El Mundial de Clubes que finalizó en Qatar y que se adjudicó el Liverpool inglés, no sólo ofreció un fútbol atractivo con equipos que buscaron el éxito a partir de argumentos nobles, sino que también exhibió la parte más repudiable de parte de los latinoamericanos. El encuentro que jugó el campeón por una de las semifinales, ante el Monterrey de México, fue la imagen de las diferencias que separan a ambos continentes en la geografía, pero también en la cultura que se aplica para tratar de superar al rival.
El técnico argentino de los mexicanos, Antonio Mohamed, protagonizó un episodio triste ante el entrenador Jürgen Klopp, al punto que lo invitó a pelear afuera de la cancha. Mohamed le solicitó al árbitro durante el partido, en varias ocasiones, que sancionara con tarjeta amarilla a los futbolistas de Liverpool, cuando entendía que habían cometido una infracción violenta. Del otro lado, Klopp no terminaba de entender las reacciones de su colega, quien tenía el objetivo de sacar ventaja para Monterrey y poder perjudicar a los ingleses.
La disputa salió de control cuando Klopp finalmente se burló de Mohamed, repitiéndole aquel gesto directamente en su rostro. El alemán había llegado al Mundial luego de haber ganado la pasada Champions League, el torneo de clubes más importante del planeta, y con el agregado de que pudo revertir una semifinal histórica ante el Barcelona, al vencerlo 4-0 en Inglaterra, sin ningún tipo de artilugios y solamente con una clara apuesta ofensiva. Ni en la Champions League ni en el Mundial de Clubes a Klopp se le ocurrió pedir que sancionen a un rival, con la finalidad de obtener algún rédito para su equipo.
El fútbol latinoamericano ofrece muchas situaciones, donde se observa que tanto jugadores como entrenadores hacen lo mismo que Mohamed hizo en Qatar. Y el que podría ser perjudicado no sólo no se queja, sino que lo acepta como parte del juego.
Klopp le enseñó al ex delantero de Huracán y Boca que su mensaje es diferente, y que los valores que le transmite a sus jugadores también son distintos. Con esa forma, al alemán no le fue mal en su carrera: ganó cinco títulos con el Borussia Dortmund de su país (dos ligas, una Copa Alemana y dos Supercopa Alemana), y lleva tres con el Liverpool (una Champions League, la Supercopa de Europa y el reciente Mundial de Clubes). Pero más allá de los logros, a ambos conjuntos les dio una identidad que los ubicó en la elite mundial.
La propuesta de Mohamed también es saludable, y en México consiguió títulos que le dieron mucho reconocimiento. El último fue el que le permitió llegar a Qatar: campeón CONCACAF Champions League 2019. El tercer puesto en el Mundial de Clubes también es muy importante para el fútbol mexicano. Pero sin duda, la medalla de bronce tendrá un valor real si la exposición a la que lo sometió Klopp le permite modificar su impronta.