Noah Baumbach ha pasado toda su carrera negando que sus films traten sobre el mismo. "La película es ficción", dijo el director y guionista en 2005, cuando la gente hacía notar que tanto a él como al protagonista adolescente de Historias de familia les habían dicho que sus padres se divorciaban durante una conferencia familiar. "Nada de eso es autobiográfico", dijo sobre Mientras somos jóvenes, un film de 2014 sobre un cineasta que atraviesa la crisis de la mediana edad.
Historia de un matrimonio, su último film, sigue los enmarañados procedimientos de divorcio de la que una fez fue una pareja felizmente casada. La película -que puede verse en Netflix- ha sido nominada para una pila de Golden Globes y Baumbach, como era de esperar, tuvo que salir a aclarar: "No es en absoluto acerca de mi matrimonio". El cineasta de 50 años, vestido con pantalones de corderoy azules y saco al tono, bebe té de menta a sorbitos en una habitación de hotel londinense. Tiene un modo de actuar agitado y jadeante -un poco como un Woody Allen barítono- y salta de un pensamiento al otro, a menudo antes de que el primero haya tomado forma.
Baumbach estuvo casado con la actriz Jennifer Jason Leigh, quien estelarizó su drama ingenioso y pesimista Margot at the Wedding. En 2010, siete meses después del nacimiento de su hijo Rohmer, Leigh pidió el divorcio. Pero ahí, dice el director, es donde terminan las similitudes. Sí, le mostró a su exmujer el guión para Historia de un matrimonio y le mandó la película, pero sólo porque era consciente de lo que podía pensar la gente. "Tuvo que ver con saber que la gente no puede dejar de buscar paralelismos -dice él-, entonces quería que ella supiera de qué se trata. Quería que la viera antes por esa razón".
¿Hubiese afectado que a Leigh no le gustara? "Bueno, es como mostrársela a cualquiera", responde Baumbach. "No es que haya algo que alguien pueda objetar, más alla que desde un punto de vista creativo. Así que si recibís una buena nota creativa, recibís una buena nota creativa".
La separación en el centro de Historia de un matrimonio es complicado y matizado, una mezcla desconcertante de amor y odio. Al principio, Charlie (Adam Driver, tan gigantón y diestro como siempre) y Nicole (Scarlett Johansson) -ambos actores que conoció trabajando en teatro- están determinandos a llevar el divorcio sin abogados y continuar siendo amigos. Eso no dura demasiado.
Nicole quiebra el pacto primero. Al mudarse de Nueva York a Los Angeles con su hijo Henry, recluta a una abogada de alto perfil llamada Nora (Laura Dern), una mujer prístina de integridad ambigua. Charlie sigue con el juicio contratando y echando a un abogado antes de terminar con Jay (Ray Liotta), una intrépida topadora con el dinero corriendo por sus venas. Los abogados acumulan información íntima como municiones y se la disparan entre sí, con los clientes mirando.
Nicole y Charlie, dice Baumbach, son "dos personas que son articuladas, son actores, son gente creativa, y se encuentran en una situación en la que no tienen voz. Hablan sobre ellos y por ellos, a través de estos avatares que ahora son los que los representan. Es casi como si los abogados estuvieran actuando de ellos".
Una escena posterior, en la que Nicole y Charlie tienen una pelea muy fuerte, llega "después de que ellos han sido silenciados", agrega el director. "La vi casi como personas que están tratando de volver a encontrar un lenguaje. El contexto emocional es tan complejo, vivo y fracturado que ellos están tratando de volver a ponerle palabras. En un sentido, es casi como chicos aprendiendo a hablar o algo así. Y, por supuesto, entonces pierden el control de eso".
Llevó dos días filmar esa escena. A Baumbach le resultó tan agotadora -más que cualquiera de toda su carrera- que tuvo que salir a dar vueltas a la manzana con frecuencia. "Aunque sea una actuación, escuchar a personas diciéndose esas cosas repetidamente es difícil. Incluso si cerrás los ojos, el sólo hecho de escucharlas... Es como cuando alguien grita en la calle: no podés escucharlo por demasiado tiempo, incluso si no estás implicado".
