El juez federal Alejo Ramos Padilla debe decidir antes de la feria judicial de enero si acepta o no a Marcelo D'Alessio como arrepentido. El magistrado quiso dejar en claro que dictó el minucioso procesamiento del fiscal Carlos Stornelli --534 páginas-- sin la necesidad de recurrir a arrepentidos ni, menos todavía, anónimos, informes de inteligencia o filtraciones de origen incierto. Es más, Ramos Padilla no parece demasiado proclive a aceptar a D'Alessio como arrepentido. De hecho, el falso abogado acordó su arrepentimiento con el fiscal Juan Pablo Curi el 11 de diciembre y desde entonces ya transcurrieron dos semanas sin que el juez haya homologado el acuerdo. En el medio hubo una audiencia ante el magistrado y éste pateó la decisión señalándole a D'Alessio y su abogado, Claudio Fogar, que iba a meditar su decisión.
En el encuentro del 18 de diciembre entre Ramos Padilla, D'Alessio, el fiscal Curi y Fogar se esperaba una resolución del juez. Sin embargo, Ramos Padilla se limitó a preguntarle a D'Alessio si había declarado en libertad, si todo lo que estaba en el texto se correspondía con sus dichos y si sabía de las consecuencias que derivan de mentir como arrepentido. Le advirtió que el falso testimonio agravado podría acarrearle entre cuatro y diez años de prisión. Finalmente, Ramos Padilla le pidió a D'Alessio que certificara que la firma en la declaración era la suya. Como es obvio, el falso abogado está ansioso por la homologación, ya que le abre las puertas a una reducción de condena y a que Fogar pida una excarcelación o una detención domiciliaria.
Cuando todos esperaban que se cerrara la audiencia con la aceptación de D'Alessio como arrepentido, el juez informó a los presentes que lo iba a pensar. Y en los ocho días transcurridos tampoco resolvió. Parece bastante notorio que al magistrado no le gusta demasiado el funcionamiento de la Ley del Arrepentido, es decir la forma de negociación con personas que cometieron delitos. No son pocos los jueces que creen que la justicia debería esclarecer los casos consiguiendo pruebas y sin pactar con los imputados.
En lo global, la conducta de Ramos Padilla se diferencia notoriamente de lo que ocurrió durante todo el año en Comodoro Py donde a algunos abogados, supuestos defensores, los llamaban "los arrepentidores", porque jugaban en tándem con el fiscal. El propio Stornelli fue acordando a toda velocidad con los imputados, tras una oscura negociación, simplemente a cambio de que involucraran de alguna manera a Cristina Fernández de Kirchner. En Dolores, en cambio, todas las audiencias fueron registradas en video de manera que no hubiera margen para negociaciones espurias y de ninguna manera rigió el "arrepentimiento fácil".
Por lo que se sabe, D'Alessio admitió delitos en cuatro casos:
* La extorsión al empresario Pedro Etchebest, a quien le pidió 300.000 dólares para solucionarle una situación complicada --en verdad, inexistente-- en la causa de las fotocopias de los cuadernos.
* El espionaje ilegal a Jorge Christian Castañón, el piloto que fuera el marido de la actual esposa de Stornelli. Ese espionaje fue a pedido de Stornelli, según probó de manera demoledora Ramos Padilla en el procesamiento del fiscal.
* La cámara oculta al abogado José Manuel Ubeira, defensor del financista Federico Elaskar en la causa por lavado de dinero conocida como La Ruta del Dinero. Stornelli creía que Ubeira estaba convenciendo al arrepentido Leonardo Fariña para que dé vuelta su testimonio en el juicio oral y le pidió a D'Alessio que lo grabara para sacarlo de la cancha. También en este caso, Ramos Padilla trituró la defensa de Stornelli por cuanto hay un mensaje del falso abogado al fiscal diciéndole: "yo llego el 6 y le hago una cámara oculta y la presento en tu fiscalía por un tercero". O sea, no sólo le haría la cámara oculta a Ubeira sino que la iba a presentar en la fiscalía de Stornelli a través de un desconocido o tal vez un anónimo.
* El armado de una declaración falsa del propio D'Alessio en la causa por la compra de Gas Natural Licuado. En ese expediente, Stornelli aceptó, por ejemplo, que el falso abogado le entregara cuatro carpetas que D'Alessio dijo que recibió en su estudio de manera anónima. Y el fiscal --según consigna Ramos Padilla en el procesamiento-- le recibió la declaración como si fuera espontánea cuando hay evidencia de que la pactaron con anterioridad.
En el acta en que Curi, fiscal de Dolores, aceptó a D'Alessio como arrepentido, consta la frase: "los elementos provistos por D'Alessio constituyen prueba verificable", es decir que el falso abogado aportó elementos que permiten chequear lo que dijo.
Por lo que se percibe de los cuatro casos, D'Alessio involucraría a Stornelli, pero casi seguro también a quienes eran su vínculo con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), tal vez los comisarios retirados Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi. El aporte incluso podría permitir llegar más profundo en la AFI, es decir a quienes manejaban a los dos comisarios o al menos a alguno de los dos.
Quedan tres días hábiles antes de la feria judicial, por lo que Ramos Padilla podría tomar una decisión antes de que concluya el año. El caso de Dolores es el emblemático en lo que el presidente Alberto Fernández llamó "los sótanos de la democracia".
Tiene todos los ingredientes: extorsiones, coacciones, espionaje, blanqueo grotesco de pruebas conseguidas de manera fraudulenta, anónimos, cámaras ocultas a los abogados, escuchas ilegales y difusión de esas escuchas en programas de televisión de amigos, declaraciones falsas armadas en combinación con fiscales y jueces, aprietes a través de notas en los diarios, uso del espionaje paraestatal para cuestiones de pareja, negociaciones con narcos y hasta la amenaza de plantar droga a los hijos de imputados o a supuestos adversarios en una controversia familiar.
Más que sótanos de la democracia, semejante compendio de delitos y maniobras, suena a cloacas de la democracia.