Keeping Up With The Kattarshians es el nuevo reality show de la tevé islandesa, furor en su versión streaming, con cientos de miles apiñándose para observar las vicisitudes cotidianas de sus participantes: Guoni, Ronja, Briet y Stubbur. Que, aunque prontos a las peleítas y los arañazos, están a años-luz de las melodramáticas Kim, Kourtney, Khloe, Kris, Kendall Kardashian; y no solo porque no compartan el estatus de las socialités estadounidenses sino
–y principalmente– porque son gatos. Cachorros felinos, en honor a la exactitud, filmados con camaritas Go-Pro las 24 horas del día, los 7 días de la semana, en una casa de muñecas especialmente ambientada para que duerman, jueguen, coman, en fin, hagan lo que les venga en minina gana. “Al principio recibimos muchas quejas porque se la pasaban todo el día durmiendo. Es que, realmente, ¡no paran de dormir!”, se sonríe Inga Lind Karlsdóttir, creadora del exitoso programa; tan exitoso que, además de altos ratings, ha generado una ola de adopciones felinas en Islandia. “Es divertido cuando se les va la olla y destrozan la casa, pero también es súper relajante verlos descansar. Es bueno para el alma. Cada día leemos muchísimas noticias horribles, así que está bárbaro poder sentarte y relajarte mirando a estos gatos”, ofrece Inga, y aclara que el show es realizado en colaboración con la Sociedad Protectora de Gatos de Islandia, con el fin de mantener a los micifuces saludables, contenidos, contentos. Más no fuera por pocos días, en tanto el cuarteto proviene de un refugio de animales local y está en adopción. Ni bien –flamante famita mediante– consiguen hogar, abandonan el reality, y que pasen las adorables criaturas que siguen. Por lo demás, reconoce Karlsdóttir cierto favoritismo por la estrellita Briet: “Aquí ese nombre se asocia con las mujeres fuertes en honor a la primera mujer candidata al parlamento, Bríet Bjarnhéðinsdóttir. Y esta gata es fuerte y luchadora, y feminista como yo”.