Baumbach le mostró cada borrador del guión a su compañera Greta Gerwig, a quien conoció cuando ella trabajó en su film Greenberg (2010) junto a Ben Stiller. Al año siguiente, empezaron a escribir juntos la deliciosa y sencilla Frances Ha. Gerwig protagonizó también ese film, como una caprichosa veinteañera luchando contra su propio desarrollo atrofiado. No eran una pareja cuando empezaron a escribirla. Lo eran cuando se estrenó. Ahora tienen un bebé juntos, Harold.
¿Les resultaba a Gerwig o a Baumbach molesto al principio cuando la gente se refería a ella como la musa de él? "Bueno, creo que ninguno de los dos pensamos en nuestra relación en términos de cómo los demás nos describen", se ríe el director. (En una entrevista posterior en Vogue, parece que la actriz tiene una perspectiva levemente diferente: "Recuerdo haber estado muy frustrada por eso y querer corregirlo").
"Hasta cierto punto, nunca estuve consciente de eso, nunca fue certero", continúa Baumbach. "Nunca se sintió de ese modo, en absoluto. Es decir, ella es una influencia increíble para mí en mucho sentidos. Cuando empezamos a escribir juntos, creo que me convertí en un mejor escritor por el solo hecho de que quería impresionarla, porque pensaba que ella era... Cuando estábamos trabajando en Frances Ha, amaba tanto lo que escribía ella que sentí que tenía que ponerme a su altura. En ese momento no estábamos juntos, ni siquiera estábamos en el mismo lugar durante la mayor parte, así que eran muchos emails que iban y venían. Yo leía esas cosas y pensaba: 'Mierda, tengo que escribir algo igualmente bueno'. Pero eso es excitante".
Por estos días, dice él, su trabajo está "muy interconectado". "Estamos muy involucrados el uno en la vida del otro -obviamente- y lo hemos estado desde el mismo comienzo, desde los primeros pasos trabajando en cosas".
Hay una frase que en la película le dice su abogada a Nicole que realmente impresiona. "Podemos aceptar un padre imperfecto. Enfrentémoslo, la idea de un buen padre fue inventada hace como treinta años. Siempre vas a tener que mantener un standard distinto y más alto. Y es una mierda. Pero así son las cosas". ¿Se trata de algo que Baumbach observó como padre? Él contesta una versión menos personal de la pregunta: "Cuando ves a Charlie hablando con su primer abogado en un bar, habla de lo injusto que es el asunto, cómo se siente victimizado. Pero después tenemos a Nora diciendo que el mundo está arreglado en favor de los hombres, paremos con esta idea de darles un respiro a los padres por cosas como cocinar el almuerzo".
Sobre ese tema ha habido bastante debate acerca de si Historia de un matrimonio simpatiza demasiado con Charlie a expensas de Nicole. Baumbach no está de acuerdo. "Lo que hace -dice mientras se para para servirse un segundo té- es permitirle al público para virar en una y otra dirección. Es natural, cuando mirás una película, ir con la perspectiva que la película te presenta. Si se trata de asesinos, estás ahí con ellos, estás haciéndolo, y podés estar nervioso por ellos si están en problemas, porque has estado en esa experiencia con ellos".
"Siento que el público, de un modo amigable, puede y debe ser implicado. Eso no significa que no necesariamente tomen partido, lo cual está bien, pero estas dos personas son dignas de nuestra afinidad y ambas están intentando hacer lo mejor. No hay nada mejor o peor, o que sea más o menos verdad. Ambos son esencialmente personas buenas, imperfectas y amorosas".
Cuando la entrevista está terminando, Baumbach no parece estar totalmente satisfecho de las respuestas que ha dado. "Siento que un mundo perfecto, uno podría esperar diez años y después hacer la gira de prensa", dice. "Porque no entiendo del todo lo que he hecho". Lo que sí entiende es que cada película lo altera de algún modo imperceptible. "Las experiencias nos cambian y las películas son grandes experiencias", asegura. "Son dos años de tu vida en los que estás viviendo dentro de esta cosa. Así que eso debe cambiarme".
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.