Tuve que convencer a Miles para llevarlo a la fiesta de la misma manera que tuve que convencerlo de ir al funeral de Jimi Hendrix, y lo mismo tuve que convencerlo de que me dejara llevar a Mick Jagger a su casa para que lo conociera. En el caso de Mick, Miles ni siquiera nos dejó entrar por la puerta principal, pero esa es otra historia completamente diferente, que tendré que contarles en otro momento. Esa fiesta de cumpleaños, de la que estoy hablando, era de Louis Armstrong. Probablemente, iba a ser su última.
Finalmente Miles aceptó y, mientras íbamos en camino, me contó una historia; dijo que se la había contado Tommy Flanagan, el pianista de la banda de Armstrong, sobre cuando Satchmo y su grupo estaban esperando en el vip del aeropuerto Orly, en París, un vuelo a Moscú. Satchmo y su banda estaban en la gira de relaciones internacionales del Departamento de Estado cuando, de repente, Richard M. Nixon, por entonces vicepresidente de los Estados Unidos, entró a la sala con sus guardias del Servicio Secreto. Cuando Nixon vio a Satchmo, el vicepresidente inmediatamente corrió hacia él y, casi arrodillándose, agarró su mano como si fuera a besarla. Babeándose encima de Satchmo, Nixon comenzó a decirle el monumento nacional que era.
"¡Usted es como la Estatua de la Libertad!", dijo Nixon. "¡Un Tesoro Nacional! Soy su gran admirador, señor Armstrong".
Resultó ser que Nixon también iba camino a Moscú. Cuando se anunció el vuelo y todos empezaron a abordar el avión, Nixon siguió preguntándole: "¿Está seguro de que no hay nada que pueda hacer por usted, señor Armstrong?".
La banda tenía un montón de equipaje. Louis agarró un par de maletas y se las alcanzó a Nixon diciendo: "¡Claro!, ¿no le importaría llevar esto, señor presidente?".
Y así, según Flanagan, fue como la banda de Louis pasó su equipaje por la aduana rusa en ese particular viaje.
"Cada noche Pops se fumaba un porro antes de cenar", me dijo Miles.
Para mí, Miles, como Satchmo, también era un monumento nacional, otra Estatua de la Libertad y un Tesoro Nacional. Como Satchmo, él era trompetista, uno de los mejores que ha vivido. Estaba orgulloso de ir a la fiesta con Miles. Estaba orgulloso cada vez que iba a cualquier lugar con Miles.
En la fiesta, Miles llamó a Satchmo "Pops", al igual que el resto de los músicos más viejos. Estaban todos ahí cuando Miles y yo llegamos a la celebración, que se llevaba a cabo en el recién inaugurado Estudio A de la RCA. Estaban todos los grandes del jazz ahí reunidos. Habían ido a rendirle homenaje al convaleciente Louis Armstrong, en honor a lo que él pensaba era su cumpleaños número setenta.
La fiesta tomó a Satchmo por sorpresa. La única cita que tenía en su agenda para esta fecha en particular era ir a la primera sesión de grabación que había programado desde que un problema al riñón lo había atacado, casi dos años atrás. ¿Qué es un año más o menos y qué es otra sesión de grabación? Satchmo no podía ni siquiera contar el número de sesiones de grabación en las que había tocado o cantado durante sus cuarenta y siete años de carrera. Pero cuando entró al impecable Estudio A de la RCA para su primera sesión desde septiembre de 1968, se encontró con más de doscientos cincuenta de los más grandes sobrevivientes del jazz esperando por él. Y una inmensa torta de chocolate.
