El periodista de TN y La Nación a cargo del Ministerio de Hacienda afirmó que “la recesión en la Argentina ya terminó”. Como los libros de autoayuda enseñan que la superación personal requiere cierta dosis de optimismo, los funcionarios de Cambiemos parecen dejar de lado la política económica e intentar sacar a flote la economía mediante slogans que contagien buena onda. Tras el fracaso del “shock de confianza”, la “lluvia de inversiones”, el “próspero segundo semestre” y los “brotes verdes”, Nicolás Dujovne parece apelar ahora al “juira recesión, juira”. 

El decretado final de la recesión se apoya en una serie de considerandos, como el crecimiento de la actividad en el último trimestre de 2016. La recuperación de las exportaciones a Brasil, la importante cosecha de trigo, las importaciones de bienes de capital, los despachos de cemento, empleo en construcción y mejora del salario real son algunos de los factores que menciona el ministro para afirmar que la economía empezó a despegar. 

Sin embargo, los números de la economía están lejos de un escenario de recuperación. Así como crece la siembra de trigo, continúa la crisis láctea como muestra el reciente cierre de una planta de La Serenísima o las denuncias de atrasos en los sueldos y cheques sin fondos en SanCor. Si bien la producción de autos tuvo un salto en enero (+71 por ciento) de la mano de ventas a Brasil y la “inversión en fierros” de algunos fondos del blanqueo, el resto de las actividades industriales se derrumbaron o estancaron respecto a un año atrás: alimentos -1,4 por ciento; tabaco -4,2 ;textil -11,1; papel y cartón -8,9; edición e impresión -7,3; refinación de petróleo -0,1; químicos 0,4; caucho y plástico -2,1; mineral no metálico - 6,4; industrias metálicas básicas -9,5; metalmecánica -1,0 por ciento, según el Indec.

También la leve recuperación de los despachos de cemento contrasta con la caída de la actividad de la construcción (-2,4 por ciento enero ‘17/’16). Por otro lado, el ministro está desactualizado ya que la leve recuperación de puestos de trabajo de la construcción entre agosto y noviembre del año pasado dio paso a la destrucción de 9382 empleos formales en diciembre respecto a noviembre y de 16.816 empleos menos respecto a un año atrás.

Las mayores importaciones de bienes de capital no pueden considerarse un indicador de recuperación de la inversión, mucho menos en el marco de una política de apertura importadora donde diversos productos electrónicos que se dejan de producir en el país, figuran clasificados como “bienes de capital”. El indicador de recuperación de la actividad se basa en un dato “desestacionalizado” (EMAE-Indec) que no se condice con la más fiable información de una baja interanual de casi 2,0 por ciento en ese indicador para el último trimestre de 2016.

Por último, la “recuperación del salario real” es una cínica interpretación del hecho de que mientras los precios crecen continuamente, los salarios lo hacen a los saltos en los meses que se efectivizan los aumentos pactados en paritarias que, en ningún caso, lograron superar la inflación.

@AndresAsiain