Sí, el mundo del entretenimiento se llenó de series y cada quien tiene su top ten, pero 2019 fue, sin lugar a dudas, el año Game of Thrones. En abril y mayo, la ficción de HBO fue el centro de atención de millones. Y pasó lo que tenía que pasar: no hubo manera de conseguir consenso sobre su final. Fue amado u odiado. Y es algo natural con una historia que genera tanta empatía, pero la era de las redes volvió ese hecho natural en un acontecimiento inédito. Todo el mundo tiene opiniones. El siglo XXI concede innumerables tribunas donde emitirlas.
Para no agotar al personal y por escasez de espacio, no se repasarán aquí las particularidades del argumento; para eso se pueden revisar las notas publicadas en este diario (que desataron sus propias tormentas de opiniones). Lo interesante fue el paso más allá que significó la campaña que pedía volver a filmar la octava temporada “con guionistas competentes”. Es una prueba contundente del grado de cercanía que promueve la era del streaming, otra interpretación del antiguo “el espectáculo comienza cuando usted llega” –cuando le da play-, otra variante de la interacción que caracteriza a estos tiempos. Las respuestas de los acusados, o de los actores, fueron de cierta diplomacia a la defensa del producto o variables de “si no les gusta armen una productora y filmen su propia serie”.
Lo cierto es que Game of Thrones fijó una vara muy alta. Más allá de las cuestiones en permanente discusión, las ocho películas con las que se terminó la saga de George RR Martin mostraron un nivel de producción y de elegancia visual que no admite ninguna campaña de change.org. El after GoT muestra a las productoras televisivas afanándose en ocupar ese espacio, sabiendo lo difícil que será replicar el fenómeno... sobre todo con productos mediocres como The Witcher, casi risible en su esfuerzo por ser el nuevo GoT. En ocho temporadas, la serie producida por David Benioff y DB Weiss honró el viejo arte de contarnos una buena historia, suspender la incredulidad, quedar imantados por situaciones y personajes. Desde que se narraban fábulas frente al fuego, siempre andamos buscando eso. Y se agradece.