En estos dos meses el ritmo de Santiago cambió, la gente mira a los ojos, muchos con complicidad. Sabía que al cruzar la cordillera me encontraría con un lugar nuevo. Éramos los mismos, pero ahora nos miramos y nos vemos menos desconfiados y nos atrevemos, y sonreímos, sin que se piense de nosotros que vamos apurados, que somos obedientes y sumisos. La gente habla. La gente quiere hablar. Y una Nueva Constitución para Chile es lo que queremos. Y quizás queremos todo porque nunca tuvimos nada, mientras la generación de nuestros padres y abuelos, aún con los recuerdos de la dictadura, ven con esperanza este movimiento y saben que no podemos detenernos, y que se ha perdido mucho, que duele nuestro país cicatriz y las miradas que intentan apagar, duelen nuestros muertos y muertas. No hay avances ni logros a corto plazo, no se vislumbra una salida en esta curiosa democracia que actúa como dictadura; abrir la puerta al diálogo con la ciudadanía para el gobierno sería rendirse en su propia guerra, que aún no finaliza, que aún acusa y busca un enemigo poderoso e implacable, macabro. A diario se repite la fórmula represiva mientras aumentan las víctimas y las violaciones de los Derechos Humanos en un país donde pareciera que los tres poderes del Estado se concentran en Carabineros, con un director que se niega a renunciar. Han sido cuatro informes de organismos internacionales que no fueron tomados en cuenta y se han relativizado: Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW), Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
Chile permanece en crisis, es una crisis intensa y el pueblo resiste. No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema se lee en las paredes de Santiago que se han convertido en museos populares abiertos en los que también dejamos inscripciones. Las calles son nuestra prensa. El pueblo resiste por la transversalidad de los feminismos que han sido esenciales para mantener en marcha este movimiento. Las mujeres han sabido reconocerse, organizarse, agruparse y ser dialogantes y críticas frente las desigualdades presentes en Chile. La creatividad se ha vuelto una herramienta de denuncia, así también los cuerpos que irrumpen los espacios citadinos.
Si bien hubo un momento en que algo se estancó, la soledad y la desesperanza quiso mermar la energía del movimiento, el colectivo Lastesis dio un nuevo impulso, uno que tampoco vislumbrábamos, ni el impacto mundial que podría llegar a tener “un violador en tu camino”, que ha sido una permanente retroalimentación y espacio de fortaleza y comunión. Este 25 de noviembre fue un día esencial para ese Chile que resiste desde hace dos meses en las calles y en todo el país. No volveríamos a la normalidad. Cuatro días después aparecían los videos desde distintos lugares del mundo, y pese a que esa acción ha sido censurada y reprimida en Chile y en el extranjero, los ecos continúan, creamos conciencia y poder feminista con una canción que desde el nombre hasta la estrofa del himno de carabineros que incluye, denuncia a la policía chilena y su brutal represión en contra de los cuerpos femeninos. Las interpretaciones alrededor del mundo dan cuenta de que la violencia machista y estatal imparte el terror con las mismas herramientas. La ministra de la Mujer y Equidad de Género, Isabel Plá, aseguró que “Chile no es un macho violador”, comentario que tras reiteradas manifestaciones en que las mujeres piden su renuncia, no pasó de ser una de tantas frases y notas de prensa que abundan desde La Moneda, que ha creado su propio ecosistema de desinformación.
Luego, a principios de diciembre, lo que comenzó como una broma convocó a más de diez mil mujeres fuera del Estadio Nacional (ex centro de tortura). Aparecían entonces Lastesis senior, mujeres de 40 años en adelante autoconvocadas realizando una conmovedora versión, un encuentro de generaciones feministas, que nos confirmaba que estábamos juntas, que todo seguía, que no hay miedo, porque el Estado intenta sistemáticamente acabar con las manifestaciones, al costo que sea. No les importó botar con el agua del guanaco a una mujer discapacitada en muletas, no les importa llevar presa a una mujer mayor, ni desnudar a las mujeres frente a la vista de la gente en los procedimientos, menos aún tener clemencia con un padre que intenta recuperar a su hija menor de edad.
Pero estamos juntas y vamos también por una nueva Constitución, la puerta para derribar el neoliberalismo y la desigualdad en Chile, un gran camino que se está abriendo desde el Congreso, tras un acuerdo que no representa a muchos, pero que se ha transformado en la vía de cambio y, tras largos e intensos debates, a principios de enero podría confirmarse la paridad del proceso constituyente hacia la creación de una nueva carta magna, mujeres al 50 por ciento en todo el proceso, en todas las listas y candidaturas, un avance que sería inédito en la historia del país. Sin nosotras nunca más. Constanza Valdés, asesora legislativa, activista trans y feminista, afirma “que las mujeres trans, lesbianas y bisexuales podamos estar presente marca un hito, y podríamos dejar atrás los lastres y enclaves de la dictadura, que aún nos afecta en lo político, social, económico e incluso sexual”.
La lucha para lograr la paridad, los escaños reservados para pueblos originarios y representación de independientes ha sido ardua, ha expuesto la cara de la discriminación de la derecha chilena y de aquellos que se sienten amenazados por un cambio de modelo. No desean que elijamos ni que convoquemos. Todos los días hay manifestaciones en distintas ciudades de Chile donde las mujeres ponen el cuerpo y la creatividad. La Plaza de la Dignidad (ex Plaza Italia) se ha vuelto el centro neurálgico de las manifestaciones, la gente viaja desde otras regiones a visibilizar sus demandas. La espontaneidad de las intervenciones vuelve complejo hacer registro de todo lo que acontece, lo importante es que estamos presentes, desde muchos lugares y oficios, y tenemos la certeza de que estamos construyendo Historia.
