La basura no es simplemente aquello que desechamos, que sacamos de nuestras casas a la calle lo más rápido posible, algo que nos produce rechazo y que nos cuesta pensar. La basura es una relación social -que podríamos sintetizar con la idea 'yo la tiro, otro la levanta'- tan compleja como dinámica y productiva. De la basura se extraen alimentos y objetos que luego vuelven al mercado para distintos tipos de intercambios. De ella se extrae información sobre los hábitos de los consumidores; también valor a través de las cooperativas de reciclado; se extraen objetos que inspiran a artistas plásticos y escultores. De la basura pueden también surgir historias singulares, como la del Centro Deportivo y Recreativo Villa Argüello, de la localidad de Berisso, en las afueras de La Plata, un club nacido a finales de los años '70 y que 40 años después esgrime con orgullo sus orígenes y su presente.
La historia del CDR Villa Argüello es épica. En su fundación no hay plazas emblemáticas, ni árboledas frondosas, solo basura y montañas de escombros, y la decisión iluminada de un grupo de vecinos que decidió cambiar la realidad, resignificando el espacio para convertirlo en un lugar de encuentro alrededor del fútbol. "El club se funda recuperando lo que antes era un basural. Se construye en 1979 en las calles 5 y 126, sobre unos terrenos provinciales en donde se tiró la basura y escombros producto del trazado de la Avenida 122 de La Plata", cuenta Juan Manuel Bruno, nieto de uno de los vecinos del barrio que por esos años decidieron contratar máquinas para mejorar el terreno y organizar torneos para juntar fondos que permitieron nivelar las tierras y construir una cancha de once y un vestuario. En los 90, bajo el manto de sombra de las privatizaciones, al Villa Argüello también le llegó su noche y el gerenciamiento.
Casi 20 años después de su creación, un grupo de jóvenes vecinos del barrio -el mismo barrio que en el que se crió y trabajó el cura Carlos Cajade, reconocido por su trabajo con los chicos de la calle platenses y fundador del Movimiento Chicos del Pueblo- que supieron gastar zapatillas jugando en esa canchita, convocaron a más vecinos y vecinas a una gran asamblea en la que se decidió juntar firmas para recuperar el Centro Recreativo y Deportivo. Desde entonces y hasta la actualidad, el Villa Argüello no ha parado de crecer y bien vale la pena conocer sus páginas gloriosas, como la que escribieron en plena crisis social durante el gobierno de De la Rúa, cuando se decidió que las actividades de fútbol infantil fueran gratuitas, y sumaron además un espacio para apoyo escolar, un merendero y hasta un ropero comunitario organizado por las mamás de los chicos.
El Villa Argüello, que reúne a una comunidad de más de 200 pibes y pibas que juegan para sus diferentes equipos, y otro tanto de jóvenes y mayores, cuenta también entre sus hitos la incorporación de mujeres en sus equipos de fútbol mixto, que impulsó cambios en la Liga de Asociaciones de Fútbol Infantil de la Ribera (LAFIR), que tras oponerse en un principio acaba de incorporar una silueta femenina en su escudo. También esgrime con orgullo las carreras deportivas de dos de sus mujeres futbolistas: Alma Tunez, que jugó seis meses con la casaca azul y roja del club y en la actualidad juega en la primera de San Carlos e integra, además, el seleccionado argentino Sub 17; y Belén García, aquella primera mujer que se presentó en el club porque quería jugar al fútbol y con el apoyo de esta comunidad deportiva y cultural logró cambiar las reglas del juego para que la LAFIR incorporara a su liga a los equipos mixtos, y que como volante central deslumbró en la Liga de Santiago del Estero, donde fue tres veces campeona con su equipo: el Ni una menos FC.
"Tenemos una perspectiva de trabajo en la lucha por los derechos de los pibes y las pibas. En nuestras camisetas no hay publicidades, sino que hay frases como 'El hambre es un crimen' o 'Ni una menos fuera de la cancha', que son elegidas por cada categoría y que tienen que ver con los derechos y las banderas históricas del movimiento nacional chicos del pueblo", le explica Bruno a Líbero, antes de contar los pormenores de lo que fue el comienzo del fútbol mixto en el club. "Un día estábamos en un entrenamiento y cae Belén, una nena que quería jugar a la pelota. Le dijimos que empiece a entrenar y la fuimos a fichar al espacio donde competimos que es la Liga Asociación Fútbol Infantil de la Ribera (LAFIR). Nosotros esperábamos que fuera un trámite normal. Pero ahí nos encontramos con que los clubes, que en ese momento conducían la Liga, se oponían. No querían que la piba juegue. Nos empezaron a hacer cualquier tipo de cuestionamientos. '¡¿Cómo va a jugar una piba?!', '¿y si a la piba le tocan el culo?' El problema era de los adultos porque entre los pibes nunca hubo ningún problema".
La Asociación llegó a ofrecerle al Villa Argüerllo que Belén fichara con la identidad de un pibe. Pero los dirigentes del CDR, para quienes la cuestión de la identidad no es un tema menor, se negaron y decidieron hacer una carta que fue acompañada por organizaciones que trabajan con niñez, por la Comisión Provincial por la Memoria y por el Fuero Penal Juvenil. Ante la presión, la LAFIR terminó cediendo su posición y finalmente aceptando la ficha de Belén. Su caso fue el disparador, porque al verla jugar entre los chicos, las hermanitas de los otros pibes empezaron a pedirles a sus padres lo mismo: querían ni más ni menos que jugar a la pelota. El fútbol mixto del Villa Argüello se convirtió rápidamente en un centro de atracción para otras chicas. "Había chicas cuyos hermanos jugaban en otros clubes y venían a jugar con nosotros. Es que varios clubes si bien aceptaban jugar contra equipos mixtos no aceptaban a las pibas en sus equipos", cuenta Bruno.
A partir de este movimiento, la liga de fútbol mixto de la LAFIR se fue fortaleciendo. "Eso fue todo un proceso. Se fueron sumando de a poco los clubes, a entender la necesidad de que el fútbol infantil sea mixto, lo cual fue una novedad a nivel nacional. Para nosotros es un logro que los compañeros de otras instituciones entiendan y compartan la idea de que las pibas tienen que arrancar lo antes posible a desarrollar la actividad que las interpela, en este caso el fútbol".
No sólo del fútbol se alimenta el espírituo del Villa Argüello. En el club funciona un merendero: Copa de leche, un centro comunitario de extensión de la Universidad Nacional de La Plata, y se dictan talleres de oficios, talleres de murga y se desarrollan otros tantos proyectos sociales y comunitarios. "Estamos tramitando la cesión definitiva de las tierras desde hace años y ahora nos entusiasmamos con el cambio de gobierno en la Provincia de Buenos Aires, porque confiamos en que el gobernador Axel Kicillof nos pueda ayudar en el impulso para cumplir este sueño", se ilusiona Bruno y, montado en el orgullo que siente por los colores del CDR Villa Argüello, explica: "Fuimos el proyecto de presupuesto participativo más votado en todo Berisso, ganamos con 213 votos contra 80 del segundo proyecto. Hoy tenemos dos canchitas, dos vestuarios, el bufet y estamos juntando fondos para iniciar las obras para el riego de las canchas. Queremos tener el campo de juego en condiciones para que el piberío pueda desarrollarse en el deporte como se merecen".