“¿Quién quiere vivir para siempre?”, machacaba a los bises el legendario Freddy Mercury en el homónimo y muy dramático track de Queen. Pues, como ‘para siempre’ es mucho tiempo (salvo para humanos con debilidad vamp, de más está decir), mejor contentarse con saber cómo reducir las personas adultas su riesgo de mortalidad en un 14 por ciento. A los consejos de siempre -bajar el consumo de alcohol y tabaco, la ingesta de sal, los niveles de tensión sanguínea y azúcar en sangre-, se suma ahora la recomendación de un team de la University College London, que acaba de publicar sus hallazgos en la prestigiosa publicación British Medical Journal. El estudio, dirigido por la especialista en psicobiología y epidemiología Daisy Fancourt, asegura que alcanza con ir al museo una o dos veces al año para aumentar en el mentado porcentual las chances de vivir más. Ir galerías de arte, exposiciones, representaciones teatrales, conciertos u óperas, conforme registró su equipo en un laburo longitudinal que siguió la frecuencia con la que las personas encuestadas (casi 7 mil participantes) asistían a eventos culturales, amén de evaluar si existe una correlación entre el consumo de artes y la mortalidad. Existir, existe, según DF y compañía, cuya investigación arrojó que cuanto más a menudo se realizan salidas de esta índole, menos chances de estirar la pata prematuramente. Y si se va con aún más frecuencia, se achica todavía más el riesgo de RIP, cayendo en un 31 por ciento el riesgo entre terrícolas que asisten en forma mensual.
Explica Fancourt que el fenómeno se puede explicar por diversas razones: este tipo de actividades ofician de amortiguador contra el estrés; despiertan la creatividad y, al hacerlo, permite a la gente adaptarse a circunstancias cambiantes; amplía su capital emocional… En resumidas cuentas, “ofrece una amplia gama de beneficios para una vida más saludable”. Por lo demás, según la referenciada web ArtNet, este flamante trabajo puede enmarcarse en una ola de investigaciones recientes que vinculan arte y salud. Cita, por caso, estudios realizados en Dinamarca y UK que confirmaron cómo la presencia de piezas artísticas en hospitales impactó positivamente en pacientes, que mejoraron anímicamente y físicamente. Si faltaban razones para arrimarse a, por caso, el Museo Nacional de Bellas Artes y ver la incitante retrospectiva de la excepcional Norah Borges -que reúne más de 200 pinturas, dibujos, grabados y objetos, entre documentos, manuscritos, impresos y fotografías, de la artista plástica argentina-, habemus una más: longevidad.