Es parte de la ESI hablar del cariño y del amor, de las relaciones entre pares que se desarrollen desde la responsabilidad afectiva, desde las sensaciones, los deseos y el día a día. ESI es encontrarse en las diferencias y compartir experiencias. Es reconocer los territorios y resistir con las semillas que dejan nuestras historias. ESI es también sentir colectivo, es crítica, es poder ser, es mirarnos a los ojos y desafiarnos. Es que hablar del cuerpo signifique conocerse, reconocerse e identificar los sujetos de las rebeldías ajenas. ESI es tener en cuenta las heridas abiertas, tener en cuenta las sensibilidades individuales y colectivas.
¿Esto es la Educación Sexual Integral, lo que esperamos de ella? ¿En algún momento les pibes nos vamos a conformar con la ESI que nos dan, o es nuestra manera de manifestar una vez más, que el sistema educativo y las instituciones de “aprendizaje” no están dando resultado?
O si da resultado, el de no adecuarse, porque no quiere. Pero no el que esperamos: el de sostener que sólo con les estudiantes y desde les estudiantes, conscientes de sí y para sí, en y con nuestro ambiente y sus particularidades, es posible generar predisposición para la transformación. Para empezar a concebir al ser humano como construcción y cambio constante en todas las etapas de formación de la vida. Desde la juventud y la educación pública, que se modela desde la mirada adulta diciendo que somos el futuro, pero manteniendo las mismas herramientas para analizar al mundo que desde hace años: autocéntrica, colonizadora, capitalista y patriarcal. O sea, creando un círculo vicioso sin salida. Dominando y no generando pensamiento crítico en movimiento; sin dejarnos considerar a los sueños posibles (solo son inexistentes los sueños no soñados), como un acto político de estar siendo ser humano.
Como el discurso de la imposibilidad de cambiar el sistema, que así como tenemos la posibilidad de significar al mundo y a las sociedades, somos capaces de resignificarlos. Pero al mismo tiempo entendiendo a la educación pública como trinchera de resistencia, como símbolo de alegría y de aprendizaje para las relaciones entre pares. Teniendo en cuenta, que es sobre ella que tenemos que construir nuestras bases, en conjunto con docentes, profesionales y estudiantes. Para repensar los deseos colectivos, para no perder nunca la ternura y los ojos de niñe al repensar las cosas. Y que es por esto que tenemos que seguir apostando a los encuentros, a la educación en relación a que la lucha por la libertad del placer de ser libre nunca termine y siempre comience.
Para apoderarnos del misterio del lenguaje que identifica al mundo, para comprender a la lectura como un vivir y no sólo asimilar palabras, y que ésta signifique una constante relectura de las maneras de hablar. Porque ahora, más que nunca, es necesario seguir construyendo esa educación, que en algún momento fue pensada por Freire o por Martí, y que hoy tiene que ser transversal, desde el feminismo popular y disidente.
*Alumna de la Escuela Esnaola e integrante del Centro de Estudiantes.