Hoy son varias las agrupaciones y colectivos feministas en Chile que, como antecedente más próximo, a partir de la revolución de mayo feminista de 2018 la reivindicación y la queja se instalaron como un primer despertar, las mujeres ya no dieron pie atrás y se fueron volviendo cada vez más protagonistas, provocando la incomodidad en una sociedad patriarcal que no estaba acostumbrada a que levantaran la voz ni mostraran el cuerpo. Las mujeres se convocaban y unían.
La agrupación Abogadas Feministas (Abofem) nació a mediados de 2018 y reúne a 300 mujeres que participan en la incorporación de perspectiva feminista en proyectos de ley y políticas públicas, litigación estratégica en el ámbito penal y también desde el ámbito académico. Además, se suman a distintas instancias colectivas y, desde el 18 de octubre, han tenido un rol esencial ante la represión estatal, atienden y asesoran extrajudicialmente a mujeres y organizaciones, y han presentado alrededor de 30 querellas. Sobre la paridad en el proceso por una Nueva Constitución, señalan que “no pensamos que todas las mujeres van a representar intereses feministas. Las mujeres somos diversas y no tenemos intereses homogéneos, pero tenemos que participar de manera paritaria en ese espacio por una razón de justicia. Porque somos más de la mitad de la población y un espacio constituyente debe reflejar esa correlación de género”.
Esenciales y permanentemente movilizadas, la Coordinadora Feminista 8M se despliega en distintos espacios y articulación en los territorios, sindicatos, organizaciones de Derechos Humanos, socioambientales y educacionales. Desde el 21 de octubre, llamaron a múltiples organizaciones a convocar una huelga general (productiva y reproductiva) y a desplegarse en asambleas barriales, insistiendo en la centralidad de la protesta, la ocupación del espacio público y la imaginación política radical que abre un proceso constituyente. Marchan junto a Unidad Social cada viernes y han insistido en la lucha contra la impunidad y la violencia política sexual. Están preparando el 2º Encuentro Plurinacional de Las que Luchan, que se realizará el 10, 11 y 12 de enero en Santiago y que, en esta versión, construyen junto a otras organizaciones, como la Red Chilena Contra la Violencia Hacia Las Mujeres, la Red de Mujeres Mapuche, la Secretaría de Mujeres Migrantes, Negrocéntricxs y la Agrupación Rompiendo el Silencio. Durante este encuentro se hará balance y lectura del proceso en curso y se coordinará el plan de lucha para 2020, además de crear una instancia para elaborar la posición sobre el proceso constituyente y los contenidos feministas para una nueva constitución.
Desde el estallido social visibilizaron un proceso destituyente, es decir, la vida que no queremos, la sociedad que no queremos, las precariedades que no queremos, la obediencia que no queremos; y un proceso constituyente, que no tiene lugar desde la institucionalidad, sino desde las asambleas, los espacios de organización que han levantado durante este tiempo. El estallido tiene historia, no es un momento que surge de la nada ni de manera espontánea, sino que es el resultado de un proceso de articulación, movilización y organización de movimientos sociales y territorios frente a la crisis de la reproducción social y donde la lucha feminista ha tenido un papel relevante.
En estos dos meses de lucha, han hecho el llamado a levantar estrategias para la transversalización del feminismo en cada rincón y en cada acción. Es una tarea compleja en un contexto donde el terrorismo de Estado se dirige a los cuerpos de mujeres y disidencias mediante la violencia política sexual con los más de 200 casos de abusos, violaciones y acosos que han sido registrados hasta ahora. La lucha de las mujeres es también la lucha por la memoria y contra la impunidad, tal como lo hizo la Agrupación Mujeres por la Vida en dictadura. “Hoy volvemos a decir SOMOS+ contra un gobierno criminal responsable político de la violación sistemática a los Derechos Humanos. Decimos entonces que SOMOS+ y que no vamos a soltar las calles, que seguiremos organizadas a contrapelo del mandato a la normalidad, al orden, a callar incluso dentro de las propias organizaciones y partidos. No vamos a soltar las calles ni la protesta y de las maneras más diversas y creativas seguiremos movilizadas en cada rincón”, señalaron.
La impunidad a la orden del día se ha convertido en un monstruo contra el que lidiar. Las medidas judiciales no son suficientes, la policía continúa en las calles, las mujeres siguen siendo vejadas y tratadas como botín de guerra. Entre el 21 y el 30 de enero próximo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visitará Chile nuevamente. La diferencia con la anterior visita in loco es que asistirá toda la Comisión, lo que marcará un hito en el país. Será la primera vez, desde su creación, que la Comisión en pleno visitará Chile, como ocurrió en la Argentina en 1979, durante la dictadura de Jorge Rafael Videla. Mientras tanto, siempre surge algo que nos devuelve la esperanza y el camino, permanecemos movilizadas, este movimiento social es nuestro, de las mujeres, de nuestras abuelas, de nuestras madres e hijas, de todas quienes entren en estas nuevas y grandes alamedas.