El Tribunal Oral Federal número 8 revocó ayer la prisión preventiva de Cristina Fernández de Kirchner en la bochornosa causa del Memorándum de Entendimiento con Irán. El expediente se originó en la no menos bochornosa denuncia de Alberto Nisman quien acusó a CFK, al fallecido canciller Héctor Timerman y otros dirigentes de distintas corrientes por el delito de encubrimiento del atentado contra la AMIA. El argumento fue que el Memorándum --que nunca entró en vigencia y fue votado por el Congreso Nacional-- le daba impunidad a los terroristas. La causa llegó al desvarío de imputar a CFK y Timerman por traición a la patria, delito que terminó desechando la Cámara Federal, que consideró que no puede existir tal delito en un país que no le declaró la guerra a ningún otro país. El juez Claudio Bonadio elevó el expediente a juicio en marzo de 2018 y, en el año y medio transcurrido, el TOF 8 ni siquiera fijó fecha para el inicio del juicio. Es más, los jueces barajan la posibilidad de llamar a declarar a Ronald Noble, ex titular de Interpol, en el marco de una instrucción preliminar, con lo que podría hasta caerse toda la causa.
Los tres integrantes del TOF 8, Gabriela López Iñiguez, José Michilini y Daniel Obligado, votaron por unanimidad revocar la prisión preventiva. Los dos primeros magistrados señalaron que ya transcurrieron dos años desde que se dictó la preventiva, que no hay peligro de fuga y que tampoco existe riesgo de obstrucción de la investigación dado que la causa ya fue elevada a juicio. Por su parte, Obligado agregó que CFK es vicepresidente, tiene un cargo institucional de máxima importancia y que ello también debe ser tenido en cuenta para cesar con la amenaza de preventiva.
Como se sabe, la ex mandataria no fue presa porque tuvo los fueros como senadora, pero distintos imputados terminaron en la cárcel, entre ellos el ahora procurador del Tesoro, Carlos Zannini; el referente de la comunidad chiíta en la Argentina, Jorge Khalil; el dirigente social Luis D'Elía --ahora detenido en otra causa-- y el último en recuperar la libertad, Fernando Esteche.
El proceso fue especialmente siniestro con Héctor Timerman que también hubiera estado tras las rejas, pero por entonces daba una tremenda lucha contra el cáncer, que finalmente lo llevó a la muerte hace un año. No obstante, usando como argumento la causa del Memorándum, el juez retrasó la autorización para salir del país que el ex canciller necesitaba para concurrir al tratamiento en Estados Unidos y, sobre todo, el país del norte primero le negó la visa y tardíamente le permitió viajar.
Desde el punto de vista político llama la atención que el TOF 8 le pidió opinión a la DAIA sobre la revocatoria de la preventiva. La organización de la comunidad judía no emitió opinión, sino que consideró --adhiriendo a la postura del fiscal-- que como Cristina no está presa no era necesario pronunciarse. La cuestión tiene dos miradas posibles. La primera es que la DAIA, que motorizó la denuncia en su momento, que no se opuso sino que respaldó la acusación por traición a la patria, volvió a exhibir beligerancia contra la ex presidenta. La otra interpretación es que la DAIA actuó en forma mucho más moderada que antes, porque pudo haberse opuesto al cese de la prisión preventiva y no lo hizo.
Todo el expediente estuvo lleno de maniobras grotescas, incluyendo el armado de causas paralelas, y la reapertura forzada por Cambiemos después que el juez Daniel Rafecas dictara el cierre por inexistencia de delito. En un fallo meduloso, el magistrado desarmó toda la acusación: demostró que gran parte de las escuchas telefónicas no tenían significación alguna, eran diálogos entre dirigentes que no ocupaban cargos en el Ejecutivo y, sobre todo, porque el Memorándum nunca entró en vigencia ya que Irán no quiso ratificarlo, por lo que no hubo hechos concretos. Por ejemplo, no se levantaron las alertas rojas contra los sospechosos iraníes ni cambió nada en la causa judicial. Además, se estaba considerando como un instrumento del encubrimiento a un tratado votado por las dos cámaras del Congreso.
Pero una de las mayores maniobras fue la escandalosa forma en la que se evitó que testimoniara el ex titular de Interpol, el norteamericano Ronald Noble. Dado que el centro de la acusación fue un supuesto intento de levantar las órdenes de captura con alertas rojas contra los iraníes sospechosos, lo que correspondía era escuchar a Noble, responsable de esas alertas. Desde Dubai, donde vive, el ex secretario general afirmó una y otra vez que la acusación de Nisman era falsa y que, de hecho, las alertas rojas nunca se levantaron. Es más, no se podían levantar sin la orden del juez argentino, Rodolfo Canicoba Corral.
El tema está ahora en debate entre los jueces del TOF 8. Lo que corresponde es que Noble declare antes del juicio, en la instrucción preliminar, porque es lo que permitiría, por ejemplo, que el fiscal Marcelo Colombo y todas las partes, tengan el testimonio central que hasta ahora no se tomó.
Después, habrá que ver cómo repercute semejante declaración en una causa que tuvo como único eje una feroz persecución política y la intervención de las fuerzas de derecha a nivel internacional en la vida argentina.