de no escribirse.
Casagrande también publicó este año a Juan Mascardi, a Daniel Basilio y una colección de cuentos ácidamente satíricos de Federico Ferrogiaro titulada "Punto de fuga". Manzi se caracteriza por una relación de lealtad con los autores. Detrás de la novela Las mujeres no peinan caballos, ópera prima de Federico Aicardi, se esconde otra, o lo que Freud llamaría la novela familiar. Cuenta el autor en su muro de Facebook que al googlear su apellido se encontró con un pasaje de una contratapa de Rosario/12 firmada por su padre, Rodolfo Aicardi, quien presentó su propio libro autobiográfico ayer. Jung hablaba de sincronicidades para explicar cómo después de un desencuentro de décadas ambos coincidieron sin saberlo en publicarse. Y se reencontraron. Por supuesto que el padre es el tema en la novela del hijo y viceversa.
El otro sello donde se desempeña Manzi como editor es UNR Editora, de la Universidad Nacional de Rosario. Por una de esas serendipias a las que nos tiene acostumbrados, Manzi dio en la biblioteca de Jorge Riestra (a quien Confingere le viene reeditando toda su obra) con un excelente libro perdido de Rodolfo Vinacua. Gente así es la única obra literaria que se conoce de aquel autor fallecido en el olvido del exilio al que lo empujó la última dictadura luego de haber sido uno de los principales editores de narrativa regional de su tiempo.