El shibari es el arte de atar con cuerdas, de comunicar sensaciones y emociones con sus formas. Su historia se remonta a finales de la era Edo en Japón. En un principio se lo utilizó como método de aprisionamiento, tortura y traslado de prisioneros de guerra. Posteriormente y debido a su uso en prácticas SM (sado-masoquistas) comenzó a verse en fotografías e imágenes ilustradas de la época. Es importante aclarar las diferencias entre el bondage (restricción en sí del movimiento de otre con elementos como sogas, cables, cinturón o esposas) y el shibari, cuyos elementos (yute, cáñamo, etc), figuras y estructuras específicas requieren de una técnica más avanzada.
Se practica con cuerdas de yute artesanales de 8 metros de longitud y 6 milímetros de diámetro. También hay cuerdas para decoración de estructuras, mordazas, ataduras de rostro y cabello.
Valentina tiene 27 años, vive en Córdoba Capital, en redes sociales se la puede encontrar como Nina (@nina.mvs) y trabaja en la difusión del shibari y la comercialización de cuerdas para practicarlo. “Es muy importante para mí hacer incapie en el rol del modele, el consenso, la comunicación y los aspectos de seguridad. En mis años de experiencia como modelo y atadora puedo decir que, con los aspectos ante mencionados, se pueden lograr sensaciones y conexiones muy interesantes desde la espiritualidad y la contención” cuenta a Las12 y narra su inicio en la práctica. “Empecé en una época de mi vida que estaba triste y el contacto físico se me hacía imposible. En búsqueda de esa contención que no podía encontrar en otres comencé a auto-atarme, y en las tensiones de las cuerdas encontré el abrazo que no me era posible pedir o recibir” explica. Así supo que ese era el mensaje y, con instrucción y mucha práctica empezó su camino buscando generar eso en cada persona que tuvo la oportunidad de atar.
Con su emprendimiento, Kinky Knots (@kinky_knots), vende cuerdas de yute para shibari en 12 tonos diferentes. También da workshops de nivel inicial e intermedio, trabajando en proyectos fotográficos, y eventos con performance en vivo tanto como modelo como atadora. “Sin lugar a dudas destaco el amor con el que realizo cada una de las cuerdas que vendo, pensando siempre en lo divertida que puede ser la práctica y experiencia para cada une. Estoy más que agradecida con cada cliente y alumne que he tenido la posibilidad de conocer y tratar y no existe en el mundo algo que me haga más feliz que saber que disfrutan mi trabajo y ver el entusiasmo con el que reciben ese abrazo, esas cuerdas que tanto me dieron a mi”.