Martina es una niña que se imagina animales maravillosos para enfrentar el miedo a la oscuridad. Amalia se sumerge en una aventura en el fondo del mar en medio de una niebla intensa que no se vuelve obstáculo para su imaginación. Los personajes femeninos o feminizados llenan cada vez más las páginas de los cuentos infantiles, con características que antes estaban destinadas sólo a los niños, como el ingenio y la valentía. Martina y Amalia son las protagonistas de algunos de los libros de la autora peruana Micaela Chirif, que vino a la Argentina en el marco del Filbita, el Festival de Literatura Infantil. “Tradicionalmente los héroes han sido masculinos y los personajes femeninos o han estado ausentes o han sido más bien pasivos. Creo que de lo que se trata ahora no es de invertir simplemente las cosas sino de crear nuevas historias con personajes nuevos, más ricos, más complejos, más libres. Sin importar qué estemos contando, se trata de dejar de reproducir los mismos estereotipos, de salir de los lugares comunes, de abandonar la comodidad de la repetición”, asegura.
La literatura infantil está cambiando cada vez más sus contenidos hacia una equidad que hace apenas unos años parecía impensada. Las niñas ya no quieren ser princesas y se vuelven protagonistas de historias repletas de matices que las colocan en lugares de poder, decisión y coraje. A pesar de que la mayoría de los libros clásicos fueron siempre protagonizados por personajes niños, ahí está Alicia en el País de las Maravillas, tal vez la narración más relevante de la literatura infantil y juvenil, que si bien en su versión original puede leerse como novela, fue reconvertida en libro ilustrado para chicxs decenas de veces. Alicia es la primera heroína femenina del universo infantil. Más que nunca, toda una generación está volviendo a Alicia, para revivir sus características y reivindicar sus aventuras: una niña que revolucionó una madriguera y enfrentó a la Reina de Corazones con su libertad y desparpajo.
Las nuevas escritoras e ilustradoras ya no dudan en elegir protagonistas femeninas para sus textos. Chirifff reflexiona: “Soy consciente de que en algún momento elegí personajes masculinos porque en parte sentía que era difícil que los niños se identificaran con personajes femeninos. Si no creamos personajes femeninos, ¿cómo esperamos que alguien, niño o niña, se identifique con ellos?”
La autora de ¡Más te vale, Mastodonte! indica que no se trata de escribir panfletos con historias explícitas, sino de borrar las diferencias que fomentan la imagen de un mundo dominado por hombres donde la heteronormatividad es regla. “Creo que lo primero que debemos recordar es que estamos haciendo literatura. Hay un libro precioso, llamado Sirenas, de Jessica Love, que es la historia de Julián, un niño que está fascinado con las sirenas y quiere ser una de ellas. Cuando su abuela no está viendo, Julián se disfraza de sirena. Al volver la abuela, el niño se asusta, pero ella le dice que lo llevará con las sirenas y lo acompaña a un desfile que se parece muchísimo a una marcha del orgullo. No se menciona la homosexualidad ni el travestismo ni nada. Pero todo está puesto ahí, con un texto mínimo y con unas ilustraciones hermosas”, señala.
De menor a mayor
En el ámbito literario, la literatura infantil todavía es un género considerado menor, un menosprecio que de algún modo se traslada al menosprecio que un sector de la sociedad tiene hacia la infancia. Chirif rememora una anécdota para referirse al tema: “Alguna vez leí que Maurice Sendak contaba que le presentaban a algún señor y decían: “Maurice Sendak, autor de libros para niños”, la respuesta más común que recibía por parte del señor de turno era: "Ah, mire usted, voy a presentarle a mi esposa". Quizás por eso todavía existe mucho desprecio por la literatura dirigida a la infancia: se asume como una extensión de la función materna y es como si eso la hiciese menos literatura, como si no se la pudiese tomar del todo en serio”.
A pesar de que las escritoras e ilustradoras mujeres de la literatura infantil son cada vez más e igualan o superan a la cantidad de hombres, los nombres de los autores más reconocidos siguen siendo masculinos. “Si tomamos en cuenta que el número de mujeres es mucho mayor, es claro que, como ocurre en todos los espacios, las cosas son más difíciles para las mujeres”, reflexiona y cuenta cómo es su experiencia como escritora de libros para niñes: “Fue un formato que me hizo sentir cómoda inmediatamente, quizás porque siempre pensé mis propios poemas como imágenes hechas de palabras. Por otro lado, nunca leí más que durante mi infancia y nunca disfruté más de los libros que en ese periodo. Escribir para niños y niñas me ha permitido reencontrarme, desde otro ángulo, con esa experiencia”.
El acceso a los libros infantiles no es sólo una apreciación subjetiva, sino una política de estado que muchas veces está ausente.
--Los libros, al menos en Argentina, son cada vez más caros, por lo que terminan teniendo acceso a ellos una porción privilegiada de la población infantil. ¿Creés que es necesario establecer políticas públicas para fomentar el acceso a la literatura infantil de los niños con situaciones sociales y económicas más complicadas?
--Sin duda. El problema es el mismo en el Perú, o quizás mayor, porque no se trata sólo del precio de libros sino de la ausencia casi total de bibliotecas públicas en las que los niños y niñas tengan acceso libre a ellos. Si bien creo que se debería hacer todo lo posible por reducir los precios de los libros, me parece más importante aún que se pongan a disposición de los lectores en espacios públicos y en bibliotecas escolares. No se trata de que los lectores tengan que comprar todos los libros que leen porque entonces la responsabilidad sigue cargándose sobre las personas y de lo que se trata es de que el Estado asuma su rol en el fomento de la lectura. En el caso del libro álbum, aunque los lectores no siempre sean conscientes de ello, se trata de un trabajo artesanal que a veces toma varios años y demanda el esfuerzo y dedicación de muchas personas: el escritor, el ilustrador, el diseñador, el editor, etcétera. La supervivencia de una producción, por lo general independiente, de calidad que esté dedicada al libro álbum depende en parte de la existencia de políticas públicas que la apoyen.