Telma Luzzani presenta un racconto pormenorizado y atractivo de lo que fue la Guerra Fría, el periodo que instauró el orden político internacional que aún persiste aunque con profundas transformaciones, en el que incluye el análisis de nuevos actores políticos para la época, como las mujeres y los jóvenes, o el complejo entramado de relaciones de poder entre las potencias, sus objetivos y repercusiones. Con este material se pone a disposición temas de política internacional que nos dan la posibilidad de pensar distintos procesos desde una perspectiva global, sin que nos quede lejos en el tiempo o ajena a la porción del mundo que habitamos. Todo lo que necesitás saber sobre la Guerra Fría (Paidós) se publica a modo de síntesis y divulgación, a treinta años de la caída del Muro de Berlín.
¿Qué relevancia tiene hoy pensar lo acontecido durante los años de la Guerra Fría?
-La publicación del libro coincide con los 30 años de la caída del muro de Berlín, y cuando se cumplen estos números redondos suelen ser oportunos para hacer un balance sobre lo que sucedió en aquel momento y lo que está sucediendo hoy. Las diferencias son abismales entre aquel mundo bipolar y este que no termina de ser multipolar, que tiene una potencia como la de EE. UU. en decadencia con una sutil aunque notoria pérdida de su liderazgo. Estos movimientos establecen un escenario mundial actual muy complejo. Lo útil de pensar ese período post Segunda Guerra Mundial -lo que conocemos como la Guerra Fría-, y que estructuró el mundo que tenemos hoy, es ver qué está perviviendo y qué estructuras se están quebrando o se encuentran en un estadio de transformación.
En el mapa actual, ¿cuáles creés que son esas estructuras que permanecen y cuáles aquellas otras que no imaginábamos que iban a quebrarse?
-Por ejemplo, la emergencia y crecimiento de China no estaba calculada. Por otro lado empiezan a aparecer, incluso desde la perspectiva norteamericana, cuestionamientos a los organismos que estructuraron el mundo desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, como las declaraciones de Donald Trump sobre su intención de desfinanciar a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), esa conformación del ejército conjunto de los países de Europa más EE. UU. que en su momento fue defensivo y hoy es ofensivo. Vemos una OEA (Organización de Estados Americanos) totalmente desprestigiada, con un Secretario General como Luis Almagro tomando partido personal sobre el golpe de Estado en Bolivia, algo que nunca había pasado. La OEA siempre fue, como decía Fidel Castro, el ministerio de las colonias, o sea siempre sirvió a los fines de EE. UU. en nuestra región, pero nunca fue de esta manera descarada.
¿Y en cuánto a la batallas de ideologías, eje central de discusión en los años de la Guerra Fría?
-En el mundo actual no hay una guerra fría. No estoy de acuerdo con que la rivalidad que se puede encontrar hoy entre los EE. UU. y China, por ejemplo, corresponda a la idea de batalla de ideas. La Guerra Fría fue un enfrentamiento de ideologías, con valores y conceptos distintos. Hoy China no quiere imponer su sistema político o ideológico, la batalla tiene que ver con lo comercial. Por lo menos hoy las disputas están más relacionadas con el conocimiento, los avances en materia de inteligencia artificial, el poder de cooptación de recursos naturales. Un ícono de lo que ha avanzado China es “la nueva ruta de la seda”, infraestructuras impresionantes como ferrocarriles que corren desde Beijing hasta España. Estados Unidos sigue siendo la primera potencia militar, económica y en materia de conocimiento, pero ya sin un lugar de liderazgo. Todavía no ha podido derribar el gobierno de Nicolás Maduro, o no puede evitar que Rusia y China comercialicen en su moneda. Señales de que va perdiendo su capacidad de mando. Quizá no resulta tan evidente, pero va gradualmente perdiendo espacios de poder.
¿Qué destacás del proceso de lecturas e investigación para la escritura del libro?
-Me gustó mucho escribir este libro porque me dio la oportunidad de visualizar una serie de cambios muy importantes, cosas que siguen teniendo influencia con sus facetas. Por ejemplo, todo lo sucedido con nosotras las mujeres desde la aparición de la pastilla anticonceptiva como principio de autonomía. Nuestro recorrido a partir del principio del fin de la Segunda Guerra Mundial es impresionante, y se pueden pensar los pañuelos verdes de la nueva generación desde ahí. Los jóvenes como sujetos políticos y la serie de revueltas y revoluciones protagonizadas por ellos. Quizá el Mayo francés es la que más prensa tuvo, pero también los procesos pacifistas contra la guerra de Vietnam en los EE. UU., para mí es importante reconocer que hoy lo que nos parece tan natural, que los muchachos y las chicas estén en la calle reclamando por sus derechos, ha tenido su nacimiento en aquellos procesos de los años ´60, en pleno periodo de la Guerra Fría. Los cambios sociológicos a nivel de la vida cotidiana, los viajes, los avances en materia de conocimiento, cambios que no tienen que ver tanto con los costados políticos o militares. Meterse a leer en profundidad sobre ese periodo es darse cuenta de cómo la competencia entre potencias jugó en varios niveles al mismo tiempo y ayudó a que viviéramos en un mundo un poco más cómodo. En estos términos de cambio también es importante pensar en África, por ejemplo, un continente del que no se sabe nada, antes había un solo país libre, los demás era todo colonias de países europeos, y hoy hay cincuenta y dos países independientes.
¿Y algo que te haya sorprendido, que te haya revelado la investigación?
-Lo que me sorprendió haciendo las investigaciones es que el mundo que vivimos hoy tiene más que ver con los acontecimientos ocurridos en la década del ´70 de lo que yo creía antes. Lo que empieza a emerger es el desplazamiento hacia el neoliberalismo. Pude ver que ya en ese momento el establishment norteamericano estaba invirtiendo mucho en las universidades, en investigaciones, en las academias, en los centros de estudio para fomentar el neoliberalismo. Cuando Nixon decide traicionar el pacto de 1944 de Bretton Woods y desvincula el dólar del oro, comienza a instalarse la economía de mercado en desmedro de las políticas de bienestar. En 1974 le dan el premio Nobel de economía a Friedrich Hayek, el padre del neoliberalismo. Claramente se empieza a promover ese tipo de política. Usan a Chile de laboratorio y en 1973 le hacen el golpe a Allende. En los ´80 con Ronald Reagan y Margaret Tatcher, y después la caída de la Unión Soviética, el proyecto se vuelve nodal. Lo que es llamativo es que el laboratorio de estas políticas fue Chile, y hoy es Chile el que está poniendo en escena el fracaso del modelo. Ese me parece un indicador muy interesante de lo que está pasando a nivel global.