Recuerdo que al principio pensé que había algo triste en esta fiesta, hecha por viejos para uno más viejo que, obviamente, no iba a estar dando vueltas mucho más tiempo. Pero estos ancianos eran todos héroes para mí. Habían creado una nueva y hermosa música, tan propia de Estados Unidos, que para mí igualaba a los clásicos de los más grandes maestros del mundo. Esos hombres también habían alcanzado una inmortalidad artística. A pesar de las aplastantes adversidades, habían perseverado. Aquí estaban, como si estuvieran con los sombreros en la mano, rindiéndole homenaje a Louis. Satchmo. Pops. Aun así me pregunté cuántos de entre ellos habían buscado, en un momento u otro, alguna razón para condenar a Satchmo. ¿Por qué? ¿Por ser muy anticuado? ¿Por ser muy sentimental? ¿Por ser muy exitoso?
"¡Dios te bendiga, Louis!", dijo una vez Billie Holiday. "Su demagogia viene desde el corazón".
Todos esos héroes del jazz estaban en la fiesta del estudio RCA porque sabían que Satchmo les había pavimentado el camino y tenían una deuda con él. "¡Toda la industria está aquí!", alardeó Ornette Coleman, uno de los más radicales vanguardistas del jazz. Lo que la música de Ornette le debe a Satchmo no es fácil de discernir para mí, pero aun así le irradiaba reverencias a Louis.
El Estudio A tenía una entrada por la calle 44 y cuando Miles y yo entramos, Satchmo estaba sentado en una banqueta con respaldo y asiento acolchados, casi como un huevo en un maple esperando para ser cascado. Un huevo de chocolate. Estaba cantando al micrófono: "Here is my heart for Christmassssssss...".
"¿Qué hacen todas estas personas aquí?", preguntó Miles a la esposa de Louis, Lucille.
"Vinieron a verlo caer de cara al piso", bromeó Lucille. "Bueno, si lo hace, ya sería hora", dijo Miles.
La fiesta duró más o menos una hora, y después Satchmo tuvo que ir a trabajar. Oliver Nelson dirigía y la orquesta era gigante, con más músicos de los que podría contar. Bob Thiele estaba en la sala de control, produciendo. Hubo un descanso entre las tomas y Miles se acercó a Satch- mo, le hizo cosquillas en la espalda y le susurró al oído: "¿No está la orquesta un poco grave para vos?". "Sabés que no me importa nada...", la voz de Satchmo se perdió y no pude oír el resto de lo que dijo. Ambos, Satchmo y Miles, hablaban ronco, raspado y despacio. Miles seguía diciendo que él y Satchmo soplaban sus cuerdas vocales de la misma manera.
"Arruinamos nuestras voces tocando para la gente", solía decirme Miles. Supongo que el tipo de voz que ambos, Louis y Miles, tienen es el riesgo del trabajo de ser trompetista. No podía oír qué estaban diciendo y no sabía si podían escuchar qué se decían. Cuando Miles se dirigió a la sala de control, Satchmo giró en su banqueta y dijo: "¡Siempre me alegra verte, Miles!".
En una esquina, empecé a hablar con Lucille, me dijo que su esposo nunca supo lo que era descansar. Repentinamente la orquesta empezó a tocar "Mood Indigo" y podías escuchar la voz de Satchmo raspando los altoparlantes.
Al rato, Miles dijo que estaba listo para irse. Mientras iba con Miles a la puerta, me dijo: "Se aprovechan de su edad. Cuando sos así de viejo, de verdad que te exprimen para hacerte sonar como si estuvieras en el cielo. No importa. Tiene tanta alma que hace que suene bien de todas maneras".
Meses después de la fiesta, Satchmo hizo un par de apariciones en televisión. Hizo sólo una sesión de grabación más, en Nashville, en agosto de 1970, una sesión para un disco muy raro donde Satchmo cantaba canciones country y western . Murió el 6 de julio de 1971, después de sufrir otro paro cardíaco. Murió dos días después de la celebración de lo que él pensaba era su cumpleaños número setenta y uno.
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Al Aronowicz fue una estrella del periodismo neoyorquino, conocido por haber presentado a Dylan con los Beatles. Esta columna terminó formando parte de un libro sobre su amistad con Miles Davis y Mick Jagger, apropiadamente titulado Mick and Miles.