Están abiertos casi siempre, en algunos barrios hasta hay uno por cuadra, tienen variedad, manejan buenos precios, El Kuelgue les dedicó un temazo (Góndola) y otros pibes una página en Instagram. ¡CHI! “Los chinos son una puerta fácil de entrada al mundo del vino: nadie te mira mal si no sabés, democratizan y, además, son baratos”, afirma Ignacio Jardón, publicista y dueño de la cuenta @vinosdechinos . ¡NO! “El vino siempre estuvo relacionado con el status, pero cada vez se fue sofisticando más”, asoma Nicolás Goldstein, también publicista y la otra mitad de Vinos de Chinos. ¡CHI-NO! “La formación suma, pero toda esa terminología en francés fue alejando a la gente”, sigue Jardón.
Entretanto, Vinos de Chinos reivindica y hace recomendaciones útiles. No son sommeliers ni estudiaron en la academia: son unos nerds que empinan el codo, gastan billete y siempre –siempre– están hablando de tomarse un vinito. Por eso el pelotazo es fuerte y al medio: buscan bueno y barato. Así, estos dos treintañeros se divierten bajando data, armando lazos, abriendo mapas y aportando a la discusión del vino desde un lugar más horizontal. “A la gente no le interesa qué es un tanino”, dice Jardón.
Para su métier, revuelven en algunas nociones básicas como que se luzcan con una etiqueta divertida, detectar qué bodega es la productora, advertir desperfectos corregidos por el azúcar y, fundamentalmente, que la uva corresponda a la zona en la que fue producida: torrontés o tannat en Salta, malbec en Mendoza, syrah en San Juan y pinot noir en la Patagonia.
Hay algunas zonas calientes para encontrar buenas góndolas de vinos de chinos. ¿El más interesante? El que queda debajo de la Autopista 25 de Mayo, en José María Moreno al 1000, en Parque Chacabuco. “Con este me le paro de manos a todas las winerys”, camorrea Goldstein. También se destacan el Super Melian Store, en Saavedra, frente al picante Barrio Mitre, y uno emplazado en el barrio de Liniers, en Timoteo Gordillo y Boquerón. “Ojo también con Villa Urquiza, que tiene excelencia en chinos”, coinciden. No obstante, consideran a Villa Crespo como la zona de los “chinos gourmet”, con la papa fina repartida entre los de Malabia al 400 y Aguirre al 600, enclave que originó el proyecto Vinos de Chinos. “Nuestra deuda es con el conurbano, ahí debe haber unos chinos increíbles”, aventura Goldstein.
Entre las recomendaciones indispensables de la cuenta están el Cordero con Piel de Lobo (un cabernet franc rosé de bodega Mosquita Muerta, que oscila entre los $170 y $220), los de Altosur (de Sophenia, que no superan los $200), los de Domaine Bousquet (debajo de los $200), el Fabre Montmayou ($200 aproximadamente) y el pinot noir de Portillo (vino joven, con tapa a rosca y valor de $150). ¿Vinos para sodeados? Vasco Viejo, López o Don Valentín Lacrado van bien para asustar con sodita.
“Lo que variaron los precios en estos dos años es ridículo”, refunfuña Goldstein delante de una góndola de vinos. A la sazón, los chinos siguen manejando un buen balance entre precio y calidad. Pero, ¿cuál es el secreto? “Compran en cantidad y en efectivo”, despeja dudas Jardón. Y sigue: “Hay muchos vinos de chinos que están en vinotecas, pero algunos de vinotecas no quieren estar en chinos porque lo ven como un mal canal”. Y no, no y no: “El chino no es un lugar negativo para comprar vino”, aclaran una y otra vez los Vinos de Chinos.
Por estos días, tras dos años de actividad, su cuenta junta a más de 30 mil seguidores y sus creadores saben de su influencia: “Una bodega nos reconoció que gracias a nosotros aumentó sus ventas”, explica Goldstein. “A veces nos escriben que hay barrios en los que se agotan los vinos por las recomendaciones que hacemos”, continúa Jardón. Y, muy posiblemente, este ecosistema siga latiendo con fuerza gracias a la cantidad y calidad de los vinos argentinos en todas sus gamas. “A valor del mundo, Argentina es una ganga. Acá, por 5 dólares tenés un vino de puta madre y, por ejemplo, en Napa Valley, California, un vino similar no baja de los 22”, se ensancha de orgullo Goldstein.
¿Cuál es el vino que compran con regularidad?
Jardón: En el vino hay que ser infiel, no hay que casarse con ninguna marca. Hay tanto para probar que tomar vinos de chinos resulta una experiencia infinita.
¿Y cuál es su sueño con todo esto?
Goldstein: Hacer un vino que se venda en los chinos, pero todavía nadie quiso poner la